La paradoja de la transición energética en Asia
Un informe de la ONU revela que la capacidad de las energías renovables en la región se triplicó entre 2013 y 2023. Sin embargo, en términos porcentuales de la matriz energética, esta cuota de energía -impulsada por China, India, Vietnam y Laos- se mantiene estancada en el 16% debido al aumento del consumo, la disminución de la biomasa y la continuidad de la dependencia de los combustibles fósiles.
Bangkok (AsiaNews) - Un reciente informe de la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico (ESCAP) muestra que la región de Asia-Pacífico se ha convertido en el motor mundial del crecimiento de las energías renovables. Pero a pesar de este notable progreso, la transición energética en la región se enfrenta a una "paradoja estructural" que ralentiza su impacto total.
En la década comprendida entre 2013 y 2023 prácticamente se triplicó la capacidad instalada de electricidad renovable en la región, pasando de 568 gigavatios a 1.785 gigavatios. China, en particular, superó los objetivos fijados para 2030 y alcanzó los 1.408 gigavatios de capacidad solar y eólica a finales de 2024. Otros países, como India, Vietnam y Laos, también están dando pasos significativos. La India aspira a alcanzar los 500 gigavatios de capacidad no fósil para 2030, Vietnam ha experimentado un gran auge de su capacidad solar y Laos, junto con Bután y Nepal, exportan una gran cantidad de energía hidroeléctrica a la región.
Sin embargo, a pesar del enorme aumento de la capacidad, la cuota de energías renovables en el suministro energético total de la región sólo aumentó marginalmente y alcanzó el 16,3% en 2022. El informe de ESCAP explica este fenómeno haciendo referencia a dos dinámicas: por un lado, el aumento de la demanda energética y, por otro, el declive de la biomasa tradicional.
El rápido crecimiento económico y demográfico de la región ha provocado una explosión del consumo de energía, especialmente en los sectores industrial y del transporte. Este crecimiento ha superado la expansión de las energías renovables y ha mantenido alta la cuota de combustibles fósiles. Sin embargo, en muchos países en desarrollo el uso de biomasa tradicional para la calefacción y la cocina está disminuyendo en favor de fuentes más modernas, lo que reduce la contribución total de las energías renovables a la matriz energética.
El informe también muestra que la transición energética sigue limitada por una serie de desafíos. El 85% del suministro total de energía de la región sigue dependiendo de los combustibles fósiles. El informe destaca que, si no se toman medidas, el consumo de petróleo, carbón y gas natural en la región seguirá aumentando para 2050, sobre todo en los países en desarrollo, que dependen de estos combustibles, a menudo importados, para sostener su crecimiento económico.
Otro aspecto crítico es la eficiencia energética. El consumo final de energía en la región ha crecido de forma constante desde el año 2000, con incrementos significativos en el sector del transporte y la industria. Sin embargo, la intensidad energética (la energía necesaria para generar una unidad de PIB) está disminuyendo, lo que demuestra que se ha producido una mejora en el uso de la energía. El informe sugiere, sin embargo, que los países asiáticos deberían redoblar sus esfuerzos para mejorar la eficiencia, ya que es una forma rápida y rentable de reducir las emisiones y la dependencia de la importación de combustibles.
La ESCAP alienta a los países a invertir en tecnologías emergentes, como el hidrógeno verde y el almacenamiento de energía a largo plazo, para superar la intermitencia en el suministro de fuentes renovables como la solar y la eólica. También se destaca la importancia de las reformas políticas y normativas que favorezcan la creación de mercados energéticos competitivos y atraigan la inversión privada.
Hasta ahora la mayor parte de las inversiones (unos 528.000 millones de dólares en 2024) se concentra en unas pocas grandes economías, lo que deja a muchos países en desarrollo con un déficit de financiación. Por ejemplo, los diez países menos desarrollados de la región recibieron solo el 1,4% del total de las inversiones para la transición energética entre 2020 y 2023.
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