China en el conflicto birmano: las relaciones con las milicias étnicas del Estado de Shan

de Alessandra De Poli

Xian Yaolong, miembro del Instituto de Investigación para la Paz de Frankfurt, considera que Beijing sólo tiene interés en detener los enfrentamientos entre el Ejército y las fuerzas antigolpistas en determinadas zonas de Myanmar para proteger el comercio y la seguridad de sus ciudadanos. Por eso incluso una violación del alto el fuego que se firmó en los últimos días no necesariamente China lo considera un fracaso.

Milán (AsiaNews)- La Brotherhood Alliance, formada por tres milicias étnicas de Myanmar que lanzaron una ofensiva conjunta contra el ejército birmano a finales de octubre, declaró que, si no fuera por el alto el fuego firmado con los militares gracias a la mediación china, todas las principales ciudades del norte del Estado de Shan ya habrían sido reconquistadas. Una afirmación creíble, teniendo en cuenta que el Ejército parece estar perdiendo el apoyo de sus propios soldados y de los monjes budistas que hasta ahora habían apoyado el golpe.

Las milicias étnicas afirman que la junta militar -que dio un golpe de Estado contra el anterior gobierno de Aung San Suu Kyi el 1 de febrero de 2021- violó la tregua menos de 24 horas después de firmarla, y el conflicto ha recrudecido en las zonas del norte del país.

Puede parecer un fracaso para Beijing después de tres rondas de negociaciones, pero no lo es, explica Xian Yaolong, miembro del Instituto de Investigación para la Paz de Frankfurt. "China - dice a AsiaNews - no está interesada en resolver todo el conflicto, sino en poner fin a los combates sólo en algunas zonas". Una de ellas es la región de Kokang, en la frontera con la República Popular China, que desde la disolución del Partido Comunista Birmano en 1989 ha permanecido bajo el control del Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar (MNDAA), la principal organización armada étnica que compone la Three Brotherhood Alliance.

Lo que preocupa a China, que suministra armas a la Junta en el poder, es "el comercio transfronterizo, la protección de sus inversiones y la seguridad de sus ciudadanos, tanto en Myanmar como en su propio territorio", continúa el experto. “Para Beijing es inaceptable que el conflicto se extienda hasta la frontera con su territorio, y aunque muchos proyectos chinos han sufrido un revés tras el golpe, en realidad algunos siguen activos, como es el caso del puerto de aguas profundas de Kyaukpyu, del que parten una serie de oleoductos y gasoductos que llegan hasta Kunming, en la provincia china de Yunnan. China quiere que los combates se mantengan limitados y alejados de estos proyectos para poder continuar con sus negocios”.

Por eso la violación del alto el fuego por parte de tropas del ejército no preocupa a Beijing, que por el contrario, ha conseguido lo que quería: el cese de los combates en las zonas de su interés. “La reanudación de los enfrentamientos entre el ejército y las otras milicias de la Brotherhood Alliance - el Ejército de Liberación Nacional Ta'ang (TNLA) y el Arakan Army (AA) - no le interesa a Beijing, porque sus zonas de conflicto están lejos de la frontera. Por el contrario, el MNDAA está a favor del cese de los combates porque su objetivo político es tratar de reconstruir su propia administración en Kokang".

Durante la ofensiva conjunta - denominada Operación 1027 - las milicias étnicas reconquistaron no sólo la región de Kokang, sino también los pasos fronterizos con China. Después de tomar el control de la ciudad de Laukkai, la Brotherhood Alliance estaba dispuesta a tomar también Lashio, una de las principales ciudades, y sobre todo Muse, por donde pasa el comercio con China. "Si no hubiéramos tenido paciencia o no hubiésemos respetado el acuerdo, ya habríamos conquistado otras ciudades que están entre nuestros objetivos", comunicaron las milicias étnicas, añadiendo que la firma del alto el fuego era "ineludible", un punto sobre el que no dieron más explicaciones.

"Beijing puede tratar con cualquiera de los actores del conflicto; no le importa quién esté en el poder en Myanmar, siempre y cuando se garantice un cierto grado de estabilidad", continuó Xian Yaolong. “Por lo tanto, a Beijing no le importa si la región de Kokang está gobernada por el ejército birmano o por grupos de resistencia”, explicó el investigador.

Además del ejército y las organizaciones armadas étnicas (EAO), en el conflicto birmano también participan grupos de milicias que luchan junto con el ejército; las Border Guard Forces de la región de Kokang, también están del lado de los militares pero tienen un mayor grado de autonomía (brindan protección a la población local, pero también servicios de salud y educativos); y por último las Fuerzas de Defensa del Pueblo (PDF), que nacieron cuando estalló la guerra y forman parte de la resistencia, pero reportan al Gobierno de Unidad Nacional en el exilio.

“Sólo algunos de estos grupos tienen relaciones con China, que de todos modos quiere mantener un perfil bajo en este asunto para ser fiel a su principio de no injerencia", precisó Xian Yaolong. “El Ejército Unido del Estado Wa, por ejemplo -otra milicia étnica- es un Estado dentro del Estado, porque administra su propio territorio en Shan y comparte vínculos históricos y étnicos con China, y actualmente mantiene importantes relaciones económicas con ella. En efecto, China compra muchos productos provenientes de la región de Wa. Pero Beijing no apoya directamente al grupo enviándole armas y siempre manda funcionarios de muy bajo nivel para hablar con los jefes de la organización”, sigue diciendo el académico. “Pero seguramente los Wa también aprueban la firma del alto el fuego”. De hecho, el Partido Unido del Estado de Wa, brazo político de la milicia, ha puesto bajo su administración a Hopang, una de las ciudades conquistadas a principios de este mes por la Brotherhood Alliance. Aunque la USWA ha negado su participación en la Operación 1027, se cree que ha jugado un papel importante en la batalla contra el régimen.

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