La OTAN (y Europa) en la mira: los planes de guerra de Rusia después de Ucrania
La Alianza Atlántica es el “enemigo número uno” de Moscú, pero Occidente teme el conflicto por la posibilidad de una escalada nuclear. Los servicios de inteligencia y expertos militares y políticos europeos consideran que el enfrentamiento es inevitable, comenzando por los países bálticos. La política de sanciones ha llevado a Rusia a concentrar su economía en la industria bélica. El objetivo es conquistar Europa.
Moscú (AsiaNews) - Muchos comentaristas, tanto rusos como occidentales, hablan abiertamente sobre los planes de Moscú de iniciar una guerra abierta contra la OTAN en los cinco años siguientes al fin del conflicto en Ucrania, lo que se espera en breve tras la reunión en Alaska de Donald Trump y Vladimir Putin. El Kremlin ya está llevando a cabo formas de agresión híbrida, especialmente contra los países bálticos ex-soviéticos, comenzando por Estonia, que de hecho está preparando frenéticamente barricadas en sus fronteras.
Ya desde 2005 Putin repite la frase sobre la “mayor catástrofe geopolítica del mundo”, refiriéndose al colapso de la URSS, y en los últimos veinte años ese resentimiento no ha disminuido sino que, por el contrario, se ha vuelto cada vez más radical. En realidad la invasión de Ucrania debía ser solo el comienzo de la “resurrección” del imperio soviético, restaurando la antigua esfera de influencia de Rusia de aquella época, y la dirigencia de Moscú siempre reacciona con gran enojo ante cualquier acercamiento de los países vecinos a las alianzas europeas y occidentales, tanto políticas como militares.
El intento de controlar estas zonas nunca se ha abandonado desde 1991, manteniendo una relación de dominio económico o de injerencia con los diversos grupos de presión políticos. Cuando esto se cuestiona abiertamente, comienza un conflicto que incluso pasa a ser militar, como ha sucedido decenas de veces en estos 34 años, hasta la guerra indirecta de 2014 en el Donbass y la anexión de Crimea. Al no ver una reacción efectiva de Occidente, al cabo de ocho años Putin ordenó la invasión de Ucrania superando todas las vacilaciones.
Incluso hoy la OTAN sigue siendo el “enemigo número uno” para Rusia, pero es evidente que los occidentales se muestran reacios a una confrontación abierta por temor a una escalada nuclear. La gran “arquitectura de seguridad” de la que se habla en cada cumbre de la Alianza Atlántica está mostrando notables grietas, claramente visibles desde Moscú sobre todo después del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Por eso los servicios de inteligencia y los expertos militares y políticos de los países europeos consideran inevitable el conflicto de Rusia con la OTAN, comenzando por los países bálticos, que de todos los ex-soviéticos son los que más enfurecen al Kremlin.
En junio de 2025 el secretario general de la OTAN, el holandés Mark Rutte, habló abiertamente de esta posible evolución de los acontecimientos dentro de unos años, después de reponer el potencial militar prácticamente agotado en Ucrania, mientras la OTAN no parece ser capaz de prepararse adecuadamente para una guerra a gran escala. Según sus cálculos, “en tres meses, Rusia produce tantas municiones como la OTAN en un año y para finales de año estarán listos 1.500 tanques, 3.000 vehículos blindados y 200 misiles Iskander”.
Precisamente la política de sanciones ha llevado a Rusia a concentrar su economía en la industria bélica, compensando las pérdidas comerciales con los mercados “en la sombra” y los acuerdos de evasión con los países y las fuerzas político-económicas más “amigables” en Asia y en todo el mundo, incluyendo Europa y América. Mientras la OTAN y los europeos discuten sobre los aumentos en los gastos de defensa, Rusia ha llegado a acuerdos con Irán, Corea del Norte y China, que suministran misiles balísticos, municiones de todo tipo y componentes fundamentales para los armamentos.
A pesar de que la economía de los países de la OTAN es 25 veces superior a la de Rusia, esta última produce cuatro veces más armas que ellos, como destacó Rutte en su discurso inaugural en Londres. Según los expertos, los rusos están convencidos de que para 2030 el actual sistema de seguridad europeo e internacional se degradará cada vez más, y entre 2030 y 2035 surgirán nuevos conflictos en Europa en la zona del Báltico, Polonia, Escandinavia y el Ártico, como explican los comentarios publicados en Rbk-Ukraina.
Es evidente que Rusia se está preparando para esta perspectiva, aprovechando las ambigüedades de las negociaciones y las vacilaciones del presidente estadounidense para concluir victoriosamente la campaña contra los “nazis ucranianos” y dedicarse luego a los grandes preparativos para la próxima década, con el objetivo de conquistar toda Europa, comenzando por las costas del Báltico.
01/07/2022 16:11