18/07/2023, 15.54
MYANMAR
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Nuevo obispo en Taungngu; la alegría y el sufrimiento de los seminaristas birmanos en Italia

Mons. John Saw Gawdy es el nuevo pastor de Taungngu, la diócesis fundada por los misioneros del PIME en la segunda mitad del siglo XIX. De allí proceden cinco jóvenes que desde hace poco más de un año continúan su preparación para el sacerdocio en el seminario de Monza. Felices por el nombramiento, dialogan con AsiaNews y cuentan las dificultades que siguen afrontando los cristianos y la Iglesia en Myanmar.

Milán (AsiaNews) - El Papa Francisco aceptó la renuncia del obispo de Taungngu, mons. Isaac Danu, y el 16 de julio nombró como su sucesor a Mons. John Saw Gawdy, quien desde 2020 se desempeñaba como obispo coadjutor de la diócesis. Nacido en 1955, estudió en Rangún y Estados Unidos y fue ordenado sacerdote en 1983. Taungngu, en la división de Pegu, es una iglesia local fundada por los primeros misioneros del PIME en Myanmar luego de 1868. Hoy, más de dos años después del golpe militar que derrocó al gobierno dirigido por Aung San Suu Kyi, esta diócesis no se ve muy afectada por la violencia, a diferencia de otras regiones del país. Pero sus habitantes viven con miedo y tensión debido a la presencia de militares birmanos.

Esto es lo que cuentan dos de los cinco seminaristas que se alojan en el seminario del PIME en Monza. Se trata Graziano y Giustino -tales son los nombres de pila que han elegido. "La diócesis de Taungngu está rodeada de montañas, así que la situación no es como en las grandes ciudades o en la selva", explican los jóvenes de 22 y 23 años a AsiaNews. Ambos permanecieron durante más de un año en el seminario menor de Leikhto, a una media hora de Taungngu. A causa de la guerra civil, no pudieron continuar sus estudios en el seminario nacional de Rangún. "En 2021 prácticamente no salimos nunca, porque era demasiado peligroso: el hecho de ser hombres jóvenes podía hacer que nos rotulen como sospechosos de ser parte de la resistencia". 

Hace dos años, tras el golpe de Estado y la toma de poder, fue sobre todo la generación más joven de Myanmar la que salió a la calle y se opuso a la junta militar. Tras un intento de protestas pacíficas, lideradas por el Movimiento de Desobediencia Civil, la violencia de los soldados hizo estallar el conflicto: jóvenes y  muchachos muy jóvenes "se fueron al bosque", como se dice en la jerga, para unirse a las milicias étnicas o a las Fuerzas Populares de Defensa, el brazo armado del Gobierno de Unidad Nacional en el exilio. 

Aún hoy, la junta militar birmana hace todo lo posible por aplastar la resistencia, incluso atacando a civiles. "La semana pasada bombardearon la parroquia donde nació mi padre. Todos los habitantes huyeron del pueblo, el ejército incendió las casas", cuenta Giustino. Contactar con las familias desde Italia es complicado: "En general, la población utiliza poco el teléfono e Internet porque el ejército controla las comunicaciones, pero en mi pueblo -continúa el seminarista- es aún más difícil: está en las montañas y para conseguir una conexión habría que subir a una mayor altura pues todos los alrededores están llenos de controles militares".

En el pueblo del otro seminarista, los soldados han instalado un campamento: "En algunos lugares ya no se puede pasar. La mayoría de la gente, incluidas nuestras familias, solía ir a trabajar al campo a pie o en bicicleta, pero ahora ya no es posible. Están aterrorizados, no se sienten seguros".

Ambos seminaristas expresaron su alegría por el nombramiento episcopal de monseñor John, a quien conocieron en noviembre de 2020. Los dos tienen gran estima por la figura de monseñor Isaac Danu porque fue él quien pidió el año pasado al superior del PIME que acogiera al menos a dos aspirantes a sacerdotes debido a la incertidumbre en Myanmar. El seminario de Monza, por su parte, se mostró dispuesto a recibir a los cinco jóvenes, pertenecientes a las etnias karen y kayan. 

Aterrizaron en Italia en abril de 2022. "Seguimos divididos en dos grupos para levantar menos sospechas, pero obtener los pasaportes no fue fácil", continúan. "Durante la temporada alta, las autoridades militares piden más dinero por los permisos de viaje. Nos aconsejaron que diéramos a los soldados todo lo que teníamos para conseguir los documentos y poder salir del país".

Los seminaristas sienten entusiasmo y están agradecidos  por tener la oportunidad de continuar sus estudios teológicos en Italia. Pero miran el futuro de su país con incertidumbre: "Es difícil encontrar algo positivo: la Iglesia ha perdido mucho, todos los pueblos cristianos han sido bombardeados. Los sacerdotes han perdido su apostolado o se han visto obligados a colaborar con los militares", dice Giustino.

"Entre los refugiados, crece el número de jóvenes que quieren suicidarse. El futuro del país se desvanece, la gente piensa en cómo sobrevivir día a día", añade Graziano. Los desplazados internos suman casi dos millones, según cifras de la ONU, pero las fuentes locales no confían en esos números . Quizás, la fuerza de Myanmar está precisamente en su población, que ha hallado la manera de seguir viviendo aún en medio de la tragedia y el miedo”.

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