01/02/2020, 17.13
CHINA-VATICANO
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Sacerdote chino: Como cristianos en el drama del virus de Wuhan

de Shan Ren Shen Fu (山人神父)

Oración, compasión, solidaridad, mientras los habitantes de Wuhan llegados a otras ciudades son tratados “como ratas”. La narración de la primera semana de emergencia. La oración del Papa. Mientras tanto, el número de muertos a causa de la infección llegó a 259; los infectados son 11.823 y 129 en el extranjero. 

 

Beijing (AsiaNews)- “Los cristianos deben rezar sinceramente y nuestro país necesita realmente la ayuda del Señor”. Es la invitación del p. Shanren (el “cura de la montaña”), un famoso bloguero, a todos sus fieles y amigos, en su narración sobre la primera semana de emergencia virus. El bloqueo de las ciudades, la defensa también armada contra los infectados, la desesperación de los enfermos, pero también los muchos gestos de solidaridad hacia las personas de Wuhan, ahora tratados “como unas ratas”. Existe el riesgo de fuertes tensiones sociales, que sólo la oración y el amor pueden vencer. 

Mientras tanto el número de los muertos a causa de la infección llegó a 259; los infectados  son 11.823 y 129 en el extranjero. Los casos sospechosos aumentó a 18 mi; al menos 243 pacientes se curaron del virus.

En la tarde de la vigilia del Fin de Año (el 24 de enero) vi la comunicación de la anulación de la misa. Sólo 2 días antes había enviado una comunicación escrita a los fieles sobre los horarios que se habrían desarrollado para la Fiesta de Fin de Año el 24 de enero y el domingo. Había programado volver a mi país de origen después de la misa dominical. “Volver a casa después del Fin de Año” se volvió ya una costumbre. Y ahora que hasta la misa fue cancelada, decidí ir a casa el 25 de enero, después de haber cenado con los fieles la noche de Fin de Año. 

Este año el “volver a casa” se convirtió en una decisión difícil de tomar. Antes del fin de año había varias veces hablado con mis padres por teléfono y me preguntaba cuándo habría ido a casa. Pero no teníamos en ese momento conocimiento sobre el coronavirus de Wuhan. Cuando lo supe, la epidemia se había difundido en toda China. Había asegurado a mi familia que iría el 26 de enero y jamás habría pensado que habría anticipado de un día. Mis padres estaban al oscuro de mi vuelta anticipado. La mayor parte de los hermanos sacerdotes no pueden pasar el Fin de Año en su pueblo natal; también ellos van después del día de la fiesta. A menudo nos escuchamos para consultarnos si fuese todavía oportuno volver. Todos pensaban fuese un acto irresponsable. Pero decidí volver un poco antes y que Dios me bendiga y bendiga también al viaje, Llegué a casa la misma noche de la partida.

Llegamos al pueblo bajo la lluvia. Habían instalado bloqueos viales, pero por fortuna nuestro pueblo no utilizó la excavadora para crear trincheras ni montañas de tierra para bloquear las calles. La civilización no es una cosa que construye de un día para el otro, pero gracias a la fe las personas han hecho algún progreso, no han adoptado las “simples pero violentas” maneras que circulan en internet. Los festejos que el pueblo había organizado fueron anulados. No hay personas que visitan a los parientes, ni los niños que juega a escondidas con los fuegos artificiales: todo el pueblo está milagrosamente envuelto en el silencio. Cada uno en su casa come, mira la Tv, juega con el celular, duerme. Hay indudablemente tantos ancianos que rezan y recitan en silencio el rosario. 

La situación epidémica es siempre más crítica y aprieta el corazón de todos. En internet no sólo miro las últimas actualizaciones sobre la epidemia y las nuevas áreas epidémicas, pero descubro un poco de afecto humano que surge en la sociedad. El intendente de Wuhan afirmó que 5 millones de personas abandonaron la ciudad d Wuhan, hay algunos que vuelven a la propia ciudad de origen, otros que ya desde desde hace tiempo programado el viaje y se alojan en los hoteles. Como es obvio, por el terror hacia la trasmisión del virus, las personas expresan miedo hacia las personas provenientes de Wuhan. ¡Esta pobre gente es perseguida como un ratón que corre atravesando la calle!  Sin embargo en estos momentos hay tantas personas que, mediante internet, invitan a todos los amigos provenientes de Wuhan., excluidos y que quedaron encerrados en otras ciudades, afirmando que los ciudadanos de Wuhan pueden ponerse en contacto con ellos y que ellos están dispuestos a alojarlos, ofreciendo a ellos un alojamiento y afrontando juntos este difícil momento. 

En la vida hay siempre dos distintos tipos de personas y así que surgen a menudo dos opiniones divergentes: aquellos que pertenecen al amor, que abrazan la vida con el corazón abierto; y aquellos que pertenecen al odio, que rechazan el mundo que los rodea con un corazón frío. La autoprotección y el auto-aislamiento son sin duda nuestro deber, pero si todos ignoramos la humanidad, la moral y hasta la ley para prevenir el “virus”, también las personas sanas que viven en seguridad se vuelven igual que las bestias. 

El amor y el odio hacia los infectados

Actualmente, los infectados deben auto aislarse para no contagiar a los otros. Lamentablemente en internet vemos tantas acciones agresivas: hay pacientes aterrorizados que les quitan los trajes protectores y los barbijos a los enfermeros, escupiéndolos en la cara a los médicos y enfermeros diciendo; ¿Por qué solamente ustedes tienen protección? Si nos toca morir, muramos juntos… Luego vemos también los bloqueos de las calles: hay quien se pone broches rojos; otros que van dando vueltas con espadas en la mano; hay quien pone carteles en la casa de los otros; aquel que hasta usa pedazos de madera para bloquear el ingreso de los vecinos. Para tantas personas, los pacientes de Wuhan no son más personas, sino sinónimo de virus. Esta es realmente una noticia desconsoladora, porque también el Señor dice que odia al pecado, ama a las personas. Me gustaría siempre abrazar al pecador con tanta misericordia, esperando que él pida perdón.

Pero la situación de hoy es: todos aquellos que están fuera de la ciudad de Wuhan gritan “¡Fuerza Wuhan! Pero si algún amigo venido de Wuhan, le dicen: ¡No sólo contagian a los otros, pero se hacen mal a ustedes mismos” Si a causa de la epidemia, las relaciones entre las personas continúan en este modo, surgirán indudablemente divergencias sociales siempre mayores. 

Por fortuna después de la clausura del pueblo, nadie puede moverse de su propia casa y con los barbijos no se puede ni cantar ni hablar. En el silencio, las personas al menos pueden meditar. Los creyentes comienzan a rezar por la epidemia, los fieles del pueblo se organizan para ayunar. ¡También mi cuñada se unió a ellos, y no desayuna más!

Lo que nunca a nosotros chinos es la autocrítica: todos lloran y se desesperan cuando se verifica un desastre, pero apenas la catástrofe termina todo vuelve como antes. En 2002-2003, hace 17 años, estaba la SARS, hoy el coronavirus. Todos los dos eventos están en relación con los animales salvajes. El murciélago forma parte de los animales salvajes, su aspecto asemeja al caballero de la noche (algunos fieles dicen que el murciélago tiene el aspecto de Satanás). Ahora, ¡es impensable que se pueda comer una cosa del género! Un amigo mío vio un video en el cual se consuma un murciélago durante la comida e inmediatamente tiró el tazón diciendo: ¡Qué asco!

Antes de la epidemia mi maestro me envió una reflexión suya. Francamente no quiero pensar que la enfermedad de hoy esté en relación con la persecución de la fe, pero pensándolo bien, las palabras de mi maestro no están tan fuera de lugar. 

Piensa solamente en el día 24 de diciembre, o sea hace un mes; nosotros chinos afirmábamos con firmeza que debíamos boicotear las fiestas extranjeras, era necesario prohibir la Navidad, amar al país y apoyar las fiestas nacionales. Nos hemos dado una gran bofetada a nosotros mismos en nuestro rostro, porque sólo un mes después, el día 24 sucedió el desastre. Viendo la difícil situación de hoy, tengo miles pensamientos: hemos rechazado la paz que Dios nos donó gratuitamente y ahora solo queremos la paz, pero el costo es realmente caro.¡ Debemos tener el temor de Dios, recemos por los chinos! ¡Pidamos la inmensa misericordia de Dios para que todo se resuelva pronto!”

En el Ángelus del 26 de enero, el Papa Francisco mencionó la epidemia china, invitando a los fieles de todo el mundo a rezar por los pacientes de China. Los hombres se pueden equivocar y cometer algún error, pero el Señor es grande y misericordioso. Dios no ignora jamás al arrepentimiento y un corazón humilde. Hoy los cristianos deben rezar sinceramente y nuestro país necesita realmente de la ayuda del Señor.

Shan Ren Shen Fu (山人神父)

 

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