17/12/2015, 00.00
CHINA
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​China, el calvario de las mujeres operarias: si quedas encinta, eres despedida

El calvario de las trabajadoras en el delta del Río de las Perlas: si bien están amparadas por la ley, son expulsadas por la fuerza del mercado del trabajo, sin contribuciones ni posibilidad de apelar jurídicamente. Apenas es comunicado el embarazo, comienzan los maltratos, se las transfiere a otro lugar de trabajo por la fuerza y se suceden los reclamos. Ir ante un juez significa invertir tiempo y dinero, cosas con que las operarias con cuentan.

Guangzhou (AsiaNews/Clb) – Yu Jing fue una de las afortunadas: un tribunal de apelación de Beijing declaró, el 5 de noviembre pasado, que fue despedida de manera ilegal por el hecho de estar encinta, y condenó a su empleador a pagarle un resarcimiento de 62.237 yuan. Yin era empleada en un centro comercial de Beijing desde el año 2009, y había sido promovida a manager a causa de su excepcional desempeño. Pero en el año 2014, poco después de haber comunicado a su supervisor que estaba esperando un hijo, fue transferida a otro centro comercial, ubicado en los suburbios, en otra parte de la ciudad. “Me tomaba tres horas llegar hasta allí, usando el transporte público -contó al Labour Midday News – y, estando embarazada, esto habría sido imposible”. Cuando rechazó el traslado, fue despedida con la acusación de “desobedecer las directivas de la compañía”.

Yin se negó a agachar la cabeza, y denunció a su empleador por despido ilegal. Fue afortunada, porque poseía documentos y pruebas claras y evidentes -entre ellos, mensajes de texto- que probaban que su empleador estaba muy al tanto de su maternidad al momento de su transferencia. El tribunal consideró que la prueba presentada era incontrovertible, y la ley en la materia es muy clara: el artículo 27 de la Ley sobre la protección de los derechos y los intereses de las mujeres encinta dice que “Ninguna entidad puede -en caso de matrimonio, embarazo, licencia por maternidad o lactancia- disminuir el salario de una empleada, despedirla o rescindir un contrato de bienes y servicios”. El artículo 29 (3) de la Ley de Trabajo establece de manera clara que un empleador no puede rescindir un contrato firmado con una mujer  “durante el embarazo, en los días del parto o mientras está en período de lactancia”.

No obstante existe esta amplia protección legal, son muchísimas las mujeres que son despedidas mientras cursan un embarazo y que, aún hoy -a diferencia de Yin-, deben continuar luchando para defender sus derechos, siendo que no tienen pruebas claras del nexo que hubo entre el despido y su embarazo. O bien, porque no cuentan con el tiempo ni el dinero necesarios para presentarse ante un juez.

Las compañías pueden, muy fácilmente, apelar estas denuncias o bien prolongar el procedimiento por meses -e incluso años- a la espera de que la querellante se canse , o bien termine aceptando tareas reducidas. Por otro lado, como explica el activista por los derechos humanos, Zhu Xiaomei, son muchos los directivos de empresas que se han vuelto expertos en esquivar la ley y en tornar difícil la vida de las mujeres encinta: “Las mujeres que trabajan encararan, en el momento del embarazo, tres problemas principales. El primero, es que, frecuentemente, los directivos las empujan a renunciar a traves de transferencias que son inaceptables, o por medio de continuos reclamos sobre su modo de obrar. Muchas veces, las mujeres abandonan el trabajo simplemente porque ya no soportan más la situación”.

En segundo lugar, está el salario: “Las mujeres embarazadas perciben solamente el salario básico, porque su jefe no les permite hacer horas extra. Pero quien trabaja en las industrias del Guangdong confía en los ingresos exraordinarios y en los bonus por producción. Nadie en el Delta del Río de las Perlas puede sobrevivir con un salario mensual de 1.500 yuan”.

Por último, está la cuestión de los documentos: “Las mujeres que tienen un segundo o tercer hijo no puden obtener 98 días de licencia por maternidad retribuidos, dado que no pueden presentar el certificado de la Oficina de planificación familiar, que acredita el nacimiento del último hijo”.

Muchas mujeres quisieran reaccionar a las tácticas intimidatorias de sus empleadores,  pero no tienen el tiempo ni los recursos para hacerlo. Una trabajadora de mediana edad, Xu Yangqing, dice: “Comenzaron a hallar agujeros en cada cosa que yo hacía. Y a ser rudos y duros conmigo, para empujarme a que me vaya, y así no tener que darme la liquidación [correspondiente]. Me propusieron una semana retribuida, y cuando les expliqué que era imposible completar la maternidad en una semana, me respondieron que eso no era asunto suyo”.

La mujer evaluó la posibilidad de presentarse ante un juez laboral, pero se trata de cuestiones que llevan meses y, en el supuesto caso de triunfar, se obtienen, como máximo, sólo algunas semanas de salario. Finalmente, Xu decidió aceptar los tres meses y medio retribuidos, propuestos por la fábrica en concepto de liquidación, y se fue de allí: “¿Qué otra cosa podía hacer? Lo mejor que pueden hacer las trabajadoras, en condiciones similares a las mías, es tomar aquello que puedan”. 

 

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