09/10/2022, 14.47
VATICANO
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Papa: la exclusión de los migrantes es escandalosa, pecaminosa y criminal

En el día de la canonización de monseñor Giovanni Battista Scalabrini y del salesiano Artémides Zatti, Francisco se refirió a los migrantes y advirtió: "No abrir las puertas significa mandarlos de regreso a los campos de concentración". El llamamiento a "aprender de la historia" ante el peligro de un conflicto nuclear. Oración por las víctimas de la violencia en Tailandia.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "La exclusión de los migrantes es escandalosa. Es más, la exclusión de los migrantes es criminal, los hace morir ante nuestros ojos. Y así, hoy el Mediterráneo es el mayor cementerio del mundo". Esta mañana, el pontífice celebró la misa en la Plaza San Pedro, y presidió la canonización de monseñor Giovanni Battista Scalabrini (1839-1905) -el obispo de los migrantes- y del laico salesiano Artémides Zatti (1880-1951), misionero entre los pobres en Argentina. Durante la homilía, el Papa Francisco lanzó una nueva y dura advertencia contra la exclusión de los migrantes. Saliéndose del texto preparado, se dirigió a los fieles y dijo: "La exclusión de los migrantes es repugnante, pecaminosa y criminal". "Es no abrir las puerta a quien está necesitado. No, no los excluimos, los enviamos lejos": a los campos de concentración, donde son explotados y vendidos como esclavos. Hermanos y hermanas, hoy pensemos en nuestros migrantes, en los que mueren”. Y refiriéndose a los migrantes que consiguen entrar, preguntó: “¿los recibimos como hermanos o los explotamos? Solamente les dejo la pregunta".

El pasaje del Evangelio de Lucas que propone la liturgia de hoy se refiere a los diez leprosos que curó Jesús -de ellos, sólo el samaritano vuelve a darle las gracias. Para Francisco, el relato evangélico fue el punto de partida para reflexionar sobre la dimensión del "caminar juntos". Durante la homilía, observó: "Al principio de la historia, no hay distinción entre el samaritano y los otros nueve. Se habla simplemente de diez leprosos, que se agrupan y, sin división, van al encuentro de Jesús". La "enfermedad social", que conduce a la marginación, hace que "las barreras caigan y se supere cualquier exclusión". El samaritano, aunque sea visto como un hereje, un 'extranjero', se agrupa con los demás".

"Es una imagen hermosa -continuó Francisco- también para nosotros: cuando somos honestos con nosotros mismos, recordamos que todos estamos enfermos en el corazón, que todos somos pecadores, todos necesitamos la misericordia del Padre. Y entonces dejamos de dividirnos en función de los méritos, de los papeles que desempeñamos o de algún otro aspecto exterior de la vida, y así caen los muros interiores, caen los prejuicios. Así es como, finalmente, nos redescubrimos como hermanos".

"Hermanos y hermanas”, agregó el Papa, “verifiquemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos y que frecuentamos cada día, somos capaces de caminar junto a los demás, somos capaces de escuchar, de superar la tentación de atrincherarnos en nuestra autorreferencialidad y de pensar sólo en nuestras propias necesidades. Caminar juntos -es decir, ser "sinodales"- es también la vocación de la Iglesia".

"Preguntémonos hasta qué punto somos comunidades verdaderamente abiertas e inclusivas hacia todos; si somos capaces de trabajar juntos, sacerdotes y laicos, al servicio del Evangelio; si tenemos una actitud de acogida hacia los que están lejos y hacia todos los que se acercan a nosotros y se sienten inadecuados a causa de su camino de vida accidentado”. El Pontífice continuó: "Me da miedo cuando veo que las comunidades cristianas dividen el mundo en buenos y malos, en santos y pecadores: así acabamos sintiéndonos mejores que los demás y dejando fuera a muchos que Dios quiere abrazar. Por favor, sean inclusivos siempre, tanto en la Iglesia como en la sociedad, todavía marcada por tantas desigualdades y marginaciones”. Y pidió “Incluir a todos".

Otro aspecto que el Papa subrayó del Evangelio de los diez leprosos es la capacidad de dar gracias, "una gran lección, también para nosotros, que nos beneficiamos cada día de los dones de Dios”. Sin embargo, comentó que “a menudo nos vamos por nuestra cuenta, y nos olvidamos de cultivar una relación viva y real con Él". “Y tomó el ejemplo de Artémides Zatti que, "tras curarse de la tuberculosis, dedicó toda su vida a gratificar a los demás, a cuidar de los enfermos con amor y ternura".

En el Ángelus, al final de la celebración, el papa Franciscó recordó que el 11 de octubre se cumple el 60º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano, y volvió a hablar del conflicto en Europa: "No podemos olvidar el peligro de la guerra nuclear que amenazaba al mundo en aquel entonces. ¿Por qué no aprender de la historia? Incluso en aquella época hubo conflictos y grandes tensiones, pero se optó por la vía pacífica. Está escrito en la Biblia: 'Así dice el Señor: Detente en las calles y mira, pregunta por los caminos del pasado. Y donde está el buen camino, recórrelo, así encontrarás la paz en tu vida' (Jer 6,16)".

Por último, el pontífice aseguró sus oraciones por las víctimas de la masacre en el jardín de infantes de Uthai Sawan, en Tailandia: "Conmocionado, encomiendo al Padre de la vida, en particular, a los niños pequeños y a sus familias".

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