12/11/2018, 09.43
RUSIA
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La ex OTAN soviética, sin Secretario

de Vladimir Rozanskij

La Organización del Tratado de Seguridad colectiva comprende a Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán. Ucrania se retiró en el pasado mes de mayo. No se llegó a ningún acuerdo en torno a la figura del nuevo secretario: se postergó la decisión para diciembre, en San Petersburgo. Los proyectos espaciales de Kazajistán.  

Moscú (AsiaNews) – El 8 de noviembre pasado, en la capital kazaja de Astaná, se llevó a cabo la cumbre de máximo nivel que congregó a los países miembros de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (sus siglas en inglés, CSTO), conocida como la “contra-OTAN”, surgida en 1992 para reunir a seis naciones ex-soviéticas, entre ellas, las que anteriormente formaran la llamada “Comunidad de los Estados Independientes (CEI): Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán, excluyendo a Ucrania, que se separó formalmente de la CEI en mayo pasado.

En la reunión participaron los presidentes de los seis países. Allí debía elegirse un nuevo Secretario general, luego de que el nuevo presidente armenio Nicol Pashinyan revocara el mandato de Jurij Kachaturov, ex-comandante de las fuerzas armadas armenias, que cubría el cargo desde 2017. En efecto, Pashinian considera que el general Kachaturov es uno de los principales responsables de las represiones del 2008, cuando el ejército se cobró 8 víctimas entre los manifestantes que protestaban contra la elección del presidente Ter-Petrosyan.

La noticia sorprendente es que los miembros de la cúpula de la CSTO no lograron elegir Secretario, aplazando la decisión para su próxima reunión, que será el 6 de diciembre en San Petersburgo. El mismo Pashinyan pretendió sustituir a Kachaturov con otro candidato armenio, aunque sin precisar su nombre, pero se encontró con la oposición rotunda de Vladimir Putin, situación que vino a resaltar la fuerte tensión entre los dos mandatarios. Esto, a pesar de las buenas relaciones, aparentemente conservadas, luego de la “revolución de terciopelo” armenia, que dejó a un lado a  la antigua clase dirigente ligada al ex presidente Serž Sargsyan, con lazos muy estrechos con la Rusia de Putin.

La Bielorrusia del presidente Lukašenko intentó proponer una mediación a través de la presentación de una candidatura propia, sugiriendo el nombre del general Stanislav Zas’, secretario del Consejo de Seguridad bielorruso, un candidato que sería de agrado para muchos ex-colegas soviéticos. En cambio, Rusia se mantuvo firmemente obsesionada con la candidatura de   Valerij Semerikov, hasta ahora vice de Kachaturov, el histórico comandante de las fuerzas de Infantería rusas en Asia.

En cierto momento de la reunión cumbre, se propagó una noticia sensacional: Kazajistán habría invitado a participar en las deliberaciones a nada más y nada menos que Elon Musk, el multimillonario empresario sudafricano-canadiense fundador de Paypal y Tesla, y colaborador del gobierno de Donald Trump. En realidad, Musk está colaborando con el gobierno kazajo en el área de proyectos espaciales, siendo al mismo tiempo el fundador de  Space Exploration Technologies Corporation, más conocida como SpaceX, que pretende cambiar el destino del mundo y de la humanidad reduciendo el calentamiento global mediante el uso de energías renovables, además de acotando el riesgo de una “extinción humana” a través del proyecto que busca establecer una colonia en el planeta Marte.  

Kazajistán es la histórica sede de los proyectos espaciales ex y post-soviéticos, con la base espacial de Baikonur, que aún sigue siendo administrada por los rusos, a través de un acuerdo que habrá de expirar en el año 2050. Lo cierto es que las ambiciones cósmicas del país gobernado por Nursultan Nazarbaev pasaron a segundo plano: cuando parecía que iba a materializarse la presencia de Musk, hizo su arribo a la reunión el mismo Putin, de quien todos pensaban había dejado la competencia sobre el tema a su ministro de Relaciones Exteriores, Lavrov. Y entonces todo se paralizó.

La CSTO es un legado soviético que por el momento parece no importar a nadie. Sin embargo, podría recuperar su relevancia en las estrategias políticas futuras, por las diferentes relaciones de fuerza en su seno, en vista de los escenarios futuros de Asia y de Europa oriental, y quizás, incluso de las rutas astrales, adonde irán a transferirse los conflictos terrestres.  

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