12/05/2025, 20.30
CHINA-ESTADOS UNIDOS
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Guerra comercial Washington-Beijing: se detiene la escalada (pero los problemas continúan)

Se llegó a un acuerdo en Ginebra para bloquear durante 90 días los aranceles y las contramedidas adoptadas desde el 2 de abril hasta hoy, que habían provocado que los aranceles de ambas partes se dispararan a niveles récord, insostenibles para las economías de los dos países. Ahora podrá comenzar la verdadera negociación, que debe tener en cuenta las "líneas rojas" de carácter político.

 

Ginebra (AsiaNews) - A cuarenta días del inicio de la escalada, Washington y Beijing, tras dos días de negociaciones entre sus respectivas delegaciones en Ginebra, han dado la primera señal real de enfriamiento de la guerra comercial. El anuncio se hizo esta mañana con un comunicado conjunto. Se llegó a un acuerdo entre las dos partes según el cual Estados Unidos y China suspenderán durante 90 días todos los aranceles y contraaranceles activados por la orden ejecutiva de Trump del pasado 2 de abril. Esto reducirá los aranceles de Estados Unidos sobre las importaciones chinas al 30%, mientras que los aranceles chinos sobre las importaciones estadounidenses se reducirán al 10%. La suspensión comenzará el 14 de mayo.

Las medidas estadounidenses todavía incluyen un componente adicional del 20% destinado a presionar a Beijing para que haga mayores esfuerzos para detener el comercio ilegal de fentanilo, una poderosa droga opioide. Y el acuerdo tampoco habla sobre el fin de las exenciones "de minimis" que entraron en vigor el 2 de mayo para los paquetes procedentes de China con un valor inferior a 800 dólares, lo que afecta especialmente a los gigantes chinos del comercio electrónico.

Los aranceles, que se dispararon hasta el 145% (para los productos chinos en Estados Unidos) y el 125% (para los productos estadounidenses en China), amenazaban con destruir el comercio entre ambos países, y los puertos estadounidenses ya señalaban una fuerte disminución del número de barcos procedentes de China. También en Beijing ya se había ralentizado la producción en las fábricas y hay noticias de despidos, mientras que las líneas de producción de bienes destinados a Estados Unidos están empezando a paralizarse.

Al anunciar el acuerdo, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, declaró que "ninguna de las dos partes quiere una separación. Nosotros queremos un comercio más equilibrado, y creo que ambas partes están comprometidas a lograrlo". Por su parte, el Ministerio de Comercio chino declaró que el acuerdo alcanzado con Estados Unidos es un paso importante para "resolver las diferencias" y "sentar las bases para superar las divergencias y profundizar la cooperación".

Sin embargo, el acuerdo alcanzado en Ginebra sólo constituye un punto de partida para las negociaciones entre Washington y Beijing. Por ambas partes existen, de hecho, líneas rojas políticas que no serán fáciles de superar. Estados Unidos pide a China que abandone su modelo nacionalista, aumente el consumo, abra los mercados y reduzca los privilegios de las empresas estatales. China replica que eso constituye una injerencia en los asuntos internos y pide a Estados Unidos que especifique claramente la lista concreta de bienes sobre los que espera obtener un aumento de las importaciones desde China.

Beijing podría prometer aumentar a corto plazo las importaciones de productos agrícolas y de energía desde Estados Unidos a cambio de los recortes arancelarios. Estaría dispuesto a ofrecer nuevamente la creación de un "grupo de diálogo para el control del fentanilo" como respuesta simbólica a las necesidades de la política interna de Estados Unidos. De manera más general, se podría establecer un "mecanismo de negociación de doble vía" para separar las cuestiones técnicas de las políticas.

En el fondo, sin embargo, hay tres factores que siguen destinados a influir fuertemente en el panorama. En primer lugar, el llamado "desacoplamiento" seguirá siendo un objetivo estratégico para Washington, que continuará tratando de reducir la dependencia de China en las cadenas de suministro y bloquear la transferencia de tecnología. Es un proceso que ya no está en la fase de los eslóganes, sino que ahora cuenta con acciones concretas. Por su parte, China está reposicionando su política comercial, fortaleciendo sus exportaciones hacia los países de la ASEAN y estimulando el consumo interno. Políticas que ciertamente no pueden sustituir el comercio con Estados Unidos, pero que, aún así, buscan limitar su peso en su propia economía.

Por último están las variables políticas que oponen a Washington y Beijing, comenzando por las tensiones en el Estrecho de Taiwán y, más en general, en el Mar de China Meridional, hasta el tema de los derechos humanos (hace apenas unos días el presidente Trump planeó la posibilidad de incluir el caso de Jimmy Lai en Hong Kong en este tipo de negociaciones). Todas estas situaciones podrían llevar a que la guerra comercial tenga nuevos brotes en cualquier momento.

 

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