Gaza, el Papa en el Ángelus: espacio para la ayuda humanitaria, liberación de rehenes y alto el fuego

El pontífice en la misa de clausura del Sínodo sobre la Sinodalidad, más de 5 mil fieles presentes: "Hemos experimentado la presencia del Señor. Con clarividencia miramos al horizonte que se abre ante nosotros". Al final de la oración mariana, la acción de gracias a los que se unieron a la Jornada de ayuno, oración y penitencia del viernes pasado: "No nos rindamos". El Papa con el P. Ibrahim Faltas: "La guerra una derrota".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "No nos rindamos. Sigamos rezando por Ucrania y también por la grave situación en Palestina e Israel y otras regiones en guerra." Es lo que ha subrayado hoy el Papa Francisco en el Ángelus, agradeciendo a todos aquellos que "en tantos lugares y de diferentes maneras" se han unido a la Jornada de ayuno, oración y penitencia del 27 de octubre para implorar la paz en el mundo. Refiriéndose a la guerra en Gaza entre Israel y Hamás, el Pontífice pidió "espacio para garantizar la ayuda humanitaria y para que los rehenes sean liberados inmediatamente. Que nadie abandone la posibilidad de detener las armas". Refiriéndose después a las palabras del Vicario de la Custodia de Tierra Santa, pronunciadas durante el programa televisivo A su imagen, el Papa dijo: "También nosotros con el padre Ibrahim [Faltas] decimos ¡alto el fuego! Alto, hermanos y hermanas, ¡la guerra es siempre una derrota!". Tras estas palabras se levantó un largo aplauso en la Plaza de San Pedro.

Antes, en la basílica de San Pedro, el papa Francisco presidió la misa de clausura de la primera etapa -la segunda se celebrará en octubre de 2024- de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Asamblea a la que el pontífice se refirió durante su homilía como una "conversación del Espíritu". "Hemos podido experimentar la tierna presencia del Señor y descubrir la belleza de la fraternidad", dijo a los 5.000 fieles presentes en la celebración.

"Nos hemos escuchado unos a otros y, sobre todo, en la rica variedad de nuestras historias y sensibilidades, hemos escuchado al Espíritu Santo", prosiguió, admitiendo que los resultados del trabajo realizado no pueden verse en el hoy, sino volviendo la mirada hacia el futuro. "Con clarividencia podemos mirar el horizonte que se abre ante nosotros: el Señor nos guiará y nos ayudará a ser una Iglesia más sinodal y más misionera, que adora a Dios y sirve a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo, saliendo para llevar a todos la alegría consoladora del Evangelio."

El Papa Francisco agradeció también a los participantes en la sesión sinodal 2023 por "el camino recorrido juntos, por la escucha y por el diálogo", dirigiéndoles también un deseo: " Crecer en la adoración a Dios y en el servicio al prójimo". Adorar y servir son los dos verbos en los que se detuvo el Santo Padre durante su comentario al Evangelio del día (Mt 22, 34-40). "Al concluir esta parte del camino que hemos recorrido, es importante mirar el principio y el fundamento del que todo parte y vuelve a partir: amar", dijo. Precisamente a través de estos dos verbos, "movimientos del corazón", es posible de hecho amar "no nuestras estrategias, no los cálculos humanos, no las modas del mundo", sino "a Dios y al prójimo", "el corazón de todo", dijo el Papa en referencia a las palabras que Jesús dirigió al fariseo que le preguntó: "Maestro, en la Ley, ¿cuál es el gran mandamiento?".

Hablando del primer verbo, adorar, Francisco dijo: "La maravilla de la adoración es esencial en la Iglesia, especialmente en este tiempo en el que hemos perdido el hábito de la adoración. Adorar, en efecto, significa reconocer en la fe que sólo Dios es el Señor y que de la ternura de su amor dependen nuestra vida, el camino de la Iglesia, el destino de la historia". Añadió que es importante luchar contra las idolatrías y estar vigilantes para que "no se nos ocurra ponernos en el centro a nosotros en lugar de a Él".

Refiriéndose, a continuación, al segundo verbo, servir, el Santo Padre añadió que "no hay amor a Dios sin implicación en el cuidado del prójimo, de lo contrario se corre el riesgo del fariseísmo", y que "adorar a Dios y amar a los hermanos con su amor, ésta es la gran y perenne reforma". Dedicando en este punto un pensamiento a las "víctimas de las atrocidades de la guerra": "Es un pecado grave explotar a los más débiles, un pecado grave que corroe la fraternidad y devasta la sociedad. Nosotros, discípulos de Jesús, queremos aportar -concluyó- al mundo otra levadura, la del Evangelio".