25/04/2023, 13.46
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Riad: diplomacia, reformas y derechos (negados). Silicon Valley en salsa de Saudita

de Dario Salvi

El reino quiere convertirse en el principal centro digital y tecnológico de la región. El nacionalismo de Bin Salman ha suplantado al wahabismo religioso. Entretenimiento y modernidad, pero sólo con la concesión del Estado. El nodo de las infraestructuras y la fibra óptica. Los cambios sociales se reflejan en el mercado inmobiliario. 

Milán (AsiaNews) - Diversificación en el ámbito económico, activismo en el campo diplomático comenzando por reanudar las relaciones con Teherán (rival chiita en la región) y dialogar con los rebeldes hutíes proiraníes en Yemen, reformas sociales y nacionalismo para suplantar al islam wahabita. Arabia Saudita ha realizado cambios radicales en los últimos años que van de la mano de una profunda mutación de las políticas impulsadas por el príncipe heredero Mohammed bin Salman (MBS), que ha pasado del enfrentamiento militar al diálogo, al menos en el plano externo. De hecho, si en el frente interno Riad sigue utilizando la mano dura -y la pena de muerte- para reprimir cualquier forma de disidencia, al otro lado de la frontera ha puesto en marcha políticas de distensión -desde la República Islámica hasta Yemen- con la mirada puesta en la seguridad y el crecimiento económico.

Wahabismo y nacionalismo

La referencia sigue siendo la ambiciosa "Visión 2030", fuertemente impulsada por el propio bin Salman, un radical plan de transformación económica y financiera que pretende liberar a la nación del petróleo y los hidrocarburos reforzando las industrias del turismo y el entretenimiento. Sin embargo, el verdadero objetivo es convertir al antiguo reino wahabita, referente de la Sunna y de la peregrinación religiosa islámica a La Meca y Medina, en un moderno centro financiero, tecnológico y de innovación. 

Cuando en 2016 se presentó la "Visión 2030", MBS aún no era príncipe heredero. Hoy es también primer ministro y es el verdadero hombre fuerte que determina las políticas sauditas, dentro y fuera del país, persiguiendo una diversificación de alianzas internacionales que han llevado al país a reconectarse con Irán y dialogar con Israel, aunque sin terminar en el abrazo de los "Acuerdos de Abraham". Y también mantener vivo el eje con Washington en el que el demócrata Biden ha ocupado el lugar del republicano Trump, sin desdeñar las iniciativas diplomáticas -y el dinero- de Beijing, que mira a Medio Oriente con creciente interés.

Un reformismo que encuentra en el megaproyecto de Neom, la ciudad futurista a orillas del Mar Rojo y que ya está concretada en un 20%, el escaparate más significativo con los jóvenes como punto de referencia, en una nación donde dos tercios de la población tiene menos de 35 años. Acompaña a esto el plan de "deswahaabización" creciente, en el que se deja de lado la interpretación más estricta del Islam y se aparta a los líderes fundamentalistas, en favor de un nacionalismo que deja un espacio marginal a las libertades y los derechos. Las concesiones, en efecto, siempre vienen "de arriba" y las minorías religiosas, los grupos étnicos y la sociedad civil siguen bajo el yugo de fuertes restricciones o son perseguidos, así como sigue siendo generalizado el recurso a la pena de muerte.

Silicon Valley en salsa saudita

Analistas y expertos destacan el ambicioso proyecto impulsado por los sauditas en el campo de la tecnología, con el intento de convertirse en el "Silicon Valley" de la península arábiga, aunque se necesiten más centros e infraestructuras para establecerse como un gigante de la web. Y vencer la competencia de Emiratos Árabes Unidos (EAU), que en materia de reformas y cambios ha sido un modelo que, en muchos aspectos, sigue siendo inigualable hoy en día a pesar del empeño -y el dinero- de Riad. Sobre la mesa quedan, sin embargo, las inversiones multimillonarias que hicieron los sauditas en centros de datos, metaversos y cables de fibra óptica. Actores de la red mundial como Microsoft, Google, Oracle, Meta y Apple miran al reino con interés, atraídos por el enorme capital del que disponen, el elevado uso de Internet y los planes de desarrollo para el futuro. Fahad Alhajeri, Consejero Delegado de Center3, filial de la Saudi Telecom Company (STC), confirma que el objetivo es convertirse en "el principal centro digital" que conecte los tres continentes de "Asia, Europa y África, además de dirigir la mayor parte del intercambio de Internet y del tráfico de datos de la región". 

Ya en la actualidad, Arabia Saudita puede considerarse un gigante digital, pues alberga más del 55% de la cuota de mercado de telecomunicaciones de la región y el 51% de las industrias de tecnologías de la información, según datos de Goldstein Research. El nivel de penetración de Internet en la vida cotidiana y en la sociedad es del 98%, a pesar de que el gasto de los consumidores en tecnologías de la información sólo representa el 0,7% del PIB, frente al 1,3% de los países desarrollados, lo que refleja el amplio margen de crecimiento disponible. Y ese crecimiento está por llegar. Se espera que los servicios en la nube en Arabia Saudita alcancen los 10.000 millones de dólares en 2030. Google ha creado una empresa conjunta con el gigante petrolero estatal Aramco. Microsoft invertirá 2.500 millones de dólares en un nuevo data center cloud. El gigante tecnológico chino Huawei invertirá 400 millones de dólares en la nube. En mayo, Meta, la empresa madre de Facebook, abrirá en Riad la primera academia metaverso de la región para formar a personas en la construcción de nuevos entornos digitales. Por último, Apple está a punto de ubicar su primer centro de distribución en Medio Oriente, cerca de la capital. La red de fibra óptica, por la que circula el 95% del tráfico mundial de Internet, será fundamental para alcanzar estos objetivos. De ahí la decisión de los sauditas de crear una infraestructura local.

Sociedad y derechos

Los cambios económicos y financieros que se están produciendo también tienen un profundo impacto en la esfera cultural, con una transformación que afecta a la sociedad y a la familia. Los sauditas se casan cada vez más tarde y tienen cada vez menos hijos, lo que altera las unidades familiares y afecta al mercado de la vivienda. Entre los nuevos modelos femeninos se encuentran mujeres poderosas, y aumenta el número de las que se establecen en el ámbito profesional o diplomático, como las diversas embajadoras en países occidentales. Riad es cada vez más un foco de transformación, a la espera de que se termine la futurista Neom, y los precios de casas y pisos suben a un ritmo sin precedentes. Los jóvenes tienden a abandonar sus familias de origen cada vez más pronto, lo que provoca un descenso de la demanda de megapisos en favor de pisos más pequeños pero funcionales, según confirma la consultora inmobiliaria Knight Frank.

De las aproximadamente 555.000 unidades residenciales en construcción para finales de la década, la mayoría tendrán un precio de al menos un millón de dólares. La empresa encuestada por al-Monitor afirma que "estamos asistiendo al declive de la familia multigeneracional", mientras que cada vez más personas, sobre todo jóvenes, "son migrantes internos en busca de mejores perspectivas profesionales". A esto se añade una creciente educación en el extranjero, una mayor conciencia en cuanto a la vida y los objetivos, y la búsqueda de un estilo de vida comunitario. Al cambiante y afirmado mundo de la juventud le sigue una industria del entretenimiento -dirigida por el Estado- que mira con creciente interés los parques temáticos, los festivales, el cine y los deportes (desde el fútbol a los deportes de motor). Por último, hay cambios en las escuelas y los libros de texto, donde el pasado preislámico encuentra un lugar y se eliminan los pasajes más intolerantes hacia judíos y cristianos, así como la introducción del chino como tercera lengua y la práctica del yoga en escuelas y universidades. Sin embargo, las reformas se detienen en el umbral de los derechos humanos y la libertad religiosa. De hecho, el Islam sigue siendo la única religión reconocida en la tierra de La Meca y Medina, mientras que las iglesias, sinagogas y templos quedan fuera de los límites. Por último, otro motivo de preocupación para empresas e inversores se refiere a la privacidad digital y la vigilancia, dada la introducción de la Ley de Protección de Datos Personales (PDPL) en marzo de 2023. Una normativa que acabó en el punto de mira de grupos activistas como Smex, según los cuales podría permitir violaciones de la privacidad y agujeros en la protección de datos.

 

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