Papa: «La regla suprema de la Iglesia es el amor. Nadie queda excluido».
León XIV tras el Ángelus: «Hagamos nuestro el sufrimiento y la esperanza de las víctimas de las guerras». La esperanza de que surjan «muchos gestos de caridad evangélica, de cercanía concreta, de solidaridad». En la homilía de la misa por el Jubileo de los equipos sinodales y los órganos de participación: «La verdad no se posee, sino que se busca juntos».
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - El mes de octubre llega a su fin, pero «continúa sin cesar nuestra oración por la paz, especialmente mediante el rezo comunitario del Santo Rosario». Así lo ha afirmado el papa León XIV esta mañana tras el rezo del Ángelus, al término de la Santa Misa dedicada al Jubileo de los equipos sinodales y los órganos de participación. « Contemplando los misterios de Cristo junto con la Virgen María —añadió— hacemos nuestro el sufrimiento y la esperanza de los niños, las madres, los padres y los ancianos víctimas de las guerras».
Desde la basílica de San Pedro, donde presidió la misa en el altar de la Confesión, acompañado por el card. Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, el papa Prevost añadió: «De esta intercesión del corazón nacen muchos gestos de caridad evangélica, de cercanía concreta, de solidaridad... A todos aquellos que, cada día, con perseverancia confiada, llevan adelante este compromiso, les repito: "¡Bienaventurados los que trabajan por la paz!"». Expresó, además, su cercanía a las poblaciones de México afectadas por las inundaciones que han causado decenas de víctimas: «Rezo por las familias y por todos los que sufren a causa de esta calamidad, y encomiendo al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen, las almas de los difuntos».
En la homilía, el papa León XIV subrayó que el Jubileo de los equipos sinodales y de los órganos de participación recuerda que la Iglesia «no es una simple institución religiosa ni se identifica con las jerarquías y sus estructuras». En la Iglesia, de hecho, los órganos de participación «expresan lo que sucede [...], donde las relaciones no responden a la lógica del poder, sino a la del amor», añadió el pontífice. «La regla suprema en la Iglesia es el amor: nadie está llamado a mandar, todos están llamados a servir; nadie debe imponer sus ideas, todos debemos escucharnos mutuamente; nadie está excluido, todos estamos llamados a participar; nadie posee toda la verdad, todos debemos buscarla humildemente, y buscarla juntos».
El pontífice afirmó también que los equipos son «imagen» de una «Iglesia que vive en comunión». El papa exhortó a los participantes en el Jubileo con estas palabras: «En la escucha del Espíritu, en el diálogo, en la fraternidad y en la parresía, ayúdennos a comprender que, en la Iglesia, antes que cualquier diferencia, estamos llamados a caminar juntos en la búsqueda de Dios, para revestirnos de los sentimientos de Cristo». Y aún más: «Ayúdennos a ampliar el espacio eclesial para que sea colegiado y acogedor». De este modo, es posible «habitar con confianza y con un espíritu nuevo las tensiones que atraviesan la vida de la Iglesia», continuó el papa León XIV en su discurso.
Las tensiones, gracias a la intervención del Espíritu, pueden transformarse, «para que no se conviertan en contraposiciones ideológicas y polarizaciones dañinas». «No se trata de resolverlas reduciendo unas a otras, sino de dejar que el Espíritu las fecunde, para que se armonicen y se orienten hacia un discernimiento común», añadió Prevost. A continuación, especificó lo que significa ser una Iglesia sinodal: «Reconocer que la verdad no se posee, sino que se busca juntos, dejándose guiar por un corazón inquieto y enamorado del Amor». Así se construye una Iglesia «humilde».
A imitación del publicano en el templo que, a diferencia del fariseo, pide a Dios «misericordia» por ser pecador, y por eso «será exaltado». Como se cuenta en la parábola del Evangelio de hoy (Lc 18,9-14). Es decir, una Iglesia que «se rebaja para lavar los pies de la humanidad; una Iglesia que no juzga como hace el fariseo con el publicano, sino que se convierte en un lugar hospitalario para todos y para cada uno; una Iglesia que no se cierra en sí misma, sino que permanece a la escucha de Dios para poder escuchar igualmente a todos», dijo.
León XIV añadió: «Comprometámonos a construir una Iglesia totalmente sinodal, totalmente ministerial, totalmente atraída por Cristo y, por lo tanto, dedicada al servicio del mundo». El papa concluyó la homilía con las palabras de don Tonino Bello. El venerable obispo italiano pedía a María que alimentara en las Iglesias «el anhelo de comunión». Así se superarían las «divisiones internas», la «discordia», las «facciones», las «disputas recíprocas» y la «rivalidad». Invocaba a María así: «Deténlas [a las Iglesias] cuando decidan actuar por su cuenta, descuidando la convergencia en proyectos comunes».
27/06/2025 14:53
14/09/2025 14:40
