El Papa en el Ángelus: «Dios no quiere un culto sin amor por los hermanos»
Sobre la imagen evangélica de la «puerta estrecha», palabras a los fieles presentes en la plaza de San Pedro. Llamamiento por los pueblos africanos de Cabo Delgado, en Mozambique, víctimas de la violencia. Nueva invitación a seguir rezando por la paz en comunión con la Iglesia ucraniana.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - «No basta con realizar actos religiosos si estos no transforman el corazón». Esta es la advertencia que León XIV ha dirigido hoy en el Ángelus a los fieles presentes en la plaza de San Pedro para la oración del Ángelus. El pontífice se ha detenido en la imagen de la «puerta estrecha» propuesta por Jesús en el pasaje del Evangelio de la liturgia de hoy (Lc 13,22-30). «Si Dios es el Padre del amor y de la misericordia, que siempre permanece con los brazos abiertos para acogernos —se preguntó—, ¿por qué dice Jesús que la puerta de la salvación es estrecha? Ciertamente, el Señor no quiere desanimarnos. Sus palabras, en cambio, sirven sobre todo para sacudir la presunción de aquellos que piensan que ya están salvados, de aquellos que practican la religión y, por lo tanto, se sienten ya a salvo».
«El Señor no quiere un culto separado de la vida y no le gustan los sacrificios y las oraciones si no nos llevan a vivir el amor hacia los hermanos y a practicar la justicia», prosiguió el pontífice. La «provocación que nos llega del Evangelio de hoy pone en crisis la seguridad de los creyentes», a veces tentados de juzgar a los que no creen. «Nuestra fe es auténtica —comentó el Papa— cuando abarca toda nuestra vida, cuando se convierte en un criterio para nuestras elecciones, cuando nos convierte en mujeres y hombres que se comprometen con el bien y se arriesgan en el amor, tal y como hizo Jesús. Él no eligió el camino fácil del éxito o del poder, sino que, para salvarnos, nos amó hasta atravesar la «puerta estrecha» de la Cruz». Por lo tanto, Él es «la medida de nuestra fe», la «puerta que hay que atravesar» y que nos pide que vivamos «su mismo amor, convirtiéndonos, con nuestra vida, en agentes de justicia y paz».
«A veces —concluyó León XIV— esto significa tomar decisiones difíciles e impopulares, luchar contra el propio egoísmo y entregarse a los demás, perseverar en el bien donde parece prevalecer la lógica del mal. Pero, al cruzar este umbral, descubriremos que la vida se abre ante nosotros de una manera nueva y, desde ese momento, entraremos en el corazón amplio de Dios y en la alegría de la fiesta eterna que Él ha preparado para nosotros».
Al final de la oración, el pontífice dedicó un pensamiento a las poblaciones africanas de Cabo Delgado, en Mozambique, que siguen siendo víctimas de graves violencias. «Hago un llamamiento para que no olvidemos a estos hermanos y hermanas nuestros que sufren». Recordando luego el día de ayuno y oración por el fin de los conflictos celebrado el 22 de agosto, recordó que hoy la Iglesia ucraniana en todo el mundo vive una iniciativa espiritual similar pidiendo paz para su martirizado país. «Unámonos a nuestros hermanos ucranianos», dijo León XIV. Por último, al saludar a los grupos presentes, el Papa también saludó hoy a los fieles procedentes de Karaganda, en Kazajistán, por su peregrinación jubilar.
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