29/06/2023, 13.19
VATICANO
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Papa: seguimiento y anuncio, el camino de Pedro y Pablo

En la fiesta de los dos apóstoles, el pontífice presidió en la basílica vaticana la misa con la bendición del palio de los nuevos arzobispos. También estuvieron presentes los arzobispos asiáticos de Gwangiu, Capiz y Zamboanga. En el Ángelus: "La Iglesia necesita personas auténticas, como estos dos grandes santos".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Sean discípulos en el seguimiento y apóstoles en el anuncio, lleven la belleza del Evangelio a todas partes, junto a todo el Pueblo de Dios". Esta es la invitación que el Papa Francisco, en la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, dirigió a los nuevos arzobispos durante la celebración en la basílica vaticana. Al inicio de la misa bendijo los palios, los paños de lana blanca decorados con seis cruces que simbolizan su vínculo especial con el pontífice.

También asistieron a la celebración en el Vaticano tres arzobispos asiáticos que fueron nombrados en sus respectivas sedes en los últimos meses: monseñor Simon Ok Hyun-Jin, arzobispo de Gwangju, en Corea del Sur, y los filipinos monseñor Victor B. Bendico, arzobispo de Capiz, y monseñor Julius S. Tonel, arzobispo de Zamboanga. Como es tradición en este día, también participó en el rito una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, encabezada por el Arzobispo Job, Metropolitano de Pisidia.

Precisamente el seguimiento y el anuncio son los rostros de los apóstoles Pedro y Pablo - "enamorados del Señor, dos pilares de la fe de la Iglesia" - sobre quienes el Papa Francisco se detuvo en su homilía. Ambos fueron llamados a dar su propia respuesta a la pregunta fundamental que dirige Jesús a los suyos en el Evangelio: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" (Mt 16,15).

La respuesta de Pedro fue la siguiente. Incluso su "hermosa profesión de fe -'Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo'- impecable, precisa, 'de catecismo', es fruto de un camino: sólo después de caminar con Jesús y detrás de Jesús durante tanto tiempo, Pedro llega a esa madurez espiritual que lo lleva, por pura gracia, a una profesión de fe tan límpida".

Un camino que comienza dejándolo todo, "inmediatamente", una vez que escucha la invitación de Jesús: "Si podemos posponer muchas cosas en la vida -comentó el Papa-, el seguimiento de Jesús no se puede posponer; allí no se puede dudar, no se pueden poner excusas. Y cuidado -añadió-, porque algunas excusas se disfrazan de espiritualidad, como cuando decimos 'no soy digno', 'no soy capaz', '¿qué puedo hacer yo?'. Esta es una astucia del diablo, que nos roba la confianza en la gracia de Dios, haciéndonos creer que todo depende de nuestras capacidades".

La respuesta de Pablo, por su parte, es el anuncio del Evangelio. Nos dice que a la pregunta '¿quién es Jesús para mí?' no se responde con una religiosidad intimista, que nos deja tranquilos ante la inquietud de llevar el Evangelio a los demás. El Apóstol nos enseña que crecemos en la fe y en el conocimiento del misterio de Cristo cuanto más lo anunciamos y damos testimonio de él. Cuando evangelizamos, quedamos evangelizados. Y esto es también necesario para la Iglesia de hoy: poner el anuncio en el centro. Ser una Iglesia que no se cansa de repetir: 'Para mí vivir es Cristo' y 'ay de mí si no anuncio el Evangelio'".

"Es hermoso -concluyó Francisco- crecer como Iglesia humilde que nunca da por sentada la búsqueda del Señor y que no encuentra su alegría en las cosas del mundo, sino en anunciar el Evangelio al mundo, para sembrar en el corazón de las personas la pregunta por Dios. Llevar al Señor Jesús a todas partes, con humildad y alegría: en nuestra ciudad de Roma, en nuestras familias, en las relaciones y en los barrios, en la sociedad civil, en la Iglesia, en la política, en el mundo entero, especialmente allí donde se esconde la pobreza, la degradación y la marginación".

Siguiendo el ejemplo de los dos grandes apóstoles, Francisco volvió también al mediodía, y se asomó a la ventana de su estudio para la oración del Ángelus. En Pedro invitó a reconocer "la fuerza de la roca, la fiabilidad de la piedra", pero también "la pequeñez de una simple piedra". "No es un superhombre", comentó, "es un hombre como nosotros, que dice 'sí' a Jesús con generosidad en su imperfección. Pero en él -como en Pablo y en todos los santos- se ve que es Dios quien nos hace fuertes con su gracia, nos une con su caridad y nos perdona con su misericordia. Y es con esta verdadera humanidad con la que el Espíritu forma la Iglesia. Pedro y Pablo -añadió- eran personas auténticas, y nosotros, hoy más que nunca, necesitamos personas auténticas".

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