28/08/2022, 13.17
VATICANO
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En L'Aquila, el Papa rezó por las víctimas de las inundaciones en Pakistán

En su peregrinación a la "capital del perdón", golpeada en 2009 por un terremoto devastador, Francisco expresó su cercanía a la población de Pakistán, afectada por catástrofes naturales que ya dejaron más de 1.000 muertos. Pidió “que la solidaridad internacional actúe rápidamente y con generosidad".

L'Aquila (AsiaNews) - Los que saben qué significa perderlo todo conservan el don de la misericordia y la capacidad de comprender el sufrimiento de los demás. Es el mensaje que el Papa Francisco quiso difundir hoy en su peregrinación a L'Aquila, la "capital del perdón" por el Perdón Celestino, la primera indulgencia plenaria de la historia instituida por Celestino V en 1294. Desde esta ciudad italiana que fue golpeada en 2009 por un devastador terremoto, hoy, durante el Ángelus, el Pontífice hizo un fuerte llamamiento por Pakistán, donde las inundaciones llevan semanas sembrando muerte y destrucción. El último balance de las autoridades paquistaníes confirma que desde mediados de junio ya se cuentan 1033 muertos. La provincia más afectada es Jaiber Pastunjuá (Khyber Pakhtunkhwa), en la frontera con Afganistán, donde hay zonas completamente aisladas, millones de damnificados y más de 500.000 personas viviendo en campamentos de evacuados. 

"En este lugar, que ha sufrido una dura calamidad -dijo el Papa Francisco desde L'Aquila-, quiero asegurar mi cercanía al pueblo de Pakistán afectado por unas inundaciones de proporciones desastrosas. Rezo por las numerosas víctimas, los heridos y los evacuados, y para que la solidaridad internacional actúe rápidamente y con generosidad".

En la homilía de la misa, que se celebró frente a la basílica de Collemaggio, el Papa Francisco se detuvo en el significado del gran don de Celestino V, que a pesar de ser recordado en la historia por el gesto de su renuncia "no fue el hombre del 'no', fue el hombre del 'sí'". "Fue un valiente testigo del Evangelio, porque ninguna lógica de poder logró encarcelarlo ni manejarlo", comentó. “En él podemos contemplamos una Iglesia libre de la lógica mundana y que da pleno testimonio de ese nombre de Dios que es la misericordia".

Para Francisco, no se puede entender la misericordia si no se entiende la propia miseria. "Es la experiencia de sentirse acogido, restaurado, fortalecido, curado, animado. Ser perdonado es experimentar aquí y ahora lo más parecido a la resurrección". Y citando la densa niebla con que se topó por la mañana antes de aterrizar, dijo: "Al final, el piloto vio un pequeño agujero y se metió por ahí: lo consiguió, un maestro. Y pensé en la miseria: pasa lo mismo. Muchas veces, cuando nos detenemos a mirar lo que somos, no vemos nada. Pero a veces el Señor hace este pequeño agujero para poder entrar".

"Ustedes han sufrido mucho a causa del terremoto -volvió a decir el Papa, dirigiéndose a la gente de L'Aquila- y como pueblo, están tratando de levantarse, y ponerse nuevamente de pie. Pero los que han sufrido deben ser capaces de atesorar su sufrimiento, deben entender que en la oscuridad que han experimentado, también se les ha dado el regalo de comprender el dolor de los demás. Pueden atesorar el don de la misericordia porque saben qué significa perderlo todo, ver cómo se desmorona lo que han construido, dejar atrás lo más querido, sentir el desgarro de la ausencia de los seres queridos. Pueden apreciar la misericordia porque conocieron la miseria. En esta experiencia uno puede perderlo todo, pero también se puede aprender la verdadera humildad. En circunstancias como estas, uno puede dejarse enfurecer por la vida, o puede aprender la mansedumbre".

Por último -al comentar el pasaje del Evangelio que la liturgia propone para hoy ( Lc 14, 1, 7-14)- el Papa recordó que "el cristiano sabe que su vida no es una carrera a la manera de este mundo, sino una carrera a la manera de Cristo, quien dirá que ha venido a servir y no a ser servido. Mientras no comprendamos que la revolución del Evangelio reside en este tipo de libertad, seguiremos asistiendo a guerras, violencia e injusticia, que no son más que el síntoma externo de una falta de libertad interior". Que la intercesión maternal de María -concluyó- obtenga el perdón y la paz para el mundo entero. La conciencia de la propia miseria y la belleza de la misericordia".

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