Presiones y soledad: el duro día a día de un estudiante chino de bachillerato
Nueve horas de clase al día más deberes por la tarde, esperar a los padres, ansiedad por el gaokao, el examen que abre las puertas de las mejores universidades. Un estudio reciente revela la sensación generalizada de no estar nunca a la altura. El relato de los largos años de «política del hijo único» aflora también en las dificultades relacionales de los adolescentes de hoy.
Pekín (AsiaNews) - Son las 21.10 de una cálida tarde de finales de marzo y en un momento el patio de uno de los institutos de secundaria más prestigiosos del sudeste de China se llena de estudiantes, listos para dirigirse ordenadamente a sus dormitorios. Así termina la típica jornada de un estudiante de secundaria chino, cuyo despertador suena muy temprano por la mañana, normalmente no más tarde de las 6.30 horas.
A las 7.40, las notas de The Sound of Silence, de Simon&Garfunkel, anuncian por los altavoces del campus el comienzo de las actividades educativas. Los primeros 20 minutos se dedican al repaso, tras lo cual se alternan cinco horas de lecciones, de 8.00 a 12.10. Tras la pausa para comer, a las 13.20 se vuelve a las aulas para otras cuatro horas, hasta las 16.45. De 16.45 a 18.00, los alumnos tienen tiempo de cenar en el comedor, antes de que comience la última fase de la jornada escolar, la dedicada a hacer los deberes asignados por los profesores, que termina precisamente pasadas las 21.00.
Como es bien sabido, los adolescentes chinos pasan mucho más tiempo en la escuela que sus coetáneos occidentales. En una cultura que siempre se ha definido como «centrada en los exámenes» como la china, el aprendizaje ocupa un papel central en la vida de los jóvenes, sobre todo de cara al examen final del segundo ciclo educativo, conocido como gaokao. Este último, de hecho, se considera decisivo para su futuro: la nota obtenida determina el acceso a las mejores universidades y les permite ser más competitivos en el mercado laboral.
Dada la importancia concedida a la educación y a esta última etapa del itinerario formativo, los jóvenes chinos están sometidos a una gran presión escolar, con evidentes repercusiones en su bienestar psicológico. De hecho, los datos de la última encuesta nacional sobre la salud mental de la población china, que data de 2023, revelan que más del 40% de los estudiantes de secundaria sufren trastornos del estado de ánimo. Encuestas anteriores también muestran que el 19,3% de los jóvenes chinos han tenido pensamientos suicidas, alimentados principalmente por la excesiva presión escolar y los conflictos familiares.
Según uno de los estudios más recientes sobre el tema, realizado sobre una muestra de veinte alumnos de un instituto de Sichuan, el principal factor de estrés de los estudiantes chinos de secundaria reside en las altas expectativas que ellos, sus profesores, padres y familiares depositan en el rendimiento escolar. Expectativas que, sin embargo, no siempre se cumplen en la realidad, lo que a menudo provoca sentimientos de culpa.
Sun, uno de los chicos entrevistados por los autores de la investigación, admitió: "Creo que mi estrés proviene principalmente del hecho que las expectativas que mi familia tiene de mí no se corresponden con mi situación real. Mis padres han construido mucho y han tenido mucho éxito. Les admiro. Esperan que yo alcance un rango más alto en la escala social que el que ellos han logrado, pero yo creo que... basándome en mi rendimiento académico actual, es muy poco probable".
Igualmente significativo es el testimonio de Zhao: "Mis notas siempre han sido buenas desde la infancia y mis padres tenían grandes expectativas para mi futuro. Luego, al entrar en el instituto, mis resultados en los exámenes no fueron los ideales, había demasiados estudiantes brillantes, así que mis padres se enfadaron mucho. Desahogaban su descontento diciéndome lo brillantes que eran los hijos de los demás y no tenían en cuenta cómo me sentía yo ni si podía soportarlo. También me decían palabras muy hirientes, y yo me sentía muy herido, y no me atrevía a refutarlas, porque si las refutaba de verdad, mis padres podrían llorar...".
Ante el desmoronamiento de sus certezas y los primeros fracasos inesperados, los jóvenes chinos se encuentran desarmados. Como atestigua Fei, un profesor con dos décadas de experiencia docente: "Muchos estudiantes se consideraban genios porque habían obtenido excelentes resultados en la escuela primaria y secundaria. Pero al entrar en el instituto, descubrían que tenían muchos problemas en el estudio que no podían resolver. Fue entonces cuando empezaron a dudar de sí mismos y perdieron la motivación hasta el punto de renunciar a sí mismos'.
Este sentimiento de frustración también se ve alimentado por el hecho de que los institutos chinos son entornos muy competitivos en los que es difícil destacar. Este entorno dificulta la posibilidad de forjar fuertes lazos interpersonales entre los compañeros de clase y de encontrar consuelo compartiendo los propios sentimientos con los demás.
Además, en caso de conflicto entre compañeros, los adolescentes chinos tienden a reprimir la ira y el descontento, lo que favorece el mantenimiento de buenas relaciones interpersonales en el contexto escolar, con repercusiones en su bienestar psicológico. Según los investigadores, la razón de este comportamiento no sólo se debe a factores culturales -la sociedad china valora el concepto de armonía confuciana (hexie) en las relaciones interpersonales-, sino también a la falta de habilidades interpersonales de los jóvenes.
Esto se debe principalmente a que muchos de ellos, al ser hijos únicos, carecen de las condiciones naturales para adquirir y practicar estas habilidades en el entorno familiar. El uso excesivo de teléfonos móviles ha reducido aún más la posibilidad de practicar la interacción con personas reales, del mismo modo que el disfrute de programas de televisión, películas y novelas ha distorsionado y engañado la percepción de las relaciones sociales.
Las relaciones amorosas merecen un debate aparte. Dado que las normas escolares no animan a los estudiantes de secundaria a establecer vínculos afectivos con personas del sexo opuesto, y menos aún con personas del mismo sexo, sus sentimientos permanecen inexpresados la mayor parte del tiempo.
También crea malestar entre los estudiantes chinos la relación, a menudo conflictiva, con sus padres. Estos últimos, además de tener expectativas muy altas sobre el rendimiento académico de sus hijos, a veces adoptan una actitud controladora hacia ellos, restringiendo su intimidad. Una chica apellidada Wong declaró al respecto: «Los padres siempre dicen que me crean un ambiente de aprendizaje relajado. En realidad, lo que hacen es presionarme mucho, lo que hace imposible que consiga realmente ese tipo de relajación interior».
Algunos alumnos, en cambio, sufren por estar lejos de sus padres, con los que sólo pueden reencontrarse una vez al mes, porque viven en localidades alejadas de la escuela.
Analizando el problema de forma más específica, un estudio publicado en 2023 en la revista Psychology Research and Behaviour Management revela que los que más sufren el estrés escolar son los adolescentes de familias con bajos ingresos, porque tienen un acceso más limitado a los recursos educativos necesarios para sus necesidades específicas. Otra categoría de riesgo es la de las adolescentes, ya que éstas suelen ser más sensibles emocionalmente que sus compañeros varones. Tampoco hay que pasar por alto el impacto que la pandemia del COVID-19 ha tenido en el bienestar psicológico de los jóvenes chinos.
En los últimos años, el gobierno central ha intervenido masivamente para abordar el problema de la salud mental de los estudiantes. Además de reformar el sistema gaokao, en 2019 puso en marcha el Plan de Acción China Saludable (2019-2030), un programa de medidas destinadas a salvaguardar la salud de los ciudadanos chinos y, en particular, de los más jóvenes. Mientras que, más recientemente, se promovió el Plan de Acción Especial para Reforzar y Mejorar Integralmente el Trabajo de Salud Mental de los Estudiantes en la Nueva Era (2023-2025), un plan destinado a fortalecer la atención de salud mental en las escuelas chinas. Se están adoptando nuevas medidas a nivel local.
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