06/03/2017, 13.25
SIRIA
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“Himno a la alegría”: un filme sobre cómo resistir a la tragedia cotidiana de la guerra

Sandra Awad, responsable de comunicación de Caritas Siria, encierra en un cortometraje el drama cotidiano de la guerra. Cada día “debemos luchar” por el agua, la energía eléctrica, la calefacción. La sinfonía, al igual que los muros interiores, se vuelve un modo de sobrevivir a la violencia y a la destrucción. La alegría “más grande”, ayudar a los demás. Occidente, ayúdennos a encontrar de nuevo “nuestra dignidad”. 

Damasco (AsiaNews) - “Luego de seis años de guerra, hemos llegado a un punto en el cual cada día debemos luchar para poder hacernos de los recursos más elementales” como el agua, la energía eléctrica, la calefacción. De aquí surge la idea de reconstruir, mediante un cortometraje, “la vida cotidiana” de un ciudadano sirio, un proyecto “nacido hace tres años” y que hoy toma forma. Es lo que cuenta a AsiaNews la responsable de Comunicación de Caritas Siria, Sandra Awad, de 38 años, casada y madre de dos hijos, autora de “Himno a la alegría”. Un filme de aproximadamente cinco minutos de duración, prosigue la activista cristiana, que “se centra en las dificultades, los problemas, las incertidumbres” que la población civil “experimenta a diario en Siria” y que “pido que ustedes compartan” como gesto de solidaridad.   

La idea del filme surgió por primera vez hace tres años, durante una sesión con la psicoterapeuta, en el contexto de un camino emprendido para afrontar las dificultades, incluso psicológicas, derivadas del conflicto. “Me planteé cuáles eran los efectos de la guerra” cuenta Sandra Awad, no sólo en el plano concreto como puede ser estar de luto, la destrucción de las casas, las privaciones. “Había logrado crear una especie de muro –agrega- que me separara de la violencia, para protegerme de la depresión y de la tristeza”.

En realidad, la psicoanalista quería conocer “las presiones cotidianas” a las que las personas que viven una guerra deben hacer frente cada día, como la falta de agua, de electricidad, la emigración de parientes y amigos, los problemas económicos: “Cuando concluyó el discurso –prosigue- sentí que algo dentro mío se había hecho pedazos. Quizás era justamente el muro que me había construido. Y empecé a llorar…”.

De esta confrontación nació la idea de relatar, en un cortometraje, estas dificultades cotidianas, que quienes viven “en Occidente”, en paz, “no pueden comprender a fondo”. “Ustedes lee las estadísticas sobre la pobreza –cuenta la responsable de comunicación de Caritas- , quizás les llegan noticias de los muertos o de derramamientos de sangre, pero no es posible comprender el stress de quien vive el conflicto en carne propia, a diario. La imposibilidad de contar cada día con pequeñas cosas como el agua, el gas, el pan, el aceite para cocinar. Se puede estar en una fila durante 10 horas para conseguir combustible para el automóvil, o viajar durante horas para llegar hasta el lugar de trabajo, atravesando el puesto de control”.

Los jóvenes han “renunciado a pensar en el futuro” y esta situación “a medida que pasan los días, está terminando de matarnos” afirma la activista cristiana.   De aquí surge el proyecto, que por primera vez ha tomado forma desde hace tres años, cuando decidí realizar “un cortometraje”. Sin embargo, en el 2013 la administración “frenó el proyecto” porque pensaba que era “una exageración: recuerdo las palabras de mi jefe, que me decía  ‘¡No es realista! En esa época, agrega “quizás era así”, pero hoy la situación en mucho más grave: “Luego de seis años de guerra, hemos llegado a un punto en el cual cada día debemos combatir para hacernos de los recursos más elementales”. Y de allí el cambio de dirección que han tomado los responsables de Caritas y la idea de apoyar el proyecto.

“El filme –explica Sandra Awad- muestra la vida de un operario de Caritas, que se despierta con el estruendo de las bombas. Y que inicia la jornada en medio de dificultades cotidianas, sin electricidad, sin agua, sin gas… A pesar de que los hechos sean tristes, el joven siempre que se mueve va silbando el Himno a la alegría. Quizás esta sinfonía es parecida al muro que yo había construido dentro de mí para protegerme. Y es el modo que él ha usado para seguir sereno y optimista”,incluso cuando una granada está a punto de embestirlo y matarlo. Él, a pesar de todo, se alza nuevamente y sigue adelante. “Quería dar la idea –agrega la responsable de comunicación de Caritas, de que la alegría más grande en la vida es justamente ayudar a los otros. Y es lo que hacemos cada día en Caritas, aunque nuestro trabajo no sea para nada simple”

El drama de la guerra ha tocado de cerca a los empleados de Caritas Siria, como a la mujer que opera la central telefónica y vive en el distrito Kashkoul, que perdió a su marido al ser alcanzado por un proyectil, al inicio del conflicto. “Hoy, ella se ocupa, sola, de los tres hijos, y el peso de la vida se hace más difícil de sostener a medida que pasan los días”, subraya Sandra Awad. Al mismo tiempo, los operarios de Caritas deben “dejar a un lado” sus problemas, sus sufrimientos y “escuchar a las personas, sus tragedias cotidianas, con comprensión y compasión”.   Si les preguntas de dónde sacan la fuerza, agrega, la mayor parte responden “de la alegría que vemos en los ojos de las personas que ayudamos. Esto, en lo concreto, es el verdadero “Himno a la alegría” de Caritas Siria.

“Después de seis años de guerra, la población está exhausta –concluye la activista cristiana- y el país se ha precipitado nuevamente en la Edad de piedra. Ustedes, en Occidente, ayúdennos a hallar nuevamente alegría y nuestra dignidad sosteniéndonos, a nivel financiero y moral. Y ejerzan presión sobre sus gobiernos, para que pongan fin a las sanciones que vuelven más ricos a los que ya son ricos, y todavía más pobres a los que ya son pobres. Pidan a vuestros líderes que dejen de vender armas y que dejen de permitir el ingreso de yihadistas a Siria. Ayúdennos a reconstruir nuestro país, para que podamos seguir haciendo resonar nuestro ‘Himno a la alegría’”.(DS)

 

 

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