03/08/2022, 13.18
VATICANO
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Papa: que no se oculte la verdad sobre la explosión en el puerto de Beirut

Francisco recordó a las familias de las víctimas de una "catástrofe sin precedentes". Se refirió luego a su reciente viaje apostólico a Canadá, ocasión de reflexión, arrepentimiento y reconciliación. Pidió que se rece "por la paz en el mundo y especialmente en Ucrania".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - En vísperas del segundo aniversario de la explosión en el puerto de Beirut, el Papa Francisco ha querido expresar su cercanía a los afectados por esa catástrofe sin precedentes que costó la vida a 220 personas y dejó más de 6.000 heridos. "Mi pensamiento va a las familias de las víctimas de ese desastroso suceso y al querido pueblo libanés", dijo el santo padre al terminar la audiencia en el aula Pablo VI del Vaticano. "Rezo para que cada uno pueda ser consolado por la fe y confortado por la justicia y la verdad, que nunca se debe esconder. Espero que el Líbano, con la ayuda de la comunidad internacional, siga recorriendo el camino del “renacimiento”, permaneciendo fiel a su vocación de ser tierra de paz y de pluralismo, donde las comunidades de religiones diferentes puedan vivir en fraternidad”.

La audiencia de esta mañana -la primera del mes de agosto tras la pausa de julio- estuvo dedicada al reciente viaje a Canadá (del 24 al 30 de julio). Fue un viaje papal diferente a los demás, para expresar cercanía y dolor a las poblaciones originarias y “pedirles perdón por el daño que les hicieron aquellos cristianos, incluidos muchos católicos, que en el pasado colaboraron en las políticas de asimilación forzada y liberación de los gobiernos de la época”. El pontífice recordó que en Canadá la Iglesia, junto a los pueblos indígenas, ha iniciado “un camino de reconciliación, de sanación, que presupone la conciencia histórica, la escucha de los supervivientes, la toma de conciencia y sobre todo la conversión, el cambio de mentalidad”. Ha sido, por tanto, una peregrinación penitencial, caracterizada por un tono de reflexión, arrepentimiento y reconciliación.

Las grandes etapas de la peregrinación estuvieron dedicadas a la memoria, la reconciliación y por último la sanación. La primera, en Edmonton, en el oeste del país; el segundo, en Québec, en el este; la tercera en el norte, en Iqaluit, a 300 km del Círculo Polar Ártico. En Masqwacis, junto a los miembros de los principales pueblos indígenas (First Nations, Métis e Inuit), “hicimos memoria de la historia milenaria de estos pueblos, en armonía con su tierra, y también hemos recogido la memoria dolorosa de los abusos sufridos, también en las escuelas residenciales, debido a las políticas de asimilación cultural”, recordó el Papa. La segunda etapa se centró en la reconciliación, "que no es un acuerdo entre nosotros sino un dejarse reconciliar por Cristo, que es nuestra paz (cfr Ef 2,14)". El tercer paso fue a orillas del lago Santa Ana, porque para Jesús el lago era un ambiente familiar. “Todos podemos beber de Cristo, fuente de agua viva, y allí, en Jesús hemos visto la cercanía del Padre que nos da la sanación de las heridas y también el perdón de los pecados”.

"De este recorrido de memoria, reconciliación y sanación brota la esperanza para la Iglesia, en Canadá y en todas partes", dijo Francisco. Ante los gobernantes, líderes indígenas y el cuerpo diplomático, el Papa reafirmó la voluntad activa de la Santa Sede y de las comunidades católicas locales de promover las culturas originarias, con caminos espirituales apropiados y con atención a las costumbres y lenguas de los pueblos. Al mismo tiempo el Santo Padre quiso abrir los ojos “a las colonizaciones ideológicas, que amenazan las tradiciones, la historia y los vínculos religiosos de los pueblos” e invitó a “recuperar la armonía entre modernidad y culturas ancestrales, entre la secularización y los valores espirituales”. Es un desafío que interpela directamente la misión de la Iglesia, enviada por todo el mundo para dar testimonio y "sembrar" una fraternidad universal que respeta y promueve la dimensión local con sus múltiples riquezas. El Papa ha querido agradecer a los obispos de Canadá por su unidad: “Donde hay unidad se puede seguir adelante”. Al final recordó el último encuentro, en el que escuchó historias de ancianos que tenían familiares abusados y desaparecidos: “Fue un momento muy doloroso, pero había que dar la cara. Tenemos que dar la cara por nuestros errores, por nuestros pecados”.

Al teminar la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos polacos y recordó que en agosto muchas personas van a pie a Jasna Góra y a otros santuarios marianos: "Les pido que también ofrezcan el esfuerzo del camino por la Iglesia y por la paz en el mundo, especialmente en Ucrania - dijo -. Saludo a las Hermanas de Santa Isabel, que están viviendo aquí en Roma el tiempo de renovación espiritual: muchas de ellas trabajan en Ucrania. Que la Madre de Dios obtenga abundantes gracias divinas para ellas y para las personas a las que ayudan”.

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