01/12/2023, 19.22
ISRAEL-PALESTINA
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Patton: 'La tregua en Gaza demostró que la negociación es posible. No hay que renunciar

de Giorgio Bernardelli

El Custodio franciscano de Tierra Santa habla sobre la situación entre israelíes y palestinos: "Vemos una creciente desconfianza entre las dos comunidades, incluso en la vida diaria; temo un nuevo éxodo de cristianos cuando termine la guerra. Si la comunidad internacional quiere ayudar, que no actúe como los hinchas de un partido de fútbol, sino que reconozca el sufrimiento de unos y otros en esta guerra en la que ya hemos perdido todos".

 

Milán (AsiaNews)- La tregua que duró siete días, desde esta mañana ya no se mantiene en Gaza y en el sur de Israel. El Gobierno de Netanyahu y Hamás se acusan mutuamente de haberla violado, pero lo cierto es que el acuerdo negociado con la mediación de Qatar y Egipto que en los últimos días ha permitido la liberación de 105 rehenes entre israelíes y trabajadores extranjeros a cambio de unos 240 prisioneros palestinos, ha terminado. Volvieron a empezar los ataques aéreos israelíes y el lanzamientos de cohetes desde la Franja. Aunque los mediadores siguen trabajando para llegar a una nueva prórroga. ¿Qué han significado estos días de tregua? ¿Cómo están viviendo estas semanas las comunidades cristianas de Tierra Santa? ¿Qué pasos se pueden dar para superar este callejón sin salida? Estas son las preguntas que le hicimos anoche a fray Francesco Patton, custodio franciscano de Tierra Santa, en una entrevista que se transmitió durante la velada "Voces de paz desde el corazón de la guerra" organizada en Milán en el Centro PIME.

“Todos temíamos que cuando terminara la tregua se reanudaran las acciones militares - comenta fray Francesco Patton -. Pero de todos modos la tregua demostró que, cuando las personas que trabajan entre bastidores negocian eficazmente, se pueden obtener resultados. Espero que continúen las negociaciones para liberar a todos los rehenes. Y que se logren también nuevos y más significativos resultados para alcanzar un alto el fuego estable".

¿Como cristianos de Tierra Santa, cómo están viviendo estas semanas?

“Para los cristianos es un momento muy difícil, sobre todo para los de Belén y Cisjordania: se encuentran en una situación en la que no pueden trabajar. Al principio los profesores de nuestras escuelas no podían llegar, ahora demoran tres horas para recorrer un trayecto de 15 minutos. Los que viven en Belén pasan literalmente hambre porque no hay peregrinos. Y en Israel está la dificultad de la convivencia: el ataque de Hamás del 7 de octubre ha generado una enorme desconfianza en el seno de la sociedad, entre el componente árabe israelí y el componente judío israelí, que pone a prueba a los cristianos, tentados una vez más de abandonar su tierra de origen. Temo que cuando termine la guerra habrá una nueva ola de emigración de cristianos de Tierra Santa".

¿Cómo se manifiesta esa desconfianza?

“Por ejemplo, ya no son capaces de comunicarse con normalidad. Es lo que me cuenta la gente cuando habla de su lugar de trabajo: algo se ha roto. Pero también se puede ver en la calle: te miran con desconfianza si no eres inmediatamente identificable como miembro de su grupo. En los supermercados ocurre lo mismo: aquellos que pueden, evitan al cajero de la otra etnia. Son actitudes que afectan la vida concreta y cotidiana de las personas".

¿Y cómo responden ustedes, que siempre han trabajado por el encuentro?

“Seguimos trabajando por la convivencia y la aceptación recóproca. En nuestras escuelas suele reducirse a dos elementos, cristianos y musulmanes. Pero, por ejemplo, en nuestra escuela de música, la Magnificat, la mayoría de los profesores son judíos israelíes y la mayoría de los estudiantes son palestinos, cristianos y musulmanes. Yo creo que este entorno es una prueba de que la coexistencia es posible. Inmediatamente después del 7 de octubre hubo dificultades, pero profesores y alumnos lograron redescubrir por lo menos esa armonía y aceptación mutua que les permite no sólo hacer su trabajo, sino también relacionarse. Seguimos intentando estar cerca de las personas: sabemos que cuando las emociones son muy fuertes en ambas partes, es mejor hablar poco y escuchar mucho. Hay que dar espacio para que las emociones se expresen. Como dice el Qohélet: hay un tiempo para hablar y un tiempo para callar. Ya llegará el momento de volver a pensar en términos de valores y no simplemente de emociones".

¿Para decir qué?

“Seguimos la línea del Papa Francisco que habla de ser equipróximos en vez de equidistantes. Debemos sentir el sufrimiento de unos y otros y reconocer la dignidad de ambos sufrimientos. Nosotros que de alguna manera somos terceros, que estamos menos involucrados emocionalmente, podemos percibirlo. Pero llegará el día en que unos y otros también tendrán que reconocer el sufrimiento del otro. Es lo que afirmó la portavoz de los rehenes en una entrevista que concedió a L'Osservatore Romano: debemos llegar nosotros a comprender el sufrimiento de los palestinos y los palestinos a comprender nuestro sufrimiento como judíos. Hasta que no lleguemos a eso, simplemente seguiremos teniendo miedo del otro, y el propio sufrimiento, en vez de la compasión, provocará un deseo de venganza, odio y revancha, convirtiéndose en un tumor que corroe desde dentro a las personas y a la sociedad".

¿Qué puede hacer concretamente la comunidad internacional para ayudar a israelíes y palestinos a superar este callejón sin salida?

“Es fundamental que la mirada no sea la de un hincha de fútbol: no es un partido para ganar una copa; aquí está muriendo gente, es una tragedia. Hace falta que todos, desde los que tienen responsabilidades políticas hasta la gente común, abandonen la actitud de hinchas y adopten una mirada que intente comprender el sufrimiento de ambos. Nadie gana. Hay tantos muertos que, incluso si la guerra terminara hoy, ya todos seríamos perdedores. También hay que ayudar a tomar medidas concretas para desbloquear la situación. Con la tregua hemos visto qué importante es la presión de las grandes potencias: la influencia de Estados Unidos y algunos países europeos sobre Israel, la presión de Egipto y los países del Golfo sobre Hamás. Si se ha tenido éxito en lo poco, creo que ahora habría que atreverse a lo mucho. Hoy no se puede hablar de reconciliación. Antes de llegar a eso hay que dar muchos pasos, que de todos modos permiten salvar a las personas, para evitar que los conflictos se resuelvan con atentados o bombardeos. En esto la comunidad internacional tiene la responsabilidad de acompañar los procesos. Porque todos sabemos que al final sólo hay dos alternativas: o se llega a la aceptación recíproca entre israelíes y palestinos o se seguirá buscando la manera de eliminar al adversario. Una solución inaceptable, porque significaría plantear la posibilidad de un genocidio".

Estamos al comienzo del Adviento y la guerra hace estragos en Tierra Santa. ¿Qué se espera de los creyentes en este camino hacia la Navidad?

“El Adviento es el tiempo de la esperanza: los creyentes deben ser aquellos que, a pesar de todos los elementos adversos, siguen esperando incluso contra toda esperanza de que haya una salida. No sucede de la noche a la mañana ni de forma superficial: no pensamos en soluciones mágicas. La esperanza siempre necesita hombres de buena voluntad que trabajen en una determinada dirección. Pero si hoy los cristianos no creemos que esto sea posible, significa que ya no creemos en el poder transformador de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Pero además, yo espero de los cristianos otras dos cosas: en primer lugar, que no actúen como hinchas de fútbol. Y en segundo lugar solidaridad concreta: no somos ángeles, estos hermanos nuestros en este momento también necesitan recursos económicos para salir adelante. Por eso debemos prometernos que, apenas sea posible, regresaremos como peregrinos a Tierra Santa, para dar a los cristianos que viven en Cisjordania la oportunidad de vivir de su trabajo. Y como organizaciones cristianas, cuando termine la guerra, encontremos la manera de ayudar a reconstruir, reiniciando actividades y proyectos que eduquen en la aceptación recíproca y la convivencia. Eso es extremadamente necesario".

 

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