28/12/2022, 12.13
LÍBANO
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Los hermanos Massabki serán declarados santos. Un regalo de Navidad para la Iglesia maronita

de Fady Noun

Fueron víctimas de las masacres de 1860 en Monte-Líbano y Damasco. Ejemplo de "mártires de la fe" en una época de creciente persecución, una prueba más de la importancia del ecumenismo de los santos, que entregaron la vida por "el mismo Cristo". Como decía Juan Pablo II, la unidad de los cristianos no se construye, solo hay que ampliarla.

 

Beirut (AsiaNews) - La Iglesia maronita comunicó recientemente de manera oficial, a través de su patriarca, el cardenal Beshara Raï, que el Papa Francisco aprobó el decreto que proclama "mártires de la fe" a los tres hermanos Francis, Abdel Mohti y Raphaël Massabki . Murieron en las tristemente célebres masacres de 1860 en Damasco (una de las páginas más oscuras para los cristianos orientales) y serán incorporados a la asamblea de los santos de la Iglesia universal, independientemente del reconocimiento de un milagro que se habría producido por su intercesión. Un paso fundamental en la causa de canonización de los futuros santos.

"Este es nuestro regalo de Navidad", dijo el jefe de la Iglesia maronita refiriéndose al honor que se le brinda a su comunidad a través de ellos. La fecha de la ceremonia de canonización, que normalmente se celebra en Roma, todavía no se ha fijado oficialmente.

Los hermanos Massabki encontraron la muerte en Damasco, en las masacres cuyas causas históricas se remontan a ciertas rivalidades en el Monte Líbano entre drusos y maronitas fomentadas por la injerencia extranjera, y en las que el gobernador otomano Ahmed Pasha fue uno de los principales protagonistas. Los tres hombres fueron asesinados el 10 de julio de 1860 dentro del convento franciscano, tras negarse a renegar de su fe cristiana. Esto ocurrió en el marco de una revuelta popular que duró entre el 9 y el 18 de julio -que sólo en Damasco se cobró entre 4.000 y 6.000 víctimas cristianas- y después se extendió también a Bekaa, sobre todo a Zahlé.

En los nueve días que duraron las masacres cerca de 20.000 cristianos fueron asesinados en Damasco y Bekaa. Al mismo tiempo en la capital siria destruyeron 11 iglesias y tres conventos y quemaron o arrasaron entre 1.500 y 2.000 viviendas y unos 200 comercios. Los consulados ruso, holandés, belga, estadounidense y griego fueron saqueados e incendiados.

Los musulmanes salvan el honor

Algunos musulmanes piadosos salvaron el honor de la comunidad, entre ellos el emir argelino Abdel Kader, exiliado por Francia en Damasco, gracias al cual muchos cristianos se salvaron y pudieron llegar a regiones seguras del Líbano.

Naturalmente las noticias de las masacres perpetradas en 1860 aterrorizaron a un Occidente que se enorgullecía de ser el protector de los cristianos orientales. Las gestiones de las potencias occidentales ante la Sublime [puerta, el sultán otomano] tuvieron el efecto deseado. Ahmed Pasha fue ejecutado, junto con otros funcionarios del imperio que participaron en la masacre, y cientos de cómplices fueron encarcelados o exiliados.

En 1926, 66 años después de las masacres, gracias a una decisión conjunta del entonces nuncio apostólico en Damasco y el arzobispo maronita de la capital siria, Mons. Beshara Chémali (cuyo territorio se extendía hasta Sarba, en el Líbano), los tres hermanos Massabki fueron declarados beatos por el Papa Pío XI el 7 de octubre de 1926. Desde entonces la Iglesia maronita celebra cada año a los beatos hermanos Massabki el domingo siguiente al 12 Julio.

Ecumenismo de los mártires

En este momento, de acuerdo con el espíritu de unidad promovido por san Juan Pablo II y continuado por sus sucesores, numerosas voces piden que la ceremonia de canonización de los beatos sea también ocasión para resaltar mejor lo que se denomina "ecumenismo de los mártires".

Hoy ya no quedan dudas de que entre las víctimas de las masacres de 1860 también se encuentra Youssef Mehanna-Haddad, sacerdote de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía. Cuando este salía de su casa de incógnito y vestido de laico junto con su nuera (es costumbre de la Iglesia oriental que los sacerdotes se pueden casar) fue reconocido por un grupo de revoltosos, secuestrado y asesinado. Su recuerdo sigue vivo y su Iglesia también celebra solemnemente su memoria. Hasta ahora las Iglesias latina, maronita y ortodoxa han conmemorado la memoria de los mártires de 1860 en forma independiente unas de otras, pero debemos ser igualmente conscientes de que estos cristianos de diferentes confesiones dieron testimonio con su vida entregándola por el mismo Cristo.

Lo que quiso decir Juan Pablo II, explican básicamente algunos círculos de la Iglesia, es que la unidad de los cristianos no hay que buscarla, no hay que construirla de cero como si no existiera, sino que solo hay que ampliarla. Porque ella ya se ha cumplido en los mártires y santos de las diversas Iglesias, que dieron testimonio la fe hasta el don definitivo de su vida.

 

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