15/12/2021, 12.43
VATICANO
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Papa: aprendamos del silencio de san José, un espacio de interioridad que da lugar a la Palabra de Dios

“San José, hombre de silencio, tú que en el Evangelio no has pronunciado ninguna palabra, enséñanos a ayunar de las palabras vanas, a redescubrir el valor de las palabras que edifican, animan, consuelan, sostienen. Hazte cercano a aquellos que sufren por las palabras que hieren, como las calumnia y las maledicencias, y ayúdanos a unir siempre las palabras con los hechos”.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Aprender" y practicar el silencio, la dimensión contemplativa de la vida, "un espacio de interioridad en nuestra vida de todos los días, en el que damos al Espíritu la posibilidad de regenerarnos, de consolarnos, de corregirnos", un espacio "en el que pueda manifestarse otra Palabra: la del Espíritu Santo que habita en nosotros y que lleva a Jesús".

Continuando con el ciclo de catequesis dedicado a san José, el Papa Francisco habló hoy en la audiencia general del silencio del hombre que educó a Jesús, y volvió a condenar el "chismorreo", evocando también el bíblico "mata más la lengua que la espada", para advertir que se debe "hablar lo necesario y a veces hay que morderse un poco la lengua".

A las cinco mil personas que acudieron a la sala Pablo VI, Francisco recordó en primer lugar el Libro de la Sabiduría: "Cuando un profundo silencio envolvía todas las cosas, tu Palabra todopoderosa, Señor, bajó del cielo". Hizo notar que “los Evangelios no recuerdan ninguna palabra de José” y explicó que “el silencio de José no es mutismo, no es taciturno; es un silencio lleno de escucha, un silencio laborioso, un silencio que pone de manifiesto su profunda interioridad”. Y Jesús, en la casa del carpintero de Nazaret, creció en esta 'escuela'”, buscando “espacios de silencio en su vida de todos los días” e invitando a sus discípulos a hacer la misma experiencia. “Qué hermoso sería si cada uno de nosotros, siguiendo el ejemplo de san José, fuera capaz de recuperar esa dimensión contemplativa de la vida que abre precisamente el silencio. Pero todos sabemos por experiencia que no es fácil, el silencio nos asusta un poco, porque nos pide que entremos en nuestro interior y nos encontremos con la parte más verdadera de nosotros mismos”.

“Por eso debemos aprender de José a cultivar el silencio: ese espacio de interioridad en nuestra vida de todos los días, en el que damos al Espíritu la oportunidad de regenerarnos, de consolarnos, de corregirnos. No me refiero a caer en el mutismo, no. Silencio. Pero muchas veces - cada uno de nosotros mire en su interior - muchas veces estamos haciendo un trabajo y cuando terminamos buscamos inmediatamente el celular para hacer otra llamada ... siempre estamos haciéndolo. Y eso no ayuda, nos hace caer en la superficialidad”. En ese "hablar como loros" volvió a detenerse hoy Francisco en su reflexión.

"De san José aprendemos a cultivar espacios de silencio en los que pueda manifestarse otra Palabra: la del Espíritu Santo que habita en nosotros y que lleva a Jesús. No es fácil reconocer esa Voz, que muchas veces se confunde con las mil voces de preocupaciones, tentaciones, anhelos y esperanzas que nos habitan; pero sin este entrenamiento que viene precisamente de la práctica del silencio, nuestro hablar también puede enfermarse”. "En vez de hacer que brille la verdad, puede convertirse en un arma peligrosa. En efecto, nuestras palabras se pueden convertir en adulación, vanagloria, mentira, murmuraciones, calumnia”. “Jesús lo dijo con toda claridad: el que habla mal de su hermano y de su hermana, el que calumnia al prójimo, es homicida (cf. Mt 5, 21-22). Mata con la lengua. Nosotros no nos damos cuenta, pero es cierto. Pensemos cuántas veces hemos matado con la lengua. Nos hará bien. La sabiduría bíblica afirma que "la muerte y la vida están en poder de la lengua: el que haga buen uso de ella, comerá sus frutos" (Pr 18,21). “Por eso debemos aprender de José a cultivar el silencio: ese espacio de interioridad en nuestra vida de todos los días en el que damos la posibilidad al Espíritu de regenerarnos, de consolarnos, de corregirnos. No estoy hablando de caer en el mutismo, sino de silencio. La profundidad del corazón crece con el silencio. No tengamos miedo del silencio”.

“Y el beneficio del corazón que obtendremos sanará también nuestra lengua, nuestras palabras y sobre todo nuestras decisiones. De hecho, José ha unido la acción al silencio. Él no ha hablado, pero ha hecho, y de esa manera nos ha mostrado lo que un día Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que diga: “Señor, Señor”, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21)”.

Al concluir su discurso, Francisco hizo una oración: “San José, hombre de silencio, tú que en el Evangelio no has pronunciado ninguna palabra, enséñanos a ayunar de las palabras vanas, a redescubrir el valor de las palabras que edifican, animan, consuelan, sostienen. Hazte cercano a los que sufren a causa de las palabras que hieren, como las calumnias y las maledicencias, y ayúdanos a unir siempre los hechos a las palabras".

Y en su saludo a los fieles de lengua alemana dijo: "En estos últimos días de Adviento, imitemos el ejemplo de San José. Intentemos adoptar una actitud de silencio y de escucha, para estar preparados para recibir la Palabra eterna del Padre, su Hijo encarnado, Jesucristo".

Por último, recordó a las víctimas de la explosión de un camión cisterna en Haití, que dejó cerca de 70 víctimas. "Pobre Haití - dijo Francisco - una cosa tras otra, es un pueblo que siempre está sufriendo... Oremos, oremos por Haití: son gente buena, gente buena, gente religiosa, pero están sufriendo mucho". Francisco dijo que estaba "cerca de los habitantes de esa ciudad y de las familias de las víctimas, así como de los heridos", e invitó a los fieles a unirse "en la oración por estos hermanos y hermanas nuestros que están siendo tan severamente probados".

 

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