Cristianos relegados a limpiar cloacas en Pakistán: también Amnistía Internacional denuncia
Hoy se ha publicado un informe detallado sobre este fenómeno tan antiguo: un trabajo «impuro» reservado a los no musulmanes. A pesar de que solo representan el 2 % de la población, el 80 % de los basureros son cristianos, y el resto, hindúes. Al menos 84 han muerto en los últimos cinco años debido al retraso de las infraestructuras y las técnicas utilizadas: sus vidas no valen lo que cuesta la modernización. Amnistía: «Pakistán debe reconocer la discriminación de casta como una forma de racismo».
Milán (AsiaNews/Agencias) - Shafiq tiene 44 años y vive en Pakistán. Cada día, para no perder su trabajo, se sumerge en las profundidades de las cloacas de la ciudad desafiando los gases tóxicos, los residuos industriales y los excrementos, y desatascando manualmente las tuberías obstruidas. «Cuando bajas a las alcantarillas tienes que dejar a un lado un poco de amor propio», cuenta a la agencia Afp. «La gente va al baño, tira de la cadena y toda la suciedad nos cae encima». Shafiq es basurero y se ocupa de la red de alcantarillado, como buena parte de los cristianos de Pakistán. A diferencia de sus colegas en el resto del mundo, en el país donde trabaja, este oficio no goza de ningún tipo de protección ni dignidad, lo que les obliga a soportar condiciones innecesariamente peligrosas o humillantes. Así lo recuerda Amnistía Internacional en un nuevo informe para denunciar su situación: el objetivo es garantizar también a este oficio unos mínimos de dignidad y seguridad.
Hay varias razones por las que Shafiq se ve obligado a realizar este trabajo y por las que esta profesión sigue estando tan atrasada. La principal es la persistente discriminación por parte de la mayoría musulmana contra las minorías cristianas e hindúes. De hecho, según Amnistía, el 80 % de los basureros son cristianos, a pesar de que representan menos del 2 % de la población pakistaní, mientras que el 20 % restante son hindúes. Para la mayoría musulmana, limpiar las alcantarillas es una tarea «impura» que debe reservarse a los más desfavorecidos. Aunque el sistema de castas ya no existe oficialmente, la discriminación institucionalizada sigue siendo generalizada: en muchos anuncios de trabajo para la limpieza de alcantarillas todavía aparece la frase «solo no musulmanes». El Centre for Law and Justice (una ONG local) ha recopilado casi 300 anuncios de este tipo en la última década. Un hombre de Bahawalpur, una gran ciudad del país, contó a Amnistía que se presentó a una entrevista para trabajar como electricista, pero cuando descubrieron que era cristiano, solo le ofrecieron un puesto de basurero. Aceptó porque tiene que mantener a su familia. El estigma se confirma en el lenguaje: «chuhra», que tradicionalmente se refería a quienes trabajaban en la limpieza urbana, ahora es sinónimo de cristiano. Otros términos, como «bhangi» (nombre histórico de una casta dalit), «jamadar» (palabra en urdu, la lengua pakistaní escrita con un alfabeto similar al árabe, que se puede traducir como conserje, pero que en la percepción social pakistaní adquiere características despectivas que evocan la suciedad), «issai» (despectivo para los cristianos) o incluso «kutta» (perro) refuerzan la marginación de estos trabajadores.
La discriminación también se refleja en las condiciones despreciables en las que se ven obligados a trabajar los basureros cristianos e hindúes. El diario pakistaní The Dawn también ha recopilado varios testimonios entre los trabajadores del alcantarillado. Entre ellos, Adil Masih, de 22 años, que en los últimos dos años se ha sumergido en las alcantarillas de Karachi al menos cien veces. Su objetivo es hacer bien su trabajo, con la esperanza de pasar de kachha (sin contrato formal) a pucca (con contrato indefinido) en la empresa estatal para la que trabaja. Ahora tiene un sueldo de 25.000 rupias (unos 82 euros, nota del editor) al mes, que pasará a ser de 32.000 (unos 105 euros, nota del editor), el salario mínimo legal, cuando se convierta en regular. «Hay que tener cuidado al bajar. No por el ejército de cucarachas y el hedor que te recibe cuando abres la alcantarilla o por las ratas que nadan en el agua sucia —especifica Adil—, sino por las cuchillas y las jeringas que flotan o se encuentran en el fondo». Obviamente, bajar a las alcantarillas es el último recurso. Cuando las alcantarillas se atascan, primero se intenta desatascarlas con un largo mango de bambú; si no funciona, se intenta con las manos. Los trabajadores trabajan en equipo: uno se baja con un arnés atado a una cuerda y, si algo va mal o ha terminado, tira de la cuerda y los que están al otro lado de la cuerda lo suben.
Según la organización Sweepers Are Superheroes, al menos 84 basureros han muerto en los últimos cinco años en Pakistán. Pero el problema no se limita solo a las fronteras del país: en la India, muere un basurero cada cinco días, según un informe de 2018 de la Comisión Nacional para los Safai Karamcharis (comisión específica para supervisar las condiciones de estos trabajadores).
Entre las razones por las que desatascar alcantarillas en Pakistán es tan peligroso se encuentra, en primer lugar, el retraso del sistema, que aún no se basa en maquinaria. Este retraso podría estar relacionado con creencias sociales retrógradas que, además de mantener estas tareas como prerrogativa de los más desfavorecidos, desalientan la modernización de las infraestructuras de alcantarillado y las técnicas utilizadas. De hecho, según algunos, es justo reservar este trato a las castas más bajas. El 76 % de los encuestados, según Amnistía, teme un despido repentino, y el 70 % afirma que no puede permitirse rechazar ni siquiera las tareas más peligrosas.
«El trato profundamente injusto que reciben los operarios ecológicos en Pakistán constituye una violación de los derechos humanos», afirma Isabelle Lassée, subdirectora regional para Asia Meridional de Amnistía Internacional. «Muchos miembros de las minorías se ven obligados a realizar este trabajo debido a prejuicios arraigados que no les dejan otra alternativa. El problema es que el sistema legal del país aún no reconoce la discriminación por motivos de casta como una forma de racismo». De hecho, hasta la fecha, Pakistán no cuenta con una ley contra la discriminación acorde con los convenios internacionales que ha firmado. Por lo tanto, Amnistía pide al Gobierno que apruebe una legislación específica contra la discriminación por motivos de casta, para garantizar a estos trabajadores al menos el respeto de las normas mínimas de dignidad, seguridad y justicia social.
17/12/2016 13:14
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