Las monjas rusas de Lesna, libres de Moscú
La historia y el perfil del "nuevo monasterio", que nació en Polonia en 1885 y se estableció en Normandía en 1950 después de una larga peregrinación, hoy lo hacen especialmente popular entre los numerosos rusos que viven fuera de su país y quieren conservar su tradición sin participar en las iniciativas bélico-patrióticas de Kirill y los jerarcas rusos actuales.
En Normandía resiste un glorioso monasterio femenino ruso, el de Lesna, uno de los puntos de referencia históricos más importantes de la emigración rusa desde finales del siglo XIX. Cuando el patriarca de Moscú Kirill (Gundyaev) visitó Francia en 2016 y le preguntaron sobre el destino de esta institución respondió que "es solo cuestión de tiempo", dando a entender que tarde o temprano sería absorbida por las estructuras patriarcales, como ya ha ocurrido con otros conventos y parroquias rusas en Europa que pertenecían a la Iglesia independiente en el exterior o al exarcado ruso de París, que debió volver a la jurisdicción de Moscú tras ser abandonado por Constantinopla debido a las polémicas sobre la autocefalia de la Iglesia ortodoxa en Ucrania.
En cambio el monasterio situado en el pueblo de Chauvincourt-Provemont, en la provincia de Eure en Normandía, donde viven 20 monjas y otras tantas hermanas de asistencia, ha logrado hasta ahora conservar su independencia y "la herencia de la auténtica tradición rusa", remontándose a su fundación original. Fue creado en 1885 en la aldea polaca de Lesna-Podlaska, de la que conserva el nombre, en una región católica que en ese momento formaba parte del imperio ruso, con funciones experimentales y "misioneras" en un territorio de otra confesión. Su objetivo era mostrar la grandeza de la Ortodoxia con la oración y la regla espiritual, pero también con la predicación y las actividades sociales, y la especial intercesión de un ícono de la Madre de Dios que se consideraba milagroso desde el siglo XVII.
En la primera evacuación de Polonia, en 1915, las monjas eran cerca de 500, y durante la primera mitad del siglo XX recorrieron varios países: Rusia, Besarabia, Serbia, hasta que en 1950 encontraron una sede permanente en Francia. En 1967 adquirieron una pocas decenas de hectáreas de tierra en el pueblo de Provemont, entre París y Ruan, en la llanura donde corre un pequeño río que serpentea a través de las colinas de Normandía. La cercanía a la capital y las buenas conexiones de transporte han hecho que la comunidad sea muy accesible para los numerosos peregrinos procedentes de diferentes países, que siempre son acogidos con alegría sin indagar sobre su pertenencia eclesiástica, y en las grandes fiestas los lugares de que disponen nunca son suficientes para todos los fieles.
El monasterio está situado justo a las afueras del centro urbano, y en la entrada tiene un gran arco de estilo moderno con una cruz de ocho puntas y una copia del ícono de Lesninskaja. El templo del monasterio es de estilo francés antiguo con un gallo en el chapitel; antes era católico como recuerdan los vitrales con los santos franceses, mientras que la parte oriental está cubierta por la gran iconostasis rusa con los espléndidos íconos de Pimen Sofronov, uno de los más importantes iconógrafos rusos de los viejos creyentes del siglo XX. Todos los días se celebran sin prisas las liturgias de la mañana y las vespertinas, acompañadas por el coro de las monjas, con melodías tradicionales del repertorio lesninskij.
La hegúmena (abadesa) Evfrosinija (Molčanova), séptima desde la fundación, compartió con los periodistas de Novaja Gazeta sus impresiones sobre esta historia tan particular del único monasterio ruso en Occidente que sigue abierto desde antes de la revolución bolchevique. Según sus palabras, "el monasterio tenía características únicas desde antes de su fundación, por su apertura al mundo no ortodoxo en la periferia del imperio, razón por la cual se invitó a presidirlo a una monja de excepcionales características, la madre Ekaterina (Efimovskaja)". El monasterio se ocupó desde el principio de actividades sociales y educativas, dirigidas por la personalidad carismática de la primera hegúmena, que había ido a pedir la bendición al padre Amvrosij, el más famoso de los startsy de Optina Pustyn, la fuente de la renovación monástica rusa en todo el siglo XIX. Este le dijo que "un nuevo monasterio se debe organizar de una manera nueva", colocando su manto sobre sus hombros y confiando a las monjas una nueva regla de oración. Otro importante santo ruso de principios del siglo XX, Ioann Kronshtadtskij, también dio su apoyo al monasterio y sus objetivos misioneros.
Junto al monasterio se abrieron escuelas y albergues para huérfanos, y comenzó un movimiento de "hermanas de la misericordia", con un importante respaldo al papel de la mujer en la Iglesia y en la sociedad. La Madre Ekaterina logró inspirar un "nuevo tipo de monasterio", y escribió importantes reflexiones sobre el "ministerio de la diaconisa", de la mujer que pudiera recibir una consagración especial en el orden diaconal. En Lesna se abrió un curso especial para las mujeres que aspiraban a este tipo de servicio eclesiástico.
La Primera Guerra Mundial tuvo una fuerte influencia en el destino del monasterio, que se encontraba precisamente en la zona de los enfrentamientos más cruentos, y el obispo ruso Anastasij (Gribanovskij), futuro primado de la Iglesia ortodoxa rusa zarista en el exterior, confió a las monjas el destino del ícono de la Madre de Dios Lesninskaja, para que no cayera en manos de los ocupantes. El ícono fue trasladado de Polonia a varias localidades, y todas fueron rebautizadas como "Lesna", y recorrió varios países junto con las monjas. Cuando en Besarabia, que en ese momento formaba parte de Rumania, las autoridades decidieron adoptar el calendario gregoriano, las monjas se trasladaron junto con el ícono a Serbia, y cuando los comunistas también llegaron allí, emigraron finalmente a Francia, donde el monasterio ha cumplido este año su 75º aniversario.
El monasterio conserva un carácter tradicional ruso muy explícito, aunque permanece bajo la jurisdicción de la Iglesia serbia "ortodoxa auténtica", una rama separatista respecto al patriarcado de Belgrado, que salva a Lesna de las pretensiones de Moscú. La comunidad ha pasado por las numerosas escisiones de la Iglesia rusa, fracciones "catacumbales" de los tiempos soviéticos, para luego refugiarse en la variante serbia por la que el monasterio ya había pasado incluso geográficamente. La hegúmena Evfrosinija, por su parte, nació en una familia rusa que emigró a Brooklyn, Estados Unidos, y su vocación se desarrolló en el monasterio ruso de Novo Diveevo, cerca de Nueva York, y luego en el de Boston, de tradición bizantina no rusa, hasta que el metropolita de la Iglesia rusa en el exterior, Filaret (Voznesenskij), la envió a Lesna, en Francia. Tras pasar algunos meses en Grecia, recorriendo diversos monasterios, llegó a Normandía en un momento delicado, cuando la hegúmena Magdalina (Grabbe) se encontraba en el hospital por un accidente, y el padre espiritual se había trasladado a Australia debido a una disputa con el obispo Filaret.
Estas vicisitudes reflejan el destino de muchas comunidades monásticas y parroquiales de la diáspora rusa ortodoxa en el siglo pasado, que ahora se complica aún más por las posiciones de teología bélica del patriarcado de Moscú, tras un difícil proceso de reunificación en las últimas décadas. Precisamente la independencia de la Iglesia de Estado rusa ha hecho al monasterio aún más popular entre los numerosos rusos que viven fuera de su país y desean conservar su tradición sin participar en las iniciativas bélico-patrióticas de Kirill y otros jerarcas rusos actuales. Como explica la madre Evfrosinija, "no se trata de personas que cuestionan el patriarcado en sí, sino que desean profesar la fe ortodoxa sin matices políticos". Al monasterio están conectadas tres parroquias en Alemania, una en España, y periódicamente se realizan encuentros y celebraciones en Italia y en Holanda, con la presencia de sacerdotes procedentes de Ucrania. En Francia, precisamente el carácter secularizado de la sociedad atrae a muchas personas a Lesna, incluso sin vínculos con la tradición rusa u ortodoxa en general.
Desde la invasión rusa en Ucrania en 2022, el monasterio de Lesna mantiene una clara postura pacificadora, abriendo las puertas a las víctimas de la guerra, aunque evitando intervenir directamente con juicios y valoraciones sobre los acontecimientos en curso. Se acoge a las personas "aceptando su libertad de pensamiento y de expresión", afirma la hegúmena, recordando que "acoger a los refugiados es simplemente una actitud cristiana, en cualquier circunstancia", y ofreciendo a todos una cama en las hospefería paea los peregrinos, especialmenate a muchas personas que han huido de Ucrania y de los bombardeos que no dan señales de disminuir, pero también a algunas de Rusia, buscando con delicadeza las vías del diálogo. Del patriarcado de Moscú siguen llegando invitaciones para reunificarse que prometen "resolver todos los problemas", e incluso ofrecen la generosa ayuda de diversos patrocinadores. Sin embargo, la madre responde que "siempre nos hemos sentido libres, y seguiremos siendo libres y sin patrocinadores a los que debamos agradecer", una voz de la verdadera Rusia cristiana en las costas de Normandía.
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