24/10/2016, 14.52
BANGLADESH
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Superior del PIME en Bangladesh: la alegría de mi misión en medio de los tribales, con pueblos enteros que se convierten

El Pbro. Michele Brambilla narra los 10 años de misión al servicio de los tribales del lugar. En el norte del país, la Iglesia “debe ser construida desde los cimientos”. En el 2013 se convierte en el primer párroco de Kodbir. La misión está diferenciada en varios campos: el anuncio del Evangelio, educación; la asistencia a los enfermos; la ayuda económica. Desde el años 2015 dirige el hospital diocesano de Dinajpur. “Los musulmanes e hindúes también necesitan de una palabra de consuelo”.

Dinajpur (AsiaNews) – “Lo más bello de misión fue formar a catecúmenos para que pudieses llevar la palabra de Dios por los pueblos. Y gracias a este trabajo, 10 aldeas pidieron volverse cristianas. Eso testimonia cuánto se comparte el mensaje cristiano, cuando una comunidad entera comparte juntos todos los momentos, desde el bautismo hasta la muerte”. Es lo que dice el Pbro. Michele Brambilla, superior regional del PIME (Instituto Pontificio de misiones extranjeras) en Bangladesh. Y cuenta a AsiaNews cómo han sido sus 10 años de misión en el país asiático, adonde fue invitado para servir a la población tribal. “Aquí, la Iglesia debe construirse desde el principio”, cuenta, y para “mí, como misionero, hay una sola cosa que es la alegría más grande: ver a la comunidad que hace un camino y que lo lleva a término. Se puede construir de todo si se tiene dinero –escuelas, dispensarios-, y cuando ocurre, es algo bello de ver. Pero mucho más bello todavía es ver el itinerario de un pueblo, que da un paso adelante y dos atrás, pero que al final, recibe la vida cristiana”.   

El padre Brambilla es originario de Pessano con Bornago, cerca de Milán, y cuenta que su vocación misionera maduró de muy joven, cuando, siendo pequeño, leía la revista “Italia Missionaria” (Italia Misionera, actualmente “Mondo e missione”, ndt) que era editada por los padres misioneros del PIME. En el contexto familiar desarrolla su opción de vida, observando el ejemplo de un tío sacerdote de la congregación a la cual pertenece,  y de un hermano que trabajó durante varios años en China, antes de ser expulsado.

Recordando sus años de juventud, el misionero cuenta que “también pensó en el matrimonio, puesto que tenía frente a mí el ejemplo del gran amor de mis padres”. Pero luego llegó lo que él llama una “intuición: el hecho de que quizás, lo que había hecho hasta ese entonces no era todo”.

Se confía a un sacerdote del PIME y comienza un camino de discernimiento con otro misionero, el Pbro. Alberto Caccaro, que actualmente está trabajando de vuelta en Camboya. Luego de los estudios del seminario en Roma y Monza, y tras un breve período transcurrido en Detroit para perfeccionar el dominio del idioma inglés, en el 2007 el padre Brambilla obtiene su destino misionero: Bangladesh.  

Aquí, en Dinajpur, en el norte del país, comienza su verdadera y auténtica misión, al servicio de las minorías tribales, en su mayor parte de etnias santal y oraon.

En el año 2009 es destinado a la parroquia de Dhanjuri como asistente del párroco. Un lugar de orígenes antiguos y fundado por los sacerdotes del PIME. “No había ni un bengalés –recuerda: el párroco era oraon, y el asistente khota”. Durante tres años, se ocupa particularmente de la pastoral en las aldeas, donde lleva adelante la catequesis y se encuentra con la población.

Al concluir esta primera tarea asignada, en el año 2012 es destinado a Kodbir, en la que fuera el sub-centro de la parroquia de Dhanjuri. Allí inicia una obra misionera “ardua, pero gratificante, puesto que la zona se encuentra en la frontera con la India y las aldeas son habitadas mayormente por tribales que no son cristianos”.

La alegría más grande, cuenta, “ocurrió el 16 de noviembre de 2013, cuando el sub-centro se convirtió en una verdadera y auténtica parroquia”. A partir de una pequeña construcción de dos habitaciones, edificadas para hospedar al padre Brambilla y a otras dos hermanas que junto a él iniciaron “esa aventura”, actualmente la parroquia “es autónoma y abarca 42 aldeas santal, de las cuales seis son mayoritariamente cristianas, En otras 22 hay algunos cristianos, en tanto el resto no son cristianas”.

El superior regional informa que en Kodbir –donde se desempeñó como primer párroco- el diferenció la obra misionera en varios campos: “El anuncio del Evangelio en la persona de Cristo; la educación de los chicos; la asistencia médica a los pobres y a los enfermos: la ayuda económica a las comunidades locales de modo de mejorar sus condiciones de vida”.

En el campo educativo, la parroquia gestiona una “escuela primaria para todos, a la que asisten chicos católicos, tribales y musulmanes”. “Todos son bienvenidos” refiere, prescindiendo de cuál sea su pertenencia religiosa, “y hoy se cuentan 163 en total”. Los jóvenes reciben una ulterior formación sirviendo en las casas de las otras misiones. En cuanto a la asistencia en el ámbito de la salud, en la parroquia se desempeñan las Misioneras de la Inmaculada (Congregación femenina, asociada al PIME), que “manejan un dispensario médico, donde son atendidos sobre todo los musulmanes. Los enfermos pagan sólo los medicamentos, en tanto las consultas y la atención médicas de las hermanas son ofrecidas de manera totalmente gratuita”.  

Desde el punto de vista social, el sacerdote explica que en Kodbir “está presente una Credit d’union, una especie de cooperativa de crédito donde las personas pueden pedir un préstamo a tasas muy accesibles”.

Según el padre Brambilla, estar en misión es “ponerse en la cabeza del otro” y esto se traduce incluso en las pequeñas cosas, como es la gestión de la Credit d’union: “ Tomé a mi cargo esto, no porque soy el párroco, sino porque esto era útil para algunos, en tato yo era un punto de referencia. Y para hacerlo, tuve que estudiar mucho”. “La experiencia más hermosa de todos estos años –cuenta- ha sido formar a cristianos para que pudiesen difundir la Palabra de Dios y guiar la oración del domingo en las aldeas. Por eso, con mis dos catequistas que trabajan a tiempo completo y con una hermana, hemos formado un ‘syllabus’ (un programa, ndt) destinado al catecumenado, es decir a la preparación de las personas no cristianas que deben abandonar algunas de las tradiciones tribales. Y en estos tres años, son 10 las aldeas que han pedido volverse cristianas”.

Hoy  “en total, los catecúmenos son cerca de 300, pero aún no sabemos cuándo estarán listos para recibir el bautismo. Como máximo, el camino de acercamiento a la vida cristiana dura cerca de cinco años, durante los cuales los tribales deben renunciar a la cultura y a las creencias. Pero no existe un tiempo preestablecido”. El padre Brambilla recibió el nombramiento como superior regional de su orden en noviembre de 2015: “No me lo esperaba, creía que aún tenía que desarrollar más el trabajo en las aldeas”. “Siempre llevaré la experiencia de Kodbir en el corazón –afirma-, porque allí encontré vínculos humanos auténticos”.

En Dinajpur dirige el St. Vincent Hospital, el hospital diocesano local, lugar donde acuden la mayoría de los musulmanes. “En el hospital brindamos atención a todos, y somos bien vistos por la gente, sobre todo por la presencia de las hermanas, que mantienen todo limpio y en orden”. “Cada tanto, cuando tengo el tiempo – admite, como conclusión- doy una vuelta por las diferentes unidades o sectores, porque me doy cuenta de que los enfermos necesitan de una palabra de consuelo. Y esto también les ocurre a los musulmanes e hindúes. Doy un pequeño ejemplo: en el exterior de la sala de nursery donde están los niños recién nacidos en sus cunas, hay una gran imagen de la Virgen. Cada día, se encienden de 10 a 15 velas a los pies de la Virgen, dependiendo del número de niños nacidos. Si tenemos en cuenta que sólo es dado a luz un niño cristiano al día como máximo, se sobrentiende que las demás velas son encendidas por fieles de otras religiones”. 

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