16/03/2022, 10.26
RUSIA-UCRANIA
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Por las sanciones, se vacían las tiendas rusas: 'Nada será como antes'

de Vladimir Rozanskij

Las estanterías están desiertas: el azúcar desapareció, una ensalada vale lo mismo que un plato de ostras, y la carne pasa a ser como el oro. Las autoridades dicen a los ciudadanos que la ayuda llegará de China y Bielorrusia. Para los rusos, la crisis actual es peor que la del Covid-19.

Moscú (AsiaNews) - Estamos en la tercera semana de la llamada operación especial en Ucrania, en la que el ejército ruso está provocando una verdadera catástrofe humanitaria. Las fuertes consecuencias de las sanciones económicas comienzan a sentirse también en Rusia. Los gigantescos centros comerciales tienen un aspecto cada vez más fantasmagórico, las tiendas de comestibles cierran, un gran número de artículos desaparecen de las estanterías: algunos ya no se importan y otros se agotan ante el pánico de los consumidores.

En la región de Pskov, por ejemplo, ha desaparecido el azúcar, tras la corrida de febrero para acopiarla. Irina Eršova, una profesora de la provincia de Novosokolniči que también es miembro del concejo deliberante local, dice a Sever.realii que "el azúcar refinado es nuestra verdadera moneda local, y ahora las reservas de sal también están siendo atacadas... los más listos se están abasteciendo de té y café de alta calidad, aceitunas y mariscos". Los precios han subido mucho: las coles son más caras que las bananas, las patatas alcanzan los 80 rublos (casi un euro por kilo) y los precios de todos los cereales se han disparado. El pan también está en alza, mientras que los alimentos para bebés, para mascotas y todos los productos importados están desapareciendo de las estanterías.

Una campesina de la provincia de Velikoluksk, Nadežda Kotkova, está ilusionada: llegó al supermercado justo cuando descargaban el azúcar. "Lo logramos, la compramos por 55 rublos, cuando en las tiendas cuesta más de 70". La mujer explica que la harina "Makfa" ha subido a 90 rublos: "La uso mucho, el aceite también es muy caro, los paquetes de pastas se han reducido de 600 gramos a 400; conseguí comprar una docena antes de la enésima subida de precios, todo por culpa de la guerra, esperemos que acabe al menos en Semana Santa... de todos modos, ya no será como antes".

Otras personas señalan con ansiedad la creciente escasez de medicamentos, especialmente los importados: los remedios que se fabrican localmente no curan todas las enfermedades. Además, los precios de todos los productos nacionales siguen subiendo, como los neumáticos para las ruedas de los coches, que en Rusia hay que cambiar dos veces al año. Un cambio de neumáticos cuesta ahora 5.000 rublos, cuando la semana pasada costaba 3.500, como cuenta otro diputado local, Nikolaj Kuzmin: "Esto es fruto de las victorias geopolíticas... Me gustaría preguntar a nuestros dirigentes qué esperaban cuando iniciaron su operación especial. Desde luego, no fue la OTAN la que subió los precios un 40%".

En Carelia escasean los productos electrónicos y los electrodomésticos, pero los dirigentes de la capital, Petrozavodsk, aseguran que "pronto llegarán los envíos desde Bielorrusia, un Estado amigo". Sin embargo, no se sabe a qué precios, en parte por la inestabilidad del rublo, que está obstaculizando la producción y distribución de muchos bienes. Bielorrusia no podrá hacer gran cosa, y las expectativas se centran en China, aunque también en este caso hay muchas incógnitas. Un operario del centro de electrónica "Eldorado" está convencido de que "todo se estabilizará, quizá en uno o dos años".

Incluso los que trabajan para empresas extranjeras, como Adidas o McDonald's, se aferran a la esperanza: "Por ahora seguiremos recibiendo nuestros salarios según el contrato. Quizás vuelvan en un tiempo, (las empresas) no querían irse del país".

Los bloqueos debido a las sanciones ya habían comenzado en 2014 tras la anexión de Crimea. Muchos recuerdan ese periodo como un ajuste extenuante, pero no imposible. En aquel momento no había una operación especial de Putin en marcha, mientras que hoy prevalece el desconcierto entre los trabajadores y empresarios rusos. El propietario de la cafetería más importante de Petrozavodsk es un ruso de origen chino, Roman Li, y se queja de que "incluso los proveedores que quieren seguir trayendo cosas no saben cómo hacerlo, no hay aviones ni barcos disponibles".

Una simple ensalada "iceberg" con pimientos cuesta tanto como un plato de ostras, y la carne pasó a ser como el oro. Los locales están cada vez más vacíos y luchan por mantenerse a flote, a pesar de las medidas de apoyo del gobierno: suspensión de inspecciones, ampliación de licencias y pago de vacaciones asegurado, todas cosas que ya se concedían durante la pandemia: "Pensábamos que ese periodo nos fortalecería, pero ahora parece una tontería al lado de esto ”.

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