11/10/2017, 12.14
VATICANO - ASIA
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Dos centenarios para las Iglesias Orientales

de Stefano Caprio

Mañana el Papa Francisco de dirigirá al Pontificio Instituto Oriental junto a patriarcas y metropolitas de las Iglesias Orientales católicas, para celebrar el centenario. La ocasión es también el centenario del nacimiento de la Congregación vaticana para las Iglesias Orientales. La riqueza de las tradiciones orientales, su experiencia de convivencia (y persecución) con las otras religiones, su vida codo a codo con las tradiciones latinas.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Se desarrolla en estos días una excepcional asamblea plenaria de la Congregación para las iglesias Orientales, en ocasión del centenario de su fundación (1 de mayo de 1917). Las celebraciones se unen a las del Pontificio Instituto Oriental (PIO), instituido a su vez el 15 de octubre de 1917. Las iniciativas oficiales para recordar estas fechas culminarán mañana por la mañana, 12 de octubre, cuando el Papa Francisco irá de visita justamente al Instituto, junto a los patriarcas y metropolitas de las Iglesias Orientales católicas. El pontífice concluirá el encuentro con una solemne liturgia en la adyacente basílica de Santa María la Mayor, donde, en el año 867, los santos Cirilo y Metodio, patrones de Europa, entregaron al Papa Nicolás I “, los libros litúrgicos en la nueva lengua eslava, creada por ellos.

Europa adquiría en aquel momento su alma más oriental, gracias al aliento "católico” de la Iglesias de Roma y Constantinopla, que en aquella ocasión dieron un extraordinario testimonio de unidad. A pesar de las divergencias, que fueron ampliamente manifestadas oportunamente, la misión eslava logró componer las diferencias no solamente de lengua y etnias, sino también del rito latino y bizantino y de las tradiciones espirituales y culturales de los “dos pulmones” de la Iglesia.

En esta extraordinaria coincidencia de aniversarios, el actual pontífice parece re-proponer la experiencia de acogida recíproca y comunión entre los pueblos y las culturas, que representa la esencia misma del cristianismo y de la misión católica. La Iglesia tuvo que atravesar muchas otras divisiones en el segundo milenio cristiano, a partir del cisma entre Roma y Constantinopla en 1054,  que quedó superado sólo formalmente durante el Concilio vaticano II: en 1964, Pablo VI y el patriarca Atenágoras de Constantinopla abolieron las antiguas excomuniones, pero la unidad aún está lejos de ser plenamente restablecida. El Oriente cristiano sigue siendo una cuestión abierta para los católicos.

 

El gran tesoro de las Iglesias orientales      
La fundación de la Congregación para las Iglesias Orientales representa una de las grandes respuestas a la “cuestión oriental”, tras muchos intentos de reconciliación que terminaron en nada. Esta se ocupa de las numerosas Iglesias nacidas justamente como consecuencia de dichos intentos, a menudo llamados “uniatos” en referencia a la “Unio”, o sea la Unión proclamada por el Concilio de Florencia en 1439. En esa época adhirieron a la recomposición de la unidad universal todas las iglesias Ortodoxas de tradición bizantina y también la iglesia Armenia, firmando los  decretos pertinentes. Lamentablemente la unidad quedó sólo en el papel, frustrada por los acontecimientos que llevaron a casi todo el mundo ortodoxo a la larga noche de la sumisión al Imperio Otomano, a excepción de los rusos.

Hoy, hacen referencia a la Congregación una veintena de Iglesias católicas “sui juris”, organizadas según los criterios del Código Canónico de las Iglesias Orientales (CCEO, aprobado por el Papa Juan Pablo II en 1990, gracias al trabajo de los canonistas del PIO). Las más importantes y numerosas son las Iglesias de tradición bizantina, como la ucraniana, la eslovaca, la húngara y otras Iglesias balcánicas, la Iglesia melquita de Oriente Medio, hasta los ítalos-albaneses de Calabria y Sicilia. Hay también muchas otras Iglesias, como la armenia “mequitarista” y muchas iglesias de tradición siríaca, como los maronitas (única Iglesia oriental formada sólo por católicos, sin la parte ortodoxa), los caldeos de Irak y los malabaritas de India (los más numerosos, junto a los ucranianos), los coptos de origen alejandrino y otras más. Es un universo riquísimo de tesoros de liturgia, teología, arte y espiritualidad, a menudo poco conocidos por la Iglesia latina en el resto del mundo. Las diásporas antiguas y recientes han llevado a los pueblos de estas Iglesias a vivir codo a codo junto a los de rito latino en muchísimos países, a menudo con problemas de integración, pero también con grandísimas posibilidades de recíproco enriquecimiento y testimonio.

Oriente: ¿periferia o centro?

Pocos meses después de la fundación de la Congregación  y pocos días antes de la Revolución de octubre en Rusia, el PIO se propuso como objetivo dar instrumentos para un conocimiento de las tantísimas tradiciones cristianas orientales. En un principio confiado a los benedictinos (el primer rector fue el abad Ildefonso Schuster, luego arzobispo de Milán), desde 1920, el Instituto fue dirigido por los jesuitas junto a la misma Congregación Oriental, pero otras congregaciones religiosas, así como sacerdotes diocesanos y especialistas laicos de cada parte del mundo contribuyen en la tarea que el mismo desarrolla. Su misión sigue tenienddo actualidad incluso hoy, a la luz de tantos acontecimientos que continúan consternando a las antiguas Iglesias del Oriente Medio y  de tantas partes del mundo.

En el PIO estudian católicos orientales y ortodoxos, clérigos y laicos, unidos en el deseo de custodiar y renovar la memoria de tantas tradiciones diversas. La presencia del Papa Francisco confiere un nuevo impulso a esta misión: Oriente hoy es a menudo considerado como “periferia” de la Iglesia universal, a pesar de ser, en realidad, su “centro” originario, y en sus tierras se suceden conflictos y trastornos que, en su mayor parte, tienen su origen en las crisis migratorias (pensemos en la infinita guerra en Siria). Precisamente los cristianos de Oriente, que desde hace siglos viven inmersos en el universo de pueblos mayoritariamente islámicos,  han sufrido y siguen sufriendo la intolerancia y la persecución, pero también a menudo han realizado  modelos extraordinarios de convivencia y comprensión recíproca, de los cuales todos debemos aprender.

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