Papa: Dios visita el infierno de la existencia 'en puntas de pie'
En la audiencia, bajo la lluvia, a la que acudieron 35 mil fieles, el Papa León XIV invitó a rezar diariamente el rosario en octubre por la paz y anunció que se realizará un encuentro el sábado 11 en la Plaza de San Pedro. A los estudiantes de lengua árabe que están comenzando el año escolar les dijo: "Los invito a nutrirse de la ciencia para construir un futuro de paz". Catequesis jubilar: "El Señor desciende allí donde el hombre se ha escondido por miedo, y lo trae de vuelta a la luz".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Un colorido mar de paraguas presenció esta mañana en la Plaza de San Pedro la audiencia general del Papa León XIV, y a pesar de la lluvia, se congregaron cerca de 35 mil personas. El pontífice los saludó con un largo recorrido en el papamóvil cubierto. Previamente el Papa había estado con un grupo de personas enfermas en el Aula Pablo VI. Al final, cuando se dirigió a los peregrinos de lengua italiana, Prevost hizo referencia al próximo mes de octubre, "dedicado al Santo Rosario". "Invito a todos a rezar el rosario por la paz cada día del próximo mes, personalmente, en familia, en comunidad", afirmó.
Invitó especialmente a las personas que prestan servicio en el Vaticano a participar en el rosario vespertino en la basílica de San Pedro a las 19 horas. Y también se ha programado un encuentro comunitario de oración para el sábado 11 de octubre, que forma parte de las iniciativas que han organizado las asociaciones católicas en los últimos días en Roma para pedir por la paz en Gaza,. "A las 18 horas [...] rezaremos [el Santo Rosario] juntos aquí en la Plaza de San Pedro, en la vigilia del Jubileo de la espiritualidad mariana, y también para recordar el aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II". El anuncio fue recibido con un aplauso.
Cuando se dirigió a los fieles de lengua árabe, León XIV saludó de manera especial a los estudiantes que están iniciando el nuevo año escolar. "Los invito a preservar la fe y a nutrirse de la ciencia, para construir un futuro mejor, en el que la humanidad pueda gozar de paz y tranquilidad", dijo en el momento dedicado a los saludos.
La catequesis de hoy -en el ciclo jubilar dedicado a "Jesucristo nuestra esperanza"- se refirió al "misterio del Sábado Santo". Partiendo del pasaje bíblico de referencia, que se leyó al comienzo en las diferentes lenguas, estuvo centrada en el tema del "descenso". 'Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban prisioneros' (1P 3,19). El Sábado Santo es un día "en el que todo parece inmóvil y silencioso, mientras que en realidad se cumple una invisible acción de salvación", dijo el Papa. "Cristo desciende al reino de los infiernos para llevar el anuncio de la Resurrección a todos aquellos que estaban en las tinieblas y en la sombra de la muerte".
Este "descenso" representa "el gesto más profundo y radical del amor de Dios por la humanidad", añadió. Ya que Jesús no solo murió "por nosotros". "Es necesario reconocer que la fidelidad de su amor quiso ir a buscarnos allí donde nosotros mismos nos habíamos perdido". El infierno, explicó Prevost, en la Biblia no es "un lugar", sino "una condición existencial". Donde "reinan el dolor, la soledad, la culpa y la separación de Dios y de los demás. Cristo nos alcanza incluso en este abismo, atravesando las puertas de este reino de tinieblas", continuó el pontífice desde el atrio.
Dios "entra, por así decir, en la misma casa de la muerte, para vaciarla, para liberar a los habitantes, tomándoles de la mano uno por uno". El apóstol Pedro dice que "Jesús, vivificado en el Espíritu Santo, fue a llevar el anuncio de salvación también «a los espíritus encarcelados» (1P 3,19)". Esta es "una de las imágenes más conmovedoras, que no se encuentra desarrollada en los Evangelios canónicos, sino en un texto apócrifo llamado Evangelio de Nicodemo". El "descenso" de Cristo también ocurre en el presente. "El infierno no es solo la condición de quien está muerto, sino también de quien vive la muerte a causa del mal y del pecado. Es también el infierno cotidiano de la soledad, de la vergüenza, del abandono, del cansancio de vivir".
Con su amor, el Padre desciende a las tinieblas, "no para juzgar, sino para liberar. No para culpabilizar, sino para salvar. Lo hace sin clamor, de puntillas, como quien entra en una habitación de hospital para ofrecer consuelo y ayuda", añadió el papa. "El señor desciende allí donde el hombre se ha escondido por miedo, y lo llama por su nombre, lo toma de la mano, lo levanta, lo lleva de nuevo a la luz. Lo hace con plena autoridad, pero también con infinita dulzura, como un padre con el hijo que teme que ya no es amado". Prevost concluyó la catequesis dirigiéndose a las personas que lo escuchaban. "Si a veces nos parece que tocamos fondo, recordemos: ese es el lugar desde el que Dios es capaz de comenzar una nueva creación". El descenso es "la culminación de su amor". Y su creación está "hecha de personas que se han vuelto a levantar, de corazones perdonados, de lágrimas enjugadas".
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