04/09/2017, 13.54
COLOMBIA-BANGLADESH-VATICANO
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P. Danilo: El Papa Francesco invita a salir. Yo me fui a Bangladesh

En la vigilia del viaje del pontífice a Colombia, el p. Gómez narra sus primeros 3 años de misión en el país del subcontinente indio. Las dificultades por la lengua, los primeros acercamientos con las personas, el compromiso con los jóvenes. Trabajo social y de evangelización. En el país de mayoría islámica, las conversiones al cristianismo de los jóvenes tribales. “El Señor jamás me deja solo” . 

Roma (AsiaNews)- “Es necesario tener el coraje de ‘salir’, como dice el Papa Francisco: salir de la diócesis, alejarse del propio obispo o de las religiosas que conoces y vivir la misión universal, por lo tanto yo tengo que salir de mi entorno particular”. Es lo que repite con fuerza a AsiaNews el Pbro. Danilo Gómez, de la diócesis de Sonsón-Río Negro (Colombia), en la vigilia del viaje del Papa Francisco a su país de origen. De hecho, el Papa irá a Colombia del 6 al 11 de este mes. El padre Danilo estará allí, en su primer viaje de vacaciones de su misión, donde estuvo por sus primeros 3 años. La entrevista nos fue concedida durante su breve escala en Roma.

El padre Danilo, de 39 años, fue ordenado sacerdote en el año 2009. Fue párroco en dos pueblitos de la diócesis, y luego fue enviado a enseñar en el seminario. La llamada a la misión universal lo llevó a aceptar la propuesta de su obispo de ir a misionar como asociado al PIME (Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras) en Bangladesh. Después de un breve período en Roma, el padre Danilo partió en 2014 junto a otros sacerdote de su diócesis, el p, Belisario de Jesús Ciro Montoya, más joven que él.  Después de 2 años el padre Belisario tuvo que regresar a Colombia por graves problemas familiares. Pero el padre Danilo no se siente solo: "en Bangladesh he encontrado una nueva “familia”. “Una vez llegado a Dacca, un comerciante, connacional mío colombiano, me sugiere no ir jamás solo por las calles y estar atento. Pero yo le respondí: "Yo no estoy nunca solo. Yo soy cristiano. Allí donde esté la Iglesia, está también mi familia. El Señor no me deja solo jamás. Nosotros estamos aquí por las personas, que son nuestros hermanos y hermanas. Jamás estoy huérfano, soy parte de mi familia cristiana”.      

Para ser parte de la “familia” y tener contacto con los “hermanos y hermanas” es necesario dedicar mucho tiempo al estudio de la lengua. “Hemos empezado por estudiar la lengua en Dacca -narra- porque ni siquiera sabía cómo responder en una conversación. El alfabeto mismo es diferente. Como si fuésemos niños, al principio hemos aprendido las vocales y luego las consonantes; luego nos han enseñado cómo combinarlas entre sí”. Para aprender a pronunciar las palabras de la misa en bengalí, tuvimos necesidad de la ayuda de algunas religiosas locales de una congregación francesa. Después de 6 meses, practicando, el p. Danilo se transfirió al pueblo de Morpur, en los alrededores de Dacca, junto a algunos padres del PIME. “Las personas me hacían muchas preguntas: “¿Eres casado? ¿Eres extranjero? ¿De dónde vienes? Con una hermana, sor Clara, aprendí a escribir pequeños versículos o frasecitas de la homilía, con caracteres bengalíes. Fue una experiencia muy enriquecedora, muy bella, sobre todo con los niños. Todavía recuerdo cuando hace dos años, hice la primera confesión en bengalí. Dos niños, Xavier y Surgio, se me acercaron y me pidieron que los confesara. Estaba maravillado, porque aún estaba en mis primeras armas con la lengua. Pero esto algo fue muy bello, tenían unos 8-9 años, hacía poco habían hecho su primera comunión. Al final, los niños estaban muy contentos, y yo, sorprendido. Para aprender la lengua, la regla de oro es perseverar”.  

En 2015, el p. Danilo va a trabajar con el Pbro. Gianpaolo Gualzetti en Zirani, en un centro para jóvenes, que depende de la parroquia María Reina de los Apóstoles en Mirpur. El centro se llama “Jesús trabajador”. En realidad -explica- es un centro-hostal para jóvenes que entran en el mundo del trabajo. Los jóvenes residen allí porque pagan poco, 2500 takas por mes (unos 25.86 euros), y cada día se desplazan para ir a sus trabajos. Es una primera obra social en favor de los jóvenes, todos tienen alrededor de 18-19 años. Las religiosas, en cambio, se ocupan de las muchachas”.

“El objetivo -continúa- es educar en la convivencia y en la responsabilidad, con horarios fijos y algunas reglas. Los jóvenes provienen sobre todo de los pueblos, donde son como ‘pájaros libres’ por lo tanto no están acostumbrados a respetar horarios, por ejemplo, el del ingreso a una empresa. Nuestro trabajo es prepararlos para el impacto con la gran ciudad. Los jóvenes permanecen unos 2-3 años, no más: es justo el tiempo necesario para ser autónomos en el trabajo y organizarse por sí solos, alquilando apartamentos junto a otros compañeros. De hecho, la finalidad de esta misión es que se vuelvan autónomos”.

El centro “Jesús trabajador de Zirani no es sólo una obra social”. “Todos los días, en el hostal, se celebra la misa. Los jóvenes no logran participar todos los días. Pero no obstante todos los compromisos, normalmente vienen una vez por semana, incluso los que son musulmanes. Todos saben que es una estructura católica, que nuestra propuesta es el Evangelio y ellos no están obligados, pero viene de buena gana, porque nos respetan. Algunos jóvenes también hacen un curso de catequesis y de “beddin”, “paganos”, se vuelven cristianos. En esa escuela hay muchos que se vuelven cristianos. La mayor parte son de origen tribal Santal, Oraon o Garo. Lo que más les fascina es el testimonio de vida de la religiosa o del misionero; o también se llenan de curiosidad leyendo el Evangelio, se acercan al catequista y demuestran interés por la fe cristiana. El catequista se llama Dipok, es padre de familia vive con su esposa y sus dos hijas. Es una persona excepcional porque se acerca a estos jóvenes y sabe hablarles y presentar la belleza del cristianismo. Muchas veces también ha sido de gran ayuda preparar las homilías en bengalí,  estructurarlas y  pronunciarlas”

“La misión de Zirani tiene un grupo de 600 familias, para las cuales realizamos nuestro trabajo pastoral. En Bangladesh el día de descanso es el viernes. Antes de la independencia, la fiesta era el domingo. Después del gobierno de Khaleda Zia, el día de descanso y de fiesta pasó a ser el viernes. Esto hizo que fuese más complicado poder participar en los sacramentos. Pero esto no impide rezar, dado que podemos celebrar la misa el sábado por la noche y lo hacemos en sus casas. Pero hay muchas personas que se ven obligadas a trabajar siempre, sin tener ningún día de descanso”.

“Es asombroso ver la religiosidad de las personas y de los grupos tribales: todos los cristianos se saludan con una referencia a Jesús. También los musulmanes se saludan con una referencia a Alá. Las relaciones con ellos son buenas en general, si bien en ciertas partes se notan algunos signos de fundamentalismo. En la Constitución,  Bangladesh el país es definido como un país laico, pero desde hace tiempo la religión se está comprometiendo con el Estado y Bangladesh se está convirtiendo en un país cada vez más islámico”.

A la pregunta de “¿Qué fue lo que más te llamó la atención en estos años?”, el padre Danilo responde: “La relación con la gente. El bangladesí es una persona con un gran corazón, abierto. Si ven a un extranjero, inmediatamente le hacen preguntas, llenos de curiosidad. Luego son personas incansables, trabajan muchísimo. Y son muy religiosos. Los jóvenes están perdiendo estas características: la difusión de nuevas culturas, el celular, la tecnología, están deteriorando la relación con la familia y con la religión”.

 

P. Danilo, ¿qué puede dar tu experiencia a tu diócesis latino-americana?

Es la prueba de la fe, que la fe todo lo puede. La primera vez que llegues a un país que no conoces, a una cultura que no conoces, en el cual no sabes dónde ir, debes saber qué eres. Yo soy un misionero, he venido a anunciar a Cristo y a su Evangelio. Quizás no estaré en grado de usar las palabras justas, pero yo,en mi experiencia misionera, vivo de la fe.

Yo trato todos los días de alimentar esta fe, sin la cual no puedo hacer nada. Sin el Señor, nada soy. Se necesita coraje. Nadie esperaba que yo lo lograse, que aprendería la lengua, que resistiría. No quiero decir con esto que yo sea fuerte, es más, por el contrario, soy débil, limitado. Pero mi límite, lo poco que tengo, lo ofrezco con alegría. Esto no quita que yo tenga miedo. Vivo en un país para nada fácil, desde donde llegan noticias de masacres de cristianos. Pero la fe me conforta.

 

¿Aconsejarías a algún amigo tuyo ir contigo a Bangladesh?

Sí, en un 100%. La naturaleza de la Iglesia es misionera. Cuando sales de tu zona de confort y de bienestar, ves qué hace la Iglesia realmente. Lamentablemente un gran problema de los mismos católicos es ser auto-referenciales. Esto nos lleva a estar cansados y a ya no ver cuál es la riqueza de la Iglesia. En cambio, la Iglesia es católica, universal, por lo tanto yo tengo que salir de mi esfera particular. Es necesario tener el coraje de “salir”, como nos dice el Papa Francisco: salir de la diócesis, alejarse del obispo propio o de las hermanas que lo rodean.

Todo esto es sano. En estos 3 años, jamás me he arrepentido, aunque no niego que tuve miedo. Dentro de mí me preguntaba. “¿Seré capaz?”, ¿”Daré una imagen tan fea al punto de tener que volver a casa?”. Pero estoy seguro que el Señor te da siempre Su gracia, no te coloca nunca en un lugar en el cual no puedas hacer nada. El Señor te da la gracia de ir a cualquier lado y te da una familia, que es la Iglesia".

 

 

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