León XIV: 'La justicia es concreta cuando alcanza la igualdad en la dignidad'
Más de 15.000 personas participaron en la Plaza de San Pedro en el Jubileo de los Trabajadores de la Justicia. El Papa Prevost recordó que "el mal no debe ser solo castigado, sino reparado". Recordó las condiciones "inicuas e inhumanas" de los pueblos que "tienen hambre y sed de justicia".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Unas 15,000 personas se reunieron al mediodía en una soleada Plaza de San Pedro para encontrarse con el Papa León XIV con motivo del Jubileo de los Operadores de la Justicia, la primera iniciativa sobre este tema en un Año Santo. El cardenal Rino Fisichella introdujo las palabras del pontífice desde el atrio de la basílica: "Los que llevan en el corazón el amor por la justicia [...] están aquí [...], con la certeza de que serán fortalecidos en la responsabilidad de conjugar la interpretación de la ley con el derecho, para que la justicia sea realmente la base de la vida personal y social". Antes de hablar, el Papa Prevost saludó a los presentes, acercándose en el papamóvil y bendiciendo a los niños.
Como destacó el papa, la justicia es un "campo amplio". Las personas que estuvieron esta mañana en la Plaza de San Pedro provenían de unos 100 países de todos los continentes. Pertenecen a diversas categorías profesionales. "Magistrados de todas las jurisdicciones y ámbitos, abogados, decanos de facultades de derecho y profesores universitarios, notarios", añadió Fisichella. Pero también "personal administrativo de los tribunales y universidades, junto con sus familias". Y el Jubileo es la mejor oportunidad, dijo Prevost, para reflexionar sobre el tema de la justicia y su función, que es "indispensable para el desarrollo ordenado de la sociedad pero también como virtud cardinal que inspira y orienta la conciencia de cada persona".
"En la justicia, en efecto, se conjuga la dignidad de la persona, su relación con los demás y la dimensión de la comunidad hecha de convivencia, estructuras y reglas comunes", siguió diciendo León XIV en su discurso, y señaló que según la tradición también es una virtud, "una actitud firme y estable que ordena nuestra conducta según la razón y la fe". Para el creyente, la justicia persigue un objetivo "que garantiza un orden para proteger a los débiles, a los que buscan justicia porque son víctimas de opresión, excluidos o ignorados". El Papa recordó luego que hay numerosos episodios evangélicos "en los que la acción humana es evaluada por una justicia capaz de vencer el mal del abuso".
La justicia que se describe en los Evangelios, sin embargo, aunque es diferente, "no se aleja de la humana, sino que la interroga y replantea". "La desafía a ir siempre más allá, porque la impulsa a la búsqueda de la reconciliación. Porque el mal no debe ser solo sancionado, sino reparado, y para eso se requiere una mirada profunda sobre el bien de las personas y el bien común", afirmó el pontífice. "Es una tarea difícil, pero no imposible, para quien, consciente de realizar un servicio más exigente que otros, se compromete a mantener una conducta de vida irreprochable". La justicia, la justicia "concreta", debe tender "hacia los demás", "hasta alcanzar la igualdad en la dignidad y en las oportunidades entre los seres humanos". La igualdad ante la ley, sin embargo, no elimina "crecientes discriminaciones que tienen como primer efecto precisamente la falta de acceso a la justicia". La verdadera igualdad, en cambio, "es brindar a todos la posibilidad de realizar sus aspiraciones y que se garanticen los derechos inherentes a su dignidad", dijo.
Hoy debe inspirar a los operadores de justicia (que tuvieron representantes de todo el mundo en la plaza para escuchar al Papa) a "la búsqueda o la recuperación de los valores olvidados para la convivencia, a cuidarlos y respetarlos". "Precisamente a través de los valores que son el fundamento de la vida social, la justicia asume su papel central para la convivencia de las personas y de las comunidades humanas. Como decía san Agustín: 'La justicia no es tal si no es al mismo tiempo prudente, fuerte y moderada' - añadió -. Una justicia que se hace grande incluso "en las cosas pequeñas", y se reconoce "cuando se aplica con fidelidad al derecho y al respeto por la persona en cualquier parte del mundo donde se encuentre".
León XIV concluyó su discurso haciendo referencia a un "aspecto de la justicia que a menudo no se tiene suficientemente en cuenta". Es una realidad dolorosa y muy presente en el mundo de "muchos países y pueblos que tienen 'hambre y sed de justicia', porque sus condiciones de vida son tan inicuas e inhumanas que resultan inaceptables", afirmó. Ante estas palabras, un aplauso se elevó espontáneamente de la plaza. Citando de nuevo a san Agustín, Prevost añadió que "en el panorama internacional actual se deberían aplicar estas sentencias perennemente válidas". Es decir, que "Un Estado sin justicia, no es un Estado. La justicia, en efecto, es la virtud que distribuye a cada uno lo suyo. Por lo tanto, la justicia que separa al hombre del Dios verdadero no es verdadera justicia humana". Palabras tomadas de De Civitate Dei, escrito entre el 413 y el 426 d.C.
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