Jerusalén: el Municipio 'congela' las cuentas del patriarcado greco-ortodoxo
El comunicado de Protecting Holy Land Christians. Las "razones" para adoptar la decisión estarían relacionadas con "la cuestión del Arnona". El patriarcado "no puede pagar los salarios al clero, a los maestros y al personal". En la homilía de la Asunción de María, el cardenal Pizzaballa afirmó que la sangre de todos los "inocentes" de Gaza y de todo el mundo "no se olvida".
Jerusalén (AsiaNews) - En momentos de profundas tensiones por la guerra en Gaza y la violencia de los colonos judíos que también han afectado a la comunidad cristiana palestina, se ha abierto un nuevo frente de conflicto en Tierra Santa. En los últimos días - aunque la noticia se ha conocido recién en estas horas - el municipio de Jerusalén ha "congelado" todas las cuentas bancarias del patriarcado greco-ortodoxo, como explica un comunicado oficial de la comunidad encabezada por el primado Teófilo III. "El miércoles 6 de agosto - dice la nota - el Municipio de Jerusalén decidió unilateralmente congelar las cuentas bancarias del Patriarcado greco-ortodoxo de Jerusalén. Es nuestra convicción que las razones de esta decisión están relacionadas con la cuestión del Arnona", el controvertido impuesto sobre la propiedad que los municipios cobran sobre los bienes inmuebles.
La disputa entre el municipio y varias iglesias que poseen propiedades en Jerusalén comenzó hace mucho tiempo. Un acuerdo de diez años entre las Iglesias y el Estado de Israel había impedido que el Municipio de Jerusalén cobrara el impuesto sobre la propiedad a las instituciones cristianas. Sin embargo, en 2018 la ciudad decidió que la exención para las congregaciones y comunidades cristianas se aplicaría solo a las propiedades que se utilizan "para la oración, para la enseñanza de la religión o para las necesidades derivadas de ello". Por lo tanto, quedan excluidas las actividades al servicio de los peregrinos, como pensiones y cafeterías, y han comenzado a cobrar facturas e impuestos por decenas de millones de shekels.
El tema ha tenido momentos de profunda tensión, que culminaron el 25 de febrero de 2018 con la histórica decisión del patriarca armenio Manougian, el greco-ortodoxo Teófilo III y el custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, de cerrar el santuario del Santo Sepulcro. El problema principal es un proyecto de ley sobre la expropiación de terrenos pertenecientes a las Iglesias y la solicitud del entonces alcalde Nir Barkat de que se pagaran años de impuestos atrasados, contraviniendo los acuerdos correspondientes al statu quo. El municipio dio marcha atrás solo tras la intervención del primer ministro Benjamin Netanyahu, pero desde entonces han vuelto a surgir varias veces las tensiones entre el municipio y las autoridades eclesiásticas en relación con propiedades o actividades específicas.
"Como entidades religiosas, las iglesias desempeñan funciones vitales manteniendo instituciones educativas, asistenciales y caritativas que están al servicio de la población local, cristiana o no", explica la declaración del grupo de Teófilos, Protecting Holy Land Christians, una asociación que colabora con líderes de otras iglesias. Históricamente, las iglesias "nunca han pagado impuestos municipales o nacionales por las propiedades", tanto durante las épocas de dominio otomano, británico, jordano o israelí.
Según Protecting Holy Land Christians, que también está relacionada con el Consejo de Patriarcas y Jefes de Iglesias de Jerusalén, el patriarcado greco-ortodoxo "ahora no puede pagar los salarios al clero, a los maestros y al personal". Otras Iglesias también enfrentan controversias similares, como una demanda abierta del Municipio de Jerusalén contra el patriarcado armenio que será vista en septiembre.
Mientras tanto ayer, en la homilía de la misa de la Asunción en el monasterio benedictino de Abu Gosh, el patriarca de Jerusalén de los latinos, cardenal Pierbattista Pizzaballa, afirmó que la sangre de todos los "inocentes" de Gaza y de todo el mundo "no se olvida". El purpurado explicó que los últimos y terribles meses de guerra, "cargados de dolor", no admiten discursos sobre la paz "edulcorados y abstractos", porque "no son creíbles". Por el contrario, subrayó una vez más el valor del realismo y recordó que la tarea de los cristianos es - incluso en medio de la muerte y la destrucción - seguir "sembrando vida", para que "el dragón" no tenga la última palabra. "Debemos aprender una y otra vez a convivir", afirmó el cardenal Pizzaballa, "con la dolorosa conciencia de que el poder del mal seguirá estando presente en la vida del mundo y en la nuestra [y] que sólo con nuestras fuerzas humanas no podremos derrotar el enorme poder de ese dragón. [...] Por el contrario, es una toma de conciencia de las dinámicas de la vida del mundo, sin fugas de ningún tipo, pero también sin miedo, sin desentenderse de ellas ni ocultarlas".
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