13/07/2023, 13.22
LINTERNAS ROJAS
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Migrantes internos en las ciudades chinas: jubilaciones miserables los obligan a trabajar incluso siendo ancianos

de John Ai

El envejecimiento y la drástica disminución del empleo, con ingresos mínimos, son un serio obstáculo para la supervivencia de la "primera generación" que empezó a construir las grandes metrópolis desde mediados de los ochenta. Un informe destaca la falta de asistencia social y las situaciones de abandono. Beijing censura las denuncias y bloquea las críticas en las redes sociales. 

Beijing (AsiaNews) - Tras haber experimentado la urbanización y la reforma económica, la primera generación china de trabajadores que emigraron del campo se enfrenta al problema de la jubilación. Con la falta de seguridad social y bienestar, muchos tienen pensiones bajas y lejos del límite necesario para la supervivencia. Según un informe, que fue censurado en las redes sociales chinas, cerca del 60% de los trabajadores migrantes seguirán trabajando hasta que sean demasiado viejos para hacerlo.

Parece que los trabajadores migrantes han sido abandonados, considerados demasiado viejos para trabajar en la ciudad después de 30 años o más de carrera. La investigación realizada por Qiu Fengxian, profesor asociado de la Universidad Normal de Anhui, demuestra que trabajar duro no ha mejorado la condición de los migrantes. Después de distribuir 2.500 cuestionarios y entrevistar a 200 personas, el informe concluyó que el 60,7% de los encuestados seguirán trabajando hasta que sean demasiado viejos y no tengan fuerzas para seguir haciéndolo. Y, en promedio, tendrán una pensión de sólo 100-200 yuanes (12,6-25,2 euros) al mes. 

El informe también muestra que más de la mitad de los trabajadores migrantes tienen menos de 50 mil yuanes (6309 euros) en sus cuentas bancarias, después de haber trabajado en la ciudad por más de 15 años. Y el 15,2% no tiene ningún ahorro. Suelen enviar sus salarios a su ciudad natal para la educación de sus hijos, pero menos del 20% de la siguiente generación consiguió dar el "salto social" y situarse en una clase superior a la de sus padres. Por el contrario, la mayoría de los hijos abandonan pronto la escuela y menos del 20% llega a ser admitido en la universidad. El 63,5% de la segunda generación sigue siendo trabajadores migrantes. Sólo el 5,1% trabaja en los sectores público y gubernamental, que se consideran empleos prestigiosos y estables en China. Además, para la siguiente generación, el matrimonio representa un gasto enorme, incluso de varios años de salario.

Después de la Revolución Cultural se les permitió a los habitantes del campo buscar trabajo en las ciudades. La primera generación de trabajadores migrantes, nacidos antes de los años setenta, empezó a dirigirse a las metrópolis y los grandes centros urbanos a partir de mediados de los ochenta. Según las últimas estadísticas oficiales, China cuenta con 295 millones de trabajadores migrantes, de los cuales unos 86 millones pertenecen a la primera generación y están ahora en el umbral -si no más allá- de la edad de jubilación. Al mismo tiempo, la edad media de los trabajadores migrantes sigue aumentando, habiendo alcanzado ya los 42,3 años en 2022.

En este informe, el profesor Qiu concluyó que la primera generación de trabajadores migrantes presenta una "fragilidad social" y que sus condiciones de vida y su futuro no están determinados por sus acciones individuales. La mayoría de los trabajadores realizan o han realizado tareas extenuantes, contaminantes y arriesgadas por salarios bajos. El 40% trabaja en obras de construcción. El 18,9% trabaja en fábricas. Otros son camareros en restaurantes, personal de limpieza y guardias de seguridad.

Los problemas de salud y los accidentes laborales se hacen evidentes a medida que su edad avanza, pero debido a la preocupación por perder el trabajo y al elevado costo de los servicios médicos, los migrantes suelen optar por no acudir al hospital. Aunque en la actualidad las autoridades prestan servicios médicos básicos en las zonas rurales, los trabajadores migrantes tienen que acudir al hospital de su ciudad natal, lo que supone gastos de transporte adicionales. Nada menos que el 63,4% de los trabajadores migrantes no ha acudido nunca a un hospital de la ciudad donde trabaja, y el 58,5% opta por soportar enfermedades y lesiones sin recurrir a la atención médica y hospitalaria ni siquiera cuando la necesitan.

Durante las décadas de auge económico, los trabajadores migrantes son, de hecho, el grupo olvidado, entre otras cosas porque las políticas de registro de hogares, es decir, el sistema Hukou, restringen la libertad de movilidad de las personas. Como consecuencia, los habitantes de las zonas rurales no tienen los mismos derechos que los residentes de las ciudades, lo que también se pone de manifiesto en las estadísticas salariales, cuya tasa de crecimiento entre los trabajadores emigrantes es muy inferior a la de los trabajadores urbanos.

Los trabajadores inmigrantes han contribuido a la urbanización de China como principal recurso laboral, pero son víctimas de políticas poco razonables. Durante décadas, en Beijing y Shanghai, solo algunos sectores en los que las empresas tenían dificultades para contratar a trabajadores locales podían contratar a trabajadores migrantes, que también sufrieron fuertes restricciones durante la fase de desempleo masivo de finales de la década de 1990. En 2017, miles de personas fueron desalojadas de sus hogares en pleno invierno, sin previo aviso, en nombre del "despido de capital no funcional y esencial", lo que despertó la ira generalizada.

Aunque los trabajadores migrantes quieren seguir trabajando, a medida que envejecen, disminuyen los puestos disponibles. Los restaurantes y hoteles prefieren personal más joven. En muchas ciudades, las autoridades han prohibido que los hombres de más de 60 años y las mujeres de más de 50 trabajen en la construcción, por razones de seguridad. La crisis de la industria inmobiliaria ha obligado a más trabajadores migrantes a abandonar el sector. El informe muestra que algunos trabajadores migrantes han adquirido documentos de identidad falsos con una fecha de nacimiento rejuvenecida, con lo que también corren el riesgo de acabar en la cárcel. 

A esto hay que añadirle el impacto de la pandemia de Covid-19 y el estancamiento de la economía, que han provocado un desempleo masivo. Por último, la ralentización de la urbanización provoca una disminución drástica del número de empleos disponibles, como atestigua en las estadísticas oficiales la movilidad cada vez menor de los trabajadores, que prefieren buscar empleo en su localidad. En 2022, el porcentaje de quienes buscan trabajo fuera de su ciudad de origen aumentó un mísero 0,1%. El informe sigue siendo compartido y discutido en las redes sociales, mientras las autoridades gubernamentales responden con el hacha de la censura, pero eso no impide, desde luego, que la enorme cantidad de problemas y tensiones sociales que caracterizan al país del dragón se borren con un borrón y cuenta nueva.

 

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