23/12/2025, 13.38
MYANMAR
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La junta birmana reactiva la represa de Myitsone para reforzar el eje con Beijing

de Gregory

El proyecto hidroeléctrico en el Estado Kachin se suspendió en 2011 debido a las protestas masivas y recientemente ha sido reactivado por los militares en vistas de las elecciones. Los analistas y la comunidad local sostienen desde hace tiempo, sin embargo, que se trata de una maniobra política para reforzar las relaciones con Beijing, a quien iría el 90% de la energía producida, incluso a costa de graves daños ambientales, sociales y para la seguridad del territorio.

 

Rangún (AsiaNews) – La junta militar birmana quiere reactivar la represa de Myitsone, un gigantesco proyecto hidroeléctrico en el Estado de Kachin que fue suspendido en 2011 debido a las protestas masivas que denunciaban el impacto ambiental y social. Según analistas locales, la iniciativa no responde a necesidades reales de desarrollo, sino a un cálculo político: los militares birmanos necesitan reforzar el apoyo de Beijing de cara a las elecciones que comenzarán el 28 de diciembre debido a que el ejército ha perdido terreno en el norte del país.

En abril de 2024 el Consejo de Administración del Estado (SAC), el órgano que crearon los militares para asesorar al gobierno, instituyó una nueva comisión encargada de “gestionar” la reanudación del proyecto y nombró como presidente al viceministro de Electricidad, Aye Kyaw. La represa, con un valor estimado de 3.600 millones de dólares, es financiada principalmente por la  State Power Investment Corporation (SPIC) de China y se encuentra situada en la confluencia de los ríos Mali y N’Mai, donde nace el Irrawaddy. El proyecto había sido bloqueado en 2011 por el entonces presidente Thein Sein, tras una movilización nacional que denunció los riesgos de destrucción ambiental, el desplazamiento forzado de las comunidades locales y la cesión de soberanía sobre los recursos naturales, considerando que casi toda la energía producida estaría destinada a China.

El contexto político actual hace que el anuncio resulte particularmente controvertido. En los últimos meses se han intensificado los combates entre el ejército birmano y el Ejército para la Independencia Kachin (KIA), una de las milicias que luchan contra la junta militar. “Cada vez que la junta está en dificultades, intenta distraer a la opinión pública”, explicó a AsiaNews un analista político kachin que pidió el anonimato por razones de seguridad. “Con los enfrentamientos en curso cerca del área de Myitsone, hablar de reiniciar el proyecto es poco realista. Pero sirve para mostrar a China que existe la voluntad”.

Los mandos militares sostienen que la presa es una obra necesaria. El 17 de diciembre el vicecomandante en jefe Soe Win visitó Myitkyina y declaró que “el proyecto debería ser reconsiderado y puesto en marcha”, y explicó que ayudaría a prevenir las inundaciones y garantizar electricidad al país. El ministro Aye Kyaw añadió recientemente que el nuevo comité trabajará en “investigaciones, soluciones técnicas y relaciones públicas” para demostrar la seguridad de la planta, insinuando incluso una posible reducción de la capacidad original de 6.000 megavatios. Sin embargo, los acuerdos firmados en 2006 y 2009, se mantienen invariables: el 90% de la energía producida estaría destinada a la provincia china de Yunnan, mientras que solo el 10% quedaría en Myanmar.

Para la comunidad kachin, Myitsone es el símbolo de una tragedia anunciada. El dique sumergiría un área tan grande como Singapur y obligaría al desplazamiento de unas 18.000 personas, borrando aldeas enteras, como Tangphre. “El río Irrawaddy es la savia vital de nuestro país”, dijo a AsiaNews Kaw Mai, habitante de Myitkyina. “No es solo un dique, es una condena a muerte para nuestra tierra. De día el régimen bombardea nuestras aldeas y de noche intenta vender nuestro río”.

También preocupa la seguridad. El sitio se encuentra a unos 100 kilómetros de la falla que atraviesa la región de Sagaing, una de las más activas del sudeste asiático, donde en marzo de este año se produjo un terremoto de magnitud 7,7. Otro terremoto podría comprometer la estructura, con consecuencias catastróficas río abajo.

Los efectos no se limitarían al Estado de Kachin. El Irrawaddy transporta sedimentos esenciales para la fertilidad de las zonas río abajo. Interrumpir su flujo significaría favorecer la intrusión de agua salada, el colapso de las reservas pesqueras y una amenaza directa para la seguridad alimentaria de millones de personas.

China tampoco quiere escuchar razones. La SPIC afirma que ya ha invertido más de 800 millones de dólares y desde hace años presiona a los gobiernos birmanos para reactivar el proyecto o, como alternativa, obtener una indemnización. Para la junta, reactivar Myitsone parece una maniobra desesperada para “comprar” una vez más el favor de Beijing, tal vez a cambio de una mediación con el KIA o una reducción de la presión internacional.

 

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