18/04/2022, 13.54
ECCLESIA IN ASIA
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La China de Armida Barelli

de Gerolamo Fazzini

La cofundadora de la Universidad Católica de Milán, que será beatificada el 30 de abril, dedicó también especial atención a la evangelización, particularmente en China, donde apoyó el nacimiento de las Franciscanas Misioneras del Sagrado Corazón, un instituto religioso femenino muy vital que todavía está muy difundido.

 

Milán (AsiaNews) - El 30 de abril será proclamada beata en Milán Armida Barelli (1892-1952), una laica que fue responsable de la Juventud Femenina Católica en Italia y cofundadora de la Universidad Católica del Sagrado Corazón. Un aspecto importante pero poco conocido de su vida fue su vinculación con los católicos de China, que ayuda a conocer un artículo publicado por la revista Mondo e Missione del PIME.  El tema central del artículo es la ayuda que brindó Armida Barelli desde Italia a Monseñor Eugenio Massi, obispo franciscano del norte de Shanxi, para la fundación de las Miisoneras Franciscanas del Sagrado Corazón de Jesús, instituto religioso femenino que sigue siendo uno de los más numerosos de China.

La pequeña semilla ha dado muchos frutos. Particularmente arraigado en la diócesis de Xi'an, el instituto ha enviado religiosas a muchas otras zonas de China. Cuenta monseñor Claudio Giuliodori, asistente eclesiástico general de la Universidad Católica del Sagrado Corazón y obispo de Macerata - la diócesis de proveniencia de Matteo Ricci - de 2007 a 2014: "La dimensión misionera en la vida y en la obra de Armida Barelli merece la misma atención que las otras realidades de las que ella fue fundadora y protagonista».

Nació en Milán en 1882, y en 1895 la enviaron a estudiar a Menzingen, en la Suiza de habla alemana, con las Hermanas de la Santa Cruz. Allí obtuvo el diploma de Maestra normal (los antiguos Magister) y en lengua alemana. En 1900, exactamente a los 18 años, cuando estaba saludando a sus compañeras con las que acababa de graduarse planteó una pregunta elocuente: «¿Qué será de nosotras dentro de 10 años? Yo seré sor Isabel, misionera en China, o madre de doce hijos». En realidad la Providencia tenía otros planes para ella. Sin embargo, la anécdota expresa una tensión apostólica que florecería pocos años después. Monseñor Giuliodori comenta: “La idea de China ya estaba presente en su juventud. Pero cuando Benedicto XV publicó la carta apostólica Maximum Illud en 1919, dando nuevo impulso al compromiso misionero de la Iglesia universal, Barelli comenzó a apoyar una iniciativa significativa, la fundación de las Franciscanas Misioneras del Sagrado Corazón”.

Es interesante el retrato que hace monseñor Massi de la primera superiora. “Es una joven santa, de 28 años, llamada Filomena Wang, hija de un rico mandarín. Habla bien el francés, sabe dibujar, hacer música, coser, tejer y bordar. Dotada de un verdadero espíritu de apostolado y sacrificio, es providencial para la fundación, dirección y vida de la Obra. Nunca se preocupa por la pobreza del instituto, al contrario, nos alienta diciéndonos: “No se preocupe, monseñor, por lo menos al principio hay que hacer sacrificios. Todas estamos contentas con esta pobreza, y queremos profesarla no sólo con el espíritu, sino en los hechos». La ex superiora general, la hermana Giuditta Hu Xiaozhe, hablando sobre el nacimiento de la congregación a la que pertenece, explica: “La fundadora es una china, Maria Wang Wenqing, quien recibió el apoyo del obispo Massi y el padre Ding Wutiao, franciscano español” . Pero ella también reconoce una relación de particular amistad entre la congregación, Barelli y la Universidad Católica: «La Universidad Católica del Sagrado Corazón tiene una profunda relación histórica con nosotros, aunque es una universidad famosa mientras que el nuestro es solo un pequeño instituto».

Las Franciscanas Misioneras del Sagrado Corazón también tuvieron que vivir la tormenta de los años de persecución: desde 1952 hasta 1980 el instituto fue cerrado por la fuerza cuando el maoísmo tomó el poder. Once religiosas fueron detenidas y encarceladas, otras regresaron a sus casas, algunas fueron condenadas a trabajos forzados, varias fueron sometidas a juicios públicos y sufrieron castigos físicos, "pero siempre se mantuvieron fieles a Dios y a la Iglesia". Cuando la situación de la Iglesia comenzó a mejorar gradualmente, el instituto salió de la clandestinidad y hoy las hermanas trabajan en la pastoral, la evangelización, el servicio social y la protección de la salud. Es una presencia influyente en la Iglesia local y en la sociedad. “Debido a nuevas exigencias, en 2019 rehabilitamos un pequeño edificio abandonado en el Wen Qing Center como casa de apostolado, para conmemorar el Gfci, y la llamamos “Casa de Minda”. En julio de 2021, registramos el Minde Social Work Service Center en el distrito Xincheng de Xi'an. Le pusimos ese nombre en homenaje a Armida".

 

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