02/07/2017, 13.14
VATICANO
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Papa: Si dejas todo por Jesús, la gente reconoce en ti al Señor, y te ayuda a convertirte. El llamamiento por Venezuela

En el Angelus, el Papa Francisco pide a los cristianos que tengan a Jesús como “centro, el todo de la vida”. No tener “un corazón doble”, que tenga “el pie en dos zapatos”. El “santo pueblo fiel a Dios… te ayuda a ser un buen sacerdote”. Un Ave María por Venezuela. Cercanía del Papa “a las familias que han perdido a sus hijos en las manifestaciones”. 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - “Si tú dejas todo por Jesús, la gente reconoce en ti al Señor; pero al mismo tiempo te ayuda a convertirte cada día a Él, a renovarte y purificarte de los compromisos, y a superar las tentaciones”: es el consejo que el Papa Francisco dio hoy a las sacerdotes, en su comentario al Evangelio del domingo (13ero del Año, Mateo 10, 37-42), antes de la oración del Angelus, con los peregrinos en Plaza San Pedro. Inmediatamente luego de la oración mariana, Francisco hizo un llamado para que se logre “una solución pacífica y democrática” a la crisis en Venezuela, en ocasión de la fiesta por la independencia del país, que se celebra el 5 de julio.  

En el Evangelio citado, “Jesús –dijo el Papa- subraya dos aspectos esenciales para la vida del discípulo misionero: el primero, que su vínculo con Jesús es más fuerte que cualquier otro vínculo; el segundo, que el misionero no lleva a sí mismo, sino a Jesús, y a través de Él, al amor del Padre Celestial. Estos dos aspectos están conectados, porque cuanto más Jesús está en el centro del corazón y de la vida del discípulo, más este discípulo es "transparente" a su presencia”.

“«El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí...» (v. 37). El afecto de un padre, la ternura de una madre, la dulce amistad entre hermanos y hermanas, todo esto, aún siendo algo muy bueno y legítimo, no puede ser antepuesto a Cristo. No porque Él nos quiera sin corazón y privados de reconocimiento, al contrario, sino porque la condición del discípulo exige una relación prioritaria con el Maestro. Y el “discípulo”, agregó improvisando, es un “sacerdote, religioso, pero también un laico, una laica”.

“Casi se podría parafrasear el libro del Génesis: Por eso, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a Jesucristo, y serán una sola carne. (cf. Gen 2,24)”.

“Quien se deja atraer a este vínculo de amor y de vida con el Señor Jesús –continuó-, se convierte en un representante suyo, un "embajador", sobre todo con la forma de ser, de vivir. Hasta el punto que Jesús mismo, enviando a los discípulos en misión, les dice: "El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a Aquel que me envió." (Mt 10,40).). Es necesario que la gente pueda percibir que para aquel discípulo, Jesús es verdaderamente "el Señor", es verdaderamente el centro de su vida, el todo de la vida. No importa si después, como todo ser humano, tiene sus limitaciones e incluso sus errores - siempre que tenga la humildad de reconocerlos” (…) “lo importante es que no tenga el corazón doble, sino sencillo, unido: que no tenga el pie en dos zapatos, sino que sea honesto consigo mismo y con los demás. La doblez no es cristiana, por eso Jesús le reza al Padre para que los discípulos no terminen siendo presa del mundo”.

Y aquí nuestra experiencia de sacerdotes nos enseña una cosa muy bella e importante: es precisamente esta acogida del santo pueblo fiel de Dios, es precisamente ese "vaso de agua fresca" (v 42), del cual habla el Señor en el Evangelio de hoy, dado con fe afectuosa, que te ayuda a ser un buen sacerdote. Hay una reciprocidad también en la misión: si tú dejas todo por Jesús, la gente reconoce en ti al Señor; pero al mismo tiempo te ayuda a convertirte cada día a Él, a renovarte y purificarte de los compromisos, y a superar las tentaciones”.

“La Virgen María –concluyó- ha experimentado en primera persona lo que significa amar a Jesús despojándose de sí misma, dando un nuevo significado a los lazos familiares, a partir de la fe en Él. Con su materna intercesión, nos ayude a ser misioneros libres y gozosos del Evangelio”.

Inmediatamente después del Angelus, Francisco pidió rezar por Venezuela, donde está en curso una crisis económica y política a la cual el presidente Nicolás Maduro está respondiendo con la fuerza reprimiendo a la oposición y a la sociedad civil, dejando cantidad de muertos, sobre todo entre los jóvenes. Antes de rezar un Ave María junto a los fieles en la plaza, el Papa dijo: “Queridos hermanos y hermanas, El 5 de julio se celebrará la fiesta de la Independencia de Venezuela. Aseguro mi oración por esta querida nación y expreso mi cercanía a las familias que han perdido a sus hijos en las manifestaciones. Hago un llamamiento para que se ponga fin a la violencia y se encuentre una solución pacífica y democrática a la crisis. ¡Qué Nuestra Señora de Coromoto interceda por Venezuela! ".

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