10/09/2025, 14.38
VATICANO
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Papa en la audiencia: 'Gritar es un profundo acto de humanidad'

En la plaza de San Pedro, ante 35 mil fieles bajo la lluvia, Prevost hizo una reflexión sobre el grito de Cristo en la cruz: "No desesperación, sino sinceridad, verdad llevada al límite". Cuando no es contenido, el grito es "esperanza que no se resigna". Toma el lugar de las palabras y es "umbral de una nueva luz" incluso en la hora extrema.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "El Evangelio confiere a nuestro grito un valor inmenso, recordándonos que puede ser una invocación, una protesta, un deseo, una entrega". En la audiencia general de esta mañana, que se realizó en la plaza de San Pedro a pesar de la lluvia, el Papa León XIV ha hablado de la ausencia de silencio en el "momento culminante" de la vida de Jesús, su muerte en la cruz. "Un grito nunca es inútil si nace del amor. Y nunca es ignorado si se entrega a Dios", explicó. Y "cuando llega la hora de la prueba extrema" puede convertirse en "umbral de una nueva luz".

Ante unos 35 mil peregrinos provenientes de todas partes del mundo, el Papa continuó el ciclo de catequesis para el Jubileo, titulado "Jesucristo nuestra esperanza". Después de la lectura en las diferentes lenguas hizo una reflexión sobre el tema de la muerte: "Jesús, dando un fuerte grito, expiró" (Mc 15,37). En el último instante de la vida terrenal de Cristo es importante considerar "un detalle muy valioso": él grita. "Ese grito encierra todo: dolor, abandono, fe, ofrenda", explicó el pontífice. Y a continuación una desgarradora sensación de abandono, que se describe como "silencio", "ausencia" y "abismo".

El grito es "la máxima señal de una vida que se entrega" en el momento más doloroso, después de una vida vivida "en íntima comunión con el Padre". "No se trata de una crisis de fe, sino de la última etapa de un amor que se entrega completamente - ha explicado León XIV -. El grito de Jesús no es desesperación, sino sinceridad, verdad llevada al límite, confianza que resiste incluso cuando todo calla". Y precisamente en ese momento es cuando Dios se hace "visible". "En ese hombre desgarrado [...] se manifiesta el amor más grande. Es allí donde podemos reconocer a un Dios que no se mantiene distante, sino que atraviesa hasta el fondo nuestro dolor", ha añadido el papa.

Esto lo comprende el centurión: la suya es "la primera profesión de fe después de la muerte de Jesús". Ese último grito no se disuelve, no desaparece, no es irrepetible, sino que "ha tocado un corazón", dijo Prevost. Y a su vez proviene de un corazón "lleno", porque gritar "no siempre es una señal de debilidad, puede ser un profundo acto de humanidad". El riesgo es pensar en el grito - que a través de la voz expresa "lo que no logramos decir con palabras" - como algo desordenado, que hay que reprimir. "El Evangelio confiere a nuestro grito un valor inmenso", dice que puede ser "la forma extrema de la oración". En el grito hay "una esperanza que no se resigna", añadió León XIV.

"Jesús no gritó contra el Padre, sino hacia Él. Incluso en el silencio, estaba convencido de que el Padre estaba allí. Y así nos mostró que nuestra esperanza puede gritar, incluso cuando todo parece perdido". "Gritar se convierte entonces en un gesto espiritual". "No para herir, sino para encomendarnos. No para gritar contra alguien, sino para abrir el corazón", siguió diciendo. Es un gesto del que "no hay que tener miedo", porque puede abrir el camino a la salvación. "La voz sufriente de nuestra humanidad, unida a la voz de Cristo, se puede convertir en fuente de esperanza para nosotros y para quien está a nuestro lado", concluyó el obispo de Roma.

 

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