21/11/2025, 11.42
IRAK
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Sínodo caldeo: un «nuevo gobierno» para Irak y la salvaguarda del «futuro de los cristianos»

En Bagdad se celebra la sesión ordinaria anual de la Iglesia iraquí, presidida por el cardenal Sako y con la presencia de 20 obispos. En la declaración final se subraya la importancia del «espíritu de equipo» para archivar las divisiones del pasado. Una advertencia sobre el respeto de las «cuotas» para proteger su presencia en las instituciones.

Bagdad (AsiaNews) - La formación en breve de un nuevo gobierno para Irak tras las elecciones parlamentarias del pasado 11 de noviembre, el futuro de los cristianos que aún hoy sufren la negación de sus derechos y la emergencia migratoria, junto con la preocupación por los conflictos en la región de Oriente Medio. Estos son los puntos centrales de la sesión ordinaria anual del Sínodo caldeo, programada del 17 al 22 de noviembre en la sede patriarcal del distrito de Mansour, en Bagdad, esbozados en la declaración final enviada para su conocimiento a AsiaNews en vísperas de la conclusión de los trabajos. Bajo la presidencia del primado caldeo, card. Louis Raphael Sako, se reunieron 20 obispos, con la única excepción de los eméritos mons. Ibrahim Ibrahim, mons. Gabriel Kassab y mons. Shlemon Warduni, lo que confirma una unidad recuperada que archiva una fase de críticas internas al episcopado.

Los trabajos, subraya la nota, se desarrollaron en un clima de «armonía» y «espíritu de responsabilidad», partiendo de la solicitud de «bendición paterna» enviada en una carta al papa León XIV para responder mejor a las «necesidades materiales, morales y espirituales del pueblo». En materia de política interna, el Sínodo desea «unidad y soberanía», además de la promoción del «concepto de ciudadanía», de «la paz y la estabilidad, la ley, la justicia y la igualdad», que son prioridades a las que deberá responder el próximo ejecutivo.

Las rápidas transformaciones internacionales, los conflictos y las guerras en Oriente Medio y en el mundo siguen siendo motivo de «preocupación», al igual que «el sufrimiento de los cristianos». De ahí la petición de «medidas concretas para garantizar el respeto de sus derechos, tratarlos como ciudadanos con los mismos derechos en términos de representación y empleo, y utilizar sus competencias para el progreso». Y el primer paso, advierten los obispos caldeos, es respetar «el sistema de cuotas» que se ha establecido precisamente para «preservar la representación cristiana». 

A continuación, el Sínodo esbozó algunas directrices en las que basar el trabajo en el futuro: en primer lugar, el trabajo basado en el «espíritu de equipo» para servir a la Iglesia y superar las tensiones internas del pasado reciente, con una perspectiva de «unidad» en la misión; luego está el llamamiento a la «renovación litúrgica» para adaptarla a los «cambios culturales y sociales» en el espíritu del Concilio Vaticano II; por último, la referencia al «diálogo ecuménico con las Iglesias hermanas» ante un «destino común» según el principio de «apertura, escucha, cooperación y respeto». 

Por último, el patriarca Sako y los obispos caldeos esbozaron algunas «decisiones específicas», entre las que se encuentran: el apoyo a las instituciones patriarcales como el seminario, el Babel College y los institutos educativos; proteger a los niños del acoso y los abusos; continuar con el tema de la beatificación de los mártires y santos caldeos; reforzar el papel de la Iglesia caldea en el diálogo con el Islam para consolidar los valores de la reconciliación, la paz y la convivencia y preservar el patrimonio caldeo, los yacimientos arqueológicos y los manuscritos, además de la posibilidad de crear un centro caldeo o un museo caldeo; un último punto mira hacia el futuro recordando la importancia de elegir «nuevos obispos para la Iglesia».

Al inicio de los trabajos, el cardenal Sako había recordado la importancia de «respetar las decisiones del Sínodo y encontrar medios eficaces para aplicarlas en las diócesis como signo de unidad episcopal». El primado caldeo se detuvo luego en la crisis de las vocaciones, que no se debe a «la ausencia de jóvenes dispuestos a entregarse», sino a «la atmósfera tóxica que los domina a través de las redes sociales. A menudo sufren de inestabilidad psicológica, pero tampoco las críticas entre el clero los animan». De ahí el llamamiento a los obispos para que se esfuercen por una correcta «maduración de los jóvenes». Entre las notas negativas recordadas por el cardenal se encuentran el trabajo y los llamamientos a la «unidad» entre las diversas Iglesias de Irak, que «hasta ahora no han tenido seguimiento debido a la lealtad de algunas Iglesias a los partidos políticos y al temor de otras a ver reducido su peso». Ampliando el análisis a la política, el cardenal concluye subrayando que «el objetivo de la Iglesia es iluminar la conciencia sobre las cuestiones que afectan a la vida de las personas en su dignidad y sus derechos fundamentales. Denuncia la injusticia y pide la aplicación de la ley, el concepto de ciudadanía y el logro de la paz y la seguridad. Es lo que hemos hecho y lo que estamos haciendo».

 

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