13/09/2023, 10.34
RUSIA
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El precio del pan en Rusia

de Vladimir Rozanskij

La "guerra del grano" también tiene fuertes repercusiones en el interior del país. Moscú necesita obtener divisas fuertes y por ello favorece las exportaciones, lo que hace que los precios de la harina de calidad para el mercado interior se disparen. Los efectos logísticos de las sanciones internacionales también dificultan el mantenimiento de los niveles de producción.

Moscú (AsiaNews) - Entre las muchas consecuencias de la "guerra del grano", una de las dimensiones más globales del conflicto ruso en Ucrania, está el aumento del precio del pan en Rusia, que podría alcanzar niveles sin precedentes este otoño. El problema, según los expertos, es la necesidad de Rusia de obtener divisas para hacer frente al desplome del rublo, y el trigo es el mejor material para salir del atolladero: todo el mundo lo necesita y nadie puede sancionarlo.

Muchos recuerdan una frase del emperador Alejandro III a finales del siglo XIX (uno de los modelos de Vladimir Putin), que ante una situación algo similar dijo: "¡Comeremos menos, pero lo exportaremos!". Rusia es el mayor exportador mundial de cereales, que junto con el gas y el petróleo han constituido la base del desarrollo y la economía del país. 150 años después de la proclamación del único zar que nunca fue a la guerra y sentó las bases de la industrialización de Rusia, el gobierno de Moscú vuelve a recurrir al comercio de cereales como último recurso para no quedarse al margen de los mercados mundiales.

Al fin y al cabo, ya en la época soviética la política triguera era similar a la actual, aportando generosamente la producción de cualquier parte del mundo, incluso cuando ello provocaba escasez interna. En los últimos años de la URSS esto obligó incluso a comprar trigo canadiense, pero los actuales gestores de Putin no hacen planes a largo plazo, tratando frenéticamente de hacer frente a una situación cada vez más carente de salida al mar. La salida de Rusia del acuerdo sobre el trigo, que ni siquiera la última visita de Erdogan a Putin consiguió desbloquear, está provocando una fuerte subida de los precios de la harina y los cereales tanto a nivel mundial como en el propio mercado interior ruso.

En el último mes, la harina de primera calidad ha experimentado una subida exponencial, como no se había visto en décadas. Según la Unión Nacional de Productores de Trigo (Nsk), este año ha superado los valores de 2022 en un 15-18%, y no hay perspectivas de desaceleración. Las explotaciones, en esta coyuntura, están "conteniendo" las cargas de producción en previsión de nuevos aumentos, con el resultado de que la oferta en los mercados desde las últimas cosechas es cada vez más insatisfactoria, tanto en términos de calidad como de tamaño global. Como afirma el director de la Nsk, Rustam Ajdiev, "si la situación no cambia radicalmente, el pan que se venderá estará hecho con harina genérica, ya no será pan de verdad".

Entre la población rusa, y también en los medios de comunicación e información, son ya muchas las quejas por la calidad cada vez peor del pan, empezando por zonas siberianas como Omsk, Tjumen y Krasnoyarsk, donde la gente tira a la basura el pan que acaba de comprar, después de probarlo. También hay muchas otras causas del aumento de precios, en la vorágine de la economía rusa, cada vez más perturbada por las sanciones internacionales, y la propia agricultura lucha por mantener los niveles de producción sin materiales importados. Muchos problemas están relacionados con la logística y el coste del combustible para el transporte de mercancías.

La devaluación del rublo también aumenta los problemas para conseguir mercancías importadas que aún puedan llegar, y los costes también se disparan aquí. Los panaderos siguen prefiriendo la malta y los aditivos de otros países, porque los rusos no tienen un nivel suficiente, e incluso los envases se han encarecido mucho. La guerra también ha reducido mucho la mano de obra cualificada, y los pocos trabajadores disponibles exigen salarios cada vez más altos. El pan, en definitiva, se ha convertido en la "máquina del tiempo" que lleva a Rusia cada vez más atrás, a los días de la URSS, con la nostálgica frase "¡qué bueno era el pan entonces!". Sólo que el recuerdo de ese "entonces" no corresponde realmente a periodos de prosperidad, sino a sueños de una Rusia que ya no existe, y que quizá nunca existió.

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