León XIV, China y la atención a las comunidades que sufren por la fe
El director editorial de AsiaNews, el P. Gianni Criveller, comenta las palabras del pontífice sobre China en la entrevista que se publicó hace pocos días: "Garantiza la continuidad de las decisiones anteriores, consciente de que todavía hay tiempo hasta el nuevo vencimiento del Acuerdo en 2028. Pero dice que también escucha a las comunidades 'clandestinas' que (con razón o sin ella) se sintieron sacrificadas. Para que la narrativa del gobierno no sea la única de esta compleja y dolorosa situación eclesial".
La entrevista de León XIV con la periodista estadounidense Elise Allen, incluida en el libro "León XIV: ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI" y que fue publicado el 18 de septiembre, es importante porque nos permite adentrarnos en el pensamiento y el programa de un Papa todavía poco conocido. Entre los muchos temas tratados, nos centramos aquí en la pregunta referida a China. El hecho de que sea una de las primeras preguntas que se le hacen al pontífice confirma la enorme importancia que esta nación tiene para la Santa Sede y para la vida de la Iglesia y del mundo.
Es la primera toma de posición del Papa sobre esta difícil cuestión. Sus palabras van más allá de las respuestas de circunstancias, y por lo tanto merecen un comentario del director editorial de una agencia como AsiaNews, que durante décadas ha seguido las vicisitudes de la Iglesia en Asia, y en China en particular.
Allen le pregunta al Papa si ya sabe cuál será su enfoque con respecto a China. La respuesta es un rotundo 'no'. El hecho de que el Papa todavía no haya establecido una política sobre China me parece una señal importante. Sin embargo, a continuación hace una declaración que parece redimensionar el alcance de lo que acaba de afirmar: por el momento, León continuará en la línea de sus predecesores. Una línea que la entrevistadora denomina 'Ostpolitik'. Creo que definir con el término 'Ostpolitik' la política de los pontífices hacia China es una elección de palabras bastante apresurada. Si bien es cierto que desde Pablo VI en adelante todos los pontífices han buscado activamente el diálogo con las autoridades de la República Popular China, también es cierto que la palabra 'Ostpolitik' no representa de la mejor manera el pensamiento de Juan Pablo II (que no lo aprobaba) ni de Benedicto XVI (que no firmó un acuerdo con China que parecía ya alcanzado).
En cualquier caso, León declara que no se considera más experto (wiser) que sus predecesores y que, por ahora, seguirá la misma línea. Ostpolitik, según León, significa realismo: "lo que podemos hacer ahora, mirando al futuro". Es interesante lo que el Papa declara a continuación: "También mantengo un diálogo continuo con diferentes personas chinas que pertenecen a ambas partes de algunas de las cuestiones en juego". Por lo tanto, Leone está escuchando a diferentes personas, que piensan de manera diferente, para "comprender mejor cómo puede continuar la Iglesia su misión, respetando tanto la cultura como las cuestiones políticas, que obviamente tienen una gran importancia, pero también respetando a un número significativo de católicos chinos que durante muchos años han vivido una cierta forma de opresión o dificultad para vivir su fe libremente y sin tomar partido".
La referencia a los católicos de lo que se denomina comunidades clandestinas es bastante evidente. Cerca de veinte obispos en China (en total son alrededor de un centenar) no son reconocidos por el gobierno. Numerosos presbíteros se niegan a firmar declaraciones de apoyo a la política religiosa del gobierno que afirman en forma terminante que la Iglesia en China es independiente (no autónoma, ¡independiente!). La 'sinización' del catolicismo, como la de muchas otras realidades religiosas y culturales, se impone con una retórica y con medidas cada vez más invasivas. Muchas comunidades católicas se reúnen en lugares privados para evitar el control de las autoridades gubernamentales.
También hay que reconocer que los miembros de las comunidades abiertas, encabezadas por obispos reconocidos por el gobierno, también son controlados en la práctica de la fe y sufren por las limitaciones impuestas a su identidad católica.
Es importante saber por boca del mismo Papa que no desconoce la situación de China. León XIV dice que tomará en consideración las "experiencias que he tenido anteriormente al tratar con el pueblo chino, tanto en el gobierno como con dirigentes religiosos y laicos". Se refiere a sus experiencias anteriores, de las que poco se sabe, que incluyen viajes a China como superior general de los Agustinos.
Si a corto plazo ha decidido seguir el camino ya trazado, a largo plazo el Papa se reserva "no decir haré esto o no haré esto otro". También afirma que ya ha "comenzado a mantener conversaciones a diferentes niveles sobre este asunto". En resumen, en China la situación es "muy difícil".
¿Qué podemos decir? Sin duda el Papa León es prudente: garantiza la continuidad de las decisiones previas que en 2018 condujeron al Acuerdo pastoral entre la Santa Sede y las autoridades de Beijing sobre el nombramiento de obispos. Acuerdo que fue renovado varias veces y cuyo próximo vencimiento es en 2028. Por lo tanto, hay tiempo. Mientras tanto, León continuará un diálogo que no excluye a nadie, y sobre todo no excluye a ese grupo significativo de católicos que durante años han sufrido opresión o dificultades para vivir la fe. Y que en los últimos años, con razón o sin ella, se han sentido poco escuchados. Las palabras de León, por lo tanto, no son fáciles o triviales. Ciertamente, no anuncian un cambio radical: los acuerdos establecidos se deben respetar. Pero el Papa muestra que quiere escuchar a más partes y que no tiene prejuicios.
Me parece una señal importante. El Papa sabe que la situación de los católicos en China no está normalizada y alineada. AsiaNews informó la semana pasada sobre los acontecimientos relacionados con la constitución de la nueva diócesis de Zhangjiakou (Hebei) con el obispo oficial José Wang Zhengui a la cabeza. La unificación de antiguas diócesis encabezadas por obispos no alineados en diócesis más grandes con un obispo oficial es una forma impuesta por la política religiosa para favorecer el control estatal sobre la Iglesia. Las antiguas diócesis de Xiwanzi y Xuanhua, encabezadas por los obispos clandestinos José Ma Yanen y Agustín Cui Tai, han sido suprimidas. Los dos obispos han sido finalmente reconocidos por el gobierno: el primero se ha convertido en obispo auxiliar de la nueva diócesis, el segundo ha sido jubilado y poco se sabe de su destino actual. A ambos se les han atribuido improbables adhesiones a la política religiosa del gobierno. Fuentes de AsiaNews han reportado como inverosímil la noticia de su alineamiento con el gobierno: lo niegan sobre todo en lo que respecta al obispo Agustín Cui Tai. Las comunidades católicas que se referían a ellos fueron tomadas por sorpresa y se sienten entristecidas. Los dos obispos, que eran clandestinos, han obedecido la voluntad de la Santa Sede, pero la historia de su fidelidad, junto con la de sus comunidades, no solo queda sin reconocimiento, sino mortificada.
El Papa León parece tener claro que el futuro de la comunidad católica china no debe ser el de la normalización según la narrativa de las autoridades gubernamentales. Esa no es la única narrativa de esta compleja y dolorosa historia eclesial.
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