27/01/2017, 12.24
EGIPTO
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Tranquilo aniversario de la “Primavera árabe”, en medio de una crisis económica y alertas de terrorismo

de Loula Lahham

El presidente egipcio habló de un punto de bisagra en la historia de Egipto. Un signo del deseo de cambio de la población. La caída en el turismo y la inflación agravan una economía que ya estaba en dificultades. Se mantiene cerrada la estación de metro de plaza Tahrir, y en las calles no se ven  celebraciones masivas ni episodios de violencia. 

El Cairo (AsiaNews) – En su discurso oficial en ocasión del sexto aniversario de la revolución del 25 de enero de 2011, el presidente egipcio Abdel-Fattah Al-Sisi ha confirmado que esta revolución representará para siempre un punto de bisagra en la historia de Egipto. La misma, según explica el jefe de Estado, ha manifestado el deseo de cambio de los egipcios, que han querido construir un porvenir mejor para este país.

En enero de 2011, cientos de miles de egipcios salieron a las calles para protestar contra quien  entonces era presidente, Hosni Mubarak, reivindicando sus derechos, dignidad y mejores condiciones de vida. Las manifestaciones, que en un primer momento fueron guiadas por jóvenes, y que se desarrollaron tras la estela de las protestas en Túnez, fueron rápidamente sofocadas en enfrentamientos abiertos, con cientos de víctimas. El lugar que se tornó símbolo de la revuelta fue la plaza Tahrir, en El Cairo, donde las marchas devinieron en un acampe permanente. 

La revuelta condujo a la renuncia de  Mubarak, presentada el 11 de febrero, que después de 30 años, dejó la conducción del país en manos de las fuerzas armadas. Le siguieron las primeras elecciones, que llevaron a la victoria de los Hermanos musulmanes, liderados por Mohammed Morsi.

Distinta ha sido, en cambio, la revolución popular de junio de 2013, en la cual se pedía el alejamiento de Morsi y cuyo objetivo fue corregir la trayectoria impresa al país: de ésta ha de destacarse que logró salvar a la nación de la ruina y de la destrucción. 

Se trata de palabras que pueden ser compartidas de manera teórica. Pero en la vida cotidiana y práctica de 100 millones de egipcios, esto ha dado lugar a una crisis económica que se agudiza cada día más: el precio de los alimentos ha aumentado en promedio un 33%, con un crecimiento récord en el precio del arroz, que ha subido casi un 77%. Los servicios médicos han trepado un 33%, el transporte subió un 30%, el tabaco un 25%, los electrodomésticos registran un 43% y las prendas de vestir un 25%.  

La inflación mensual ha registrado un incremento del 3,4% en diciembre en comparación al mes anterior. Simultáneamente, ésta ha crecido un 5% en noviembre, contra el 1,8% registrado en octubre pasado.

De acuerdo a lo referido por Tarek Amer, quien dirige el Banco Central de Egipto (BCE), el turismo –que conforma la principal fuente de ingresos de la economía egipcia- ha aportado ganancias muy bajas en el último período. Los ingresos se han frenado en un volumen de 3,4 millardos de dólares, mientras que en el 2011 éstos habían aportado a las arcas del Estado más de 11 millardos de dólares. Una caída de casi 220%.

Una situación se explica por la inestabilidad de la región, agudizada por problemas vinculados a la seguridad y al terrorismo: muchos turistas, hoy, prefieren transcurrir sus vacaciones en regiones del planeta que son consideradas más seguras.

En efecto, el turismo es un elemento estratégico de la economía egipcia, y su caída es una de las razones del déficit en la balanza de pagos, que sumaría, al día de hoy, unos 20 millardos de dólares. En el 2010 éste era de sólo cuatro millardos de dólares. Todo esto, agrega Tarek Amer, ha empujado al BCE a intervenir en la situación, para tener bajo control una situación que es alarmante, dejando fluctuar la lira egipcia.  

Por otro lado, las exportaciones egipcias también han sufrido una caída, pasando de 24 a 19 millardos de dólares en el mismo período, mientras que las importaciones han crecido de 49 a 57 millardos de dólares en el mismo período, entre 2010 y 2016.

En lo que respecta al resto, el aniversario de la revolución de la “Primavera árabe” –a nivel cronológico la segunda, después de Túnez- nombre acuñado por la administración americana, se ha desarrollado en un clima de calma. Sin manifestaciones callejeras y sin episodios de violencia. 

Tan sólo se ha registrado el cierre de la estación de metro de Sadate, situada en el corazón de la célebre plaza Tahrir, donde cientos manifestantes hallaron la muerte a partir del 25 de enero de 2011. Y a seis años de la fecha, el 25 de enero de 2017, el presidente al-Sisi decidió tomarse las primeras vacaciones tranquilas desde el inicio de su mandato, y, a favor de las cámaras de televisión, en la antigua ciudad de Asuán. 

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