24/09/2019, 15.35
BANGLADÉS
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P. Rapacioli: En el diálogo con el islam, no eliminamos las diferencias

El misionero del PIME promovió un encuentro interreligioso entre los jóvenes de Bangladés. El tema era la fraternidad humana, partiendo del Documento de Abu Dhabi. La religión “instrumentalizada para finalidades terroristas”. El encuentro entre experiencias religiosas diferentes “que no reniegan de sí mismas, ayuda a una comprensión y a una real convivencia pacífica”. 

 

Daca (AsiaNews)- En el diálogo entre cristianismo e islam “no debemos cancelar las diferencias, sino partir de ellas. En la fidelidad a las respectivas tradiciones, podemos ser de estímulo los unos a los otros. No sólo: en nuestras diferencias, no podemos invocar la fe para destruir y odiar al otro”. Lo afirma a AsiaNews, el p. Francesco Rapacioli misionero del PIME (Pontificio Instituto Misiones Extranjeras) en Bangladés. Él promovió un encuentro interreligioso y ecuménico entre jóvenes del país, cristianos y musulmanes “en igual número”. El tema del evento, que se realizó en Daca el 21 de septiembre, “era construir una relación fraterna, si bien admitiendo las diferencias, entre jóvenes que están acostumbrados a convivir."

El punto de partida fue el “Documento sobre la fraternidad humana” derivado del encuentro del pasado febrero entre el Papa Francisco y el Gran imán de Al-Azhar en Abu Dhabi, que a su vez se inspiraba en aquel sucedido hace 800 años entre san Francisco de Asís y el Sultán de Egipto. “Se trata -sostiene- de un documento que no puede no provocar ambas comunidades”. Otro punto, continúa, “fue ofrecido por la carta de los 138 sabios musulmanes a los líderes cristianos y al Papa de entonces, Benedicto XVI, de 2007”.

El evento se realizó en la Notre Dame University Bangladesh, la primera y única universidad católica del país “que forma la inteligencia, por lo tanto la orientación futura”. Estaba patrocinado por el  “Shalom Movement”, del cual forma parte el p. Rapacioli, junto a la Comisión episcopal para la unidad de los cristianos y el diálogo interreligioso, la Dhaka University (escuela pública), el Seminario mayor, 2 centros teológicos protestantes, casas de formación espiritual y la asociación del hermano Lucio Beninati (PIME) que sirve a los niños de la calle”. En total, cuenta el p. Rapacioli, “éramos 120: cerca de 110 estudiantes en edad universitaria (18 a 24 años) y 10 organizadores”.

Sor Annamaría Panza, consejera provincial de las Misioneras de la Inmaculada (congregación asociada al PIME) y miembro del “Shalom Movement”, reporta que los jóvenes se reunieron en 8 grupos mixtos. Del intercambio entre ellos, dice: “salieron notas interesantes. Ellos subrayaron la importancia de conocer y estimar a las otras religiones ya desde la escuela primaria, favorecer las amistades interreligiosas y los encuentros que ofrecen la oportunidad de conocerse”.

Los jóvenes, agrega el p. Rapacioli “admitieron la instrumentalización política de la religión para fines terroristas. Por esto consideran que sea necesario rezar, aún más por las personas de credo diferente de la propia; la educación, que sirve para eliminar los prejuicios; el servicio en favor de los niños de la calle, que es un arma potente para ayudar a los otros porque uno se dona en manera gratuita para el bien de los marginados”.

Según el p. Rapacioli, “hay una incomprensión de fondo cuando se discute de diálogo: algunos sostienen que somos todos iguales. Para mí, no es así: cristianismo e islam son diferentes, a partir del credo, de la ritualidad y de la ética. Por ejemplo, para los musulmanes, Jesús es un simple profeta, para nosotros en cambio es el Hijo de Dios; para el islam y el hebraísmo, nuestra profesión de fe es una blasfemia, así como nuestro dogma fundamental que es la encarnación de Dios y la Trinidad en la unicidad”.

El punto fundamental, sostiene “es buscar entre nosotros una convergencia, porque el verdadero encuentro sucede no prescindiendo, sino partiendo de la diferencias. No debemos renegar identidad cultural, étnica y religiosa. De otro modo nos arriesgamos de tener una especie de una dilución con la cual ninguno se identifica verdaderamente. Somos diversos y debemos poder expresar nuestra diversidad. El gran desafío del diálogo -que es al mismo tiempo posibilidad- y que nuestras diferencias no constituyan una objeción a la convivencia. Allí en cambio se trata de minimizar, diluir, relativizar las diferencias, no se hace un verdadero servicio al encuentro entre las personas”.

El encuentro entre experiencias religiosas diversas “que no reniegan a sí mismos, ayuda a una comprensión y a una real convivencia pacífica”. Eventos como aquel apenas transcurrido, dice en conclusión el misionero, “son una inversión a fondo perdido, en el sentido que no podremos ver los frutos en breve. Pero nosotros continuamos sembrando”. (A.C.F.) 

 

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