15/04/2023, 11.03
AFGANISTÁN
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Herat: los talibanes, como ISIS; prohíben videoclubs, películas y música extranjera

Un bloqueo que repercutió gravemente sobre todo en la economía de las familias. Más de 400 negocios cerraron, algunos comerciantes perdieron la inversión de toda una vida. Otros ven como única solución escapar al extranjero. Representante talibán: promovían los valores y la cultura indios y occidentales, las mujeres no llevaban el hijab.

Herat (AsiaNews) - Siguiendo los pasos del Estado islámico en Mosul durante los años de dominio yihadista, los talibanes afganos de Herat prohibieron la música, las películas extranjeras y los videojuegos, imponiendo una estricta aplicación de la Sharia, la ley islámica. Esta decisión repercutió gravemente no sólo en la vida social de los ciudadanos, que estaban acostumbrados a una mayor libertad en el periodo anterior, sino que también causó daños considerables a la economía y las actividades de cientos de comerciantes, que vieron cómo se esfumaban las inversiones y los ahorros de toda una vida. Como en el caso de Humayun, de 28 años, que había invertido casi 10.000 euros en abrir una sala de juegos en la ciudad occidental de Afganistán hace casi cuatro años. 

Al principio, la inversión había dado sus frutos, ya que las potentes consolas del negocio atraían a muchos jóvenes que gastaban sus ahorros para jugar a las últimas versiones de los videojuegos más populares. Todo cambió en agosto de 2021, cuando los estudiantes coránicos tomaron Kabul y volvieron normas oscurantistas como la prohibición de la educación femenina o las severas restricciones al trabajo de las mujeres en las ONG locales e internacionales activas en el país. 

El creciente desempleo y la grave recesión económica afectaron mucho a los afganos, incluidos los potenciales clientes de las tiendas de una ciudad de medio millón de habitantes. Para agravar la situación, la semana pasada los talibanes decretaron el "game over" para Humayun y muchos otros comerciantes como él, que echaron el cerrojo a su sala de juegos. Una clausura que estuvo precedida por la prohibición decretada por el Ministerio de Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio, que tachó de "no islámicas" las películas, la música y los videojuegos extranjeros. "Este negocio era mi vida", declaró el joven Humayun a Radio Azadi, "y ahora no tengo ninguna fuente de ingresos ni medios de subsistencia".

El decreto talibán, que llegó sin previo aviso, provocó la clausura de más de 400 negocios sólo en Herat y sigue a la represión que se impuso a diversas formas de ocio, como cerrar los espacios al aire libre para las mujeres y las familias. En octubre, el movimiento extremista islámico cerró en todo el país los cafés que ofrecían narguiles, cuyo consumo es un pasatiempo popular entre los hombres afganos. Anteriormente, en mayo, habían prohibido que hombres y mujeres comieran juntos en los restaurantes de Herat y cerraron los restaurantes que pertenecían a mujeres y estaban administrados por ellas en la ciudad.

El impacto de las restricciones a las actividades es evidente en Herat, antiguo centro de la vida cultural e intelectual del mundo musulmán, estratégicamente situado en la encrucijada de las rutas y el comercio con Irán y Turkmenistán. Antes del regreso de los talibanes al poder, el mercado de Hazratha era el centro de videojuegos de la ciudad. Además, decenas de tiendas a lo largo de estrechas calles vendían películas y series de televisión extranjeras en DVD, así como música india, iraní y occidental.

Ahora hay un silencio surrealista en la zona del mercado y casi todas las tiendas están cerradas. "Aquí no me queda nada, no me queda más remedio que irme a otro país", confesó un ex negociante llamado Fakhruddin. Su negocio vendía afiches de películas, DVD y CD de música. Había invertido algo menos de tres mil dólares para ponerla en funcionamiento, pero ahora el negocio está condenado a morir. Tengo que mantener a una familia de 11 personas", confesó, "y esta tienda era mi única fuente de sustento".

Mawlawi Azizurrahman Mohajir, jefe provincial del ministerio talibán que controla la moral y las costumbres, respondió a las críticas señalando que el cierre de las salas y tiendas es consecuencia de las quejas de muchas familias. Según informó, los niños pasan -o más bien pierden- demasiado tiempo encerrados, descuidando otros aspectos más importantes. "Estas tiendas vendían películas que representaban y promovían los valores y la cultura indios y occidentales, que son muy diferentes de la cultura y las tradiciones afganas". "Y las películas del catálogo no tenían mujeres con hiyab, lo que va en contra de la sharia", añadió refiriéndose a la estricta interpretación del código de vestimenta islámico. Esta es la razón por la que se prohibió su venta".

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