Lucha contra las drogas en Seúl: mano dura con las celebridades, pero sin ayuda para la recuperación
En el Día Mundial establecido por la ONU, Huh Jae-hyun, conocido periodista coreano, quien sufrió personalmente hace algunos años las consecuencias de una adicción, denuncia: "Una guerra miope que margina, sin preocuparse por reintegrar a la sociedad". Y mientras los medios locales persiguen noticias sobre los famosos acusados de consumir sustancias, se dispara el número de consumidores jóvenes.
Milán (AsiaNews/Agencias) – Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Lucha contra las Drogas, un tema muy candente en muchas partes de Asia, continente donde la vía de la represión del fenómeno parece prevalecer sobre los interrogantes sobre las causas y el negocio que se esconde detrás de las redes criminales que prosperan a la sombra de las toxicodependencias. León XIV recibió esta mañana en audiencia en el Patio de San Dámaso del Vaticano a algunas comunidades de ex toxicodependientes comprometidas en la propuesta de vías concretas para liberar a las personas de esta esclavitud. “Con demasiada frecuencia, en nombre de la seguridad, se ha librado y se libra una guerra contra los pobres, — observó el Papa —, llenando las cárceles de personas que son solo el último eslabón de una cadena de muerte. Nuestras ciudades no deben ser liberadas de los marginados, sino de la marginación; no se las debe limpiar de los desesperados, sino de la desesperación”.
Con este desafío también está relacionada una denuncia que hizo, con motivo de este día, Huh Jae-hyun, periodista de Corea del Sur dos veces ganador del Premio de Medios de Amnistía Corea, quien en 2018 sufrió del despido y la exclusión social debido a la difusión de noticias sobre su toxicodependencia, a pesar de que había dejado de consumir sustancias. En una entrevista que publicó el Korea Times, Huh define la guerra que se libra en Corea como una guerra miope, que ataca la adicción pero ignora sus causas. Mientras en el país siguen aumentando los casos de abuso de sustancias y delitos relacionados, sobre todo entre los jóvenes.
En Corea del Sur las celebridades son el centro de la guerra contra las drogas, precisamente debido a su notoriedad. Cualquier sospecha es cubierta exhaustivamente por los medios, a menudo incluso violando las normas sobre la divulgación pública de información. Este tipo de acusaciones, y la forma en que se presentan, indignan profundamente a la opinión pública coreana y dañan en forma irreversible su reputación. Incluso cuando resultan estar bien fundadas, los implicados denuncian la total falta de apoyo para la desintoxicación y, sobre todo, la imposibilidad de reintegrarse a la sociedad.
En diciembre de 2023 el actor Lee Sun-kyun — conocido por su papel en Parasite donde interpretaba al padre de la rica familia Park — se suicidó mientras se llevaban a cabo investigaciones por presunto consumo de marihuana y ketamina. Su abogado afirmó que Lee había dado negativo en las pruebas de drogas y que la investigación había sido desproporcionada en comparación con la gravedad de las acusaciones. Otro ejemplo es el del actor de Burning, Yoo Ah-in, quien pudo volver a trabajar recién después de varios años. O el del rapero G-Dragon, quien fue retirado de la publicidad de BMW Corea a pesar de que su caso había sido archivado. El consumo de drogas indigna a la opinión pública en todo el mundo, pero en Corea el estigma persiste mucho más tiempo. En Estados Unidos, por ejemplo, Robert Downey Jr., después de superar su adicción a las drogas trabajó en Iron Man y volvió a ser un actor de fama mundial.
En esta guerra contra las drogas, la estrategia del Estado es ensañarse contra los consumidores, sobre todo si son rostros conocidos. Este método, moralmente cuestionable, también plantea dudas sobre su eficacia. En efecto, el consumo de drogas en Corea del Sur sigue aumentando en vez de disminuir. Según el diario local DongA Ilbo, el número estimado de toxicodependientes en el país ascendió a 400.530 en 2024, frente a los 326.970 de 2023 y los 246.300 de 2019. Aunque las cifras siguen siendo inferiores a las de otros países occidentales, lo que preocupa es la rapidez con la que se está difundiendo el fenómeno, sobre todo entre los jóvenes: más de la mitad de los consumidores de 2023 tenían entre 20 y 30 años.
Algunos observadores relacionan la alta incidencia en los jóvenes con el sistema escolar coreano, conocido por la competitividad extrema y la presión constante. En un contexto donde el fracaso no se contempla, la droga se convierte para algunos en una forma de evadirse de una vida cotidiana insostenible. No es de extrañar que el país también haya registrado numerosos casos de suicidios entre adolescentes, muchos de los cuales tenían antecedentes de consumo de drogas y podrían no haber recibido la ayuda psicológica adecuada. Además, se está extendiendo el uso de una serie de sustancias legales para mejorar el rendimiento escolar, que contrarrestan trastornos como el déficit de atención o la hiperactividad. El consumo excesivo de estos medicamentos, que requieren una receta médica y están regulados por el Estado, es el resultado de deficiencias del sistema de salud. El sistema de salud de Corea está formado sobre todo por médicos y farmacéuticos independientes que, gracias a los escasos controles y en algunos casos motivados por el lucro, prescriben cantidades que superan el umbral máximo permitido para un uso responsable. Hasta 2024 los hospitales ni siquiera estaban obligados a controlar el historial de las prescripciones de un paciente.
Las desigualdades sociales también juegan un papel importante. Como ha demostrado la crisis de los opioides en Estados Unidos, pobreza y toxicodependencia están correlacionadas y se retroalimentan: los toxicodependientes pierden el trabajo y son marginados, lo que desencadena el círculo vicioso que vincula la indigencia, la dependencia, el desempleo y la exclusión.
Seúl es consciente de esta crisis. Pero, más allá del ensañamiento contra las celebridades y la estrategia punitiva, las medidas concretas para ayudar a los toxicodependientes son pocas. Suh Myung-ok, miembro del Partido del Poder Popular (ya no en el gobierno) considera que los fondos destinados a las estructuras de tratamiento son insuficientes. Según The Straits Times, el gobierno ha aumentado el presupuesto dedicado a la lucha contra las drogas, pero no para la recuperación. Se han establecido, por ejemplo, 31 estructuras dedicadas a la toxicodependencia, pero casi la mitad no se encuentra en pleno funcionamiento; 13 de ellas no han tratado a nadie debido a la “falta de personal médico con experiencia en ese campo”.
En Corea del Sur el consumo de drogas todavía se considera un fracaso personal y no un problema social. En consecuencia, quien las consume es aislado en vez de recibir ayuda y apoyo. No existe una red de ayuda, políticas de prevención ni un enfoque orientado a la raíz del problema.