04/01/2022, 14.32
VATICANO
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Papa: cuidar a los enfermos con competencia y misericordia

"La misericordia de Dios tiene en sí misma tanto la dimensión de la paternidad como de la maternidad". “Queridos agentes sanitarios, sean conscientes de la gran dignidad de su profesión así como de la responsabilidad que esta conlleva”. “Muchos misioneros, misericordiosos como el Padre, acompañaron el anuncio del Evangelio con la construcción de hospitales, dispensarios y centros de salud. Son obras valiosas mediante las cuales la caridad cristiana ha tomado forma y el amor de Cristo se ha vuelto más creíble”.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - El cuidado de los enfermos, "obra principal de la misión de los apóstoles", pone en actividad a muchos "testigos de la caridad", comenzando por los agentes de salud y todos los cristianos que dan vida a las numerosas "posadas del buen samaritano" que ofrecen cuidados y esa misericordia que "es el nombre de Dios por excelencia". Con el título: "Sean misericordiosos así como el Padre de ustedes es misericordioso" (Lc 6, 36). Estar al lado de los que sufren en un camino de caridad,  se publicó hoy el mensaje del Papa Francisco para la XXX Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra el 11 de febrero.

Hablar sobre la misericordia, escribe Francisco, "nos hace volver la mirada hacia Dios «rico en misericordia» (Ef 2,4)". En Dios, la misericordia es “fuerza presente en todo lo que Él realiza. Es fuerza y ternura al mismo tiempo. Por eso podemos afirmar, con asombro y gratitud, que la misericordia de Dios tiene en sí misma tanto la dimensión de la paternidad como la de la maternidad (cf. Is 49,15), porque Él nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre, siempre dispuesto a darnos nueva vida en el Espíritu Santo”.

El Papa recuerda que Jesús curó a muchos enfermos y de esa manera puso de relieve el aislamiento que vive una persona cuando "experimenta en su propia carne la fragilidad y el sufrimiento a causa de la enfermedad" y tiene el corazón abrumado por la angustia y el miedo. Así les ha ocurrido a todos los que en este tiempo de pandemia "han vivido en la soledad de una unidad de cuidados intensivos la última etapa de su existencia, atendidos, sin lugar a dudas, por agentes sanitarios generosos, pero lejos de sus seres queridos y de las personas más importantes de su vida terrenal".

Francisco anunció después que la Jornada - establecida por Juan Pablo II - debido a la pandemia se celebrará en la basílica del Vaticano y no en Arequipa, Perú. Esta sigue siendo - afirmó - la oportunidad para hacer un balance de los avances de la ciencia y de los que se deben hacer también en la pastoral de los enfermos. La enfermedad cuestiona en primer lugar a los trabajadores de la salud y Francisco se dirige a todos ellos diciendo: "Queridos agentes sanitarios, su servicio al lado de los enfermos, realizado con amor y competencia, trasciende los límites de la profesión para convertirse en una misión" y "sean conscientes de la gran dignidad de su profesión, así como de la responsabilidad que esta conlleva”. “El enfermo - señala - es siempre más importante que su enfermedad y por eso todo enfoque terapéutico no puede prescindir de la escucha del paciente, de su historia, de sus angustias y de sus miedos. Incluso cuando no es posible curar, siempre se puede cuidar, siempre se puede consolar, siempre se puede hacer sentir una cercanía que muestra interés por la persona antes que por su patología. Por eso espero que la formación profesional capacite a los trabajadores de la salud para saber escuchar y relacionarse con el enfermo”.

En esta perspectiva se sitúa la pastoral de los enfermos. “No podemos dejar de ofrecerles la cercanía de Dios, su bendición, su Palabra, la celebración de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y maduración en la fe”, se lee en el documento. Pero todos estamos llamados también a la cercanía, “¡Cuántos enfermos y cuántas personas ancianas viven en sus casas y esperan una visita!”.

Este es el enfoque propio de los centros de salud católicos. “Muchos misioneros, misericordiosos como el Padre, acompañaron el anuncio del Evangelio con la construcción de hospitales, dispensarios y centros de salud. Son obras valiosas mediante las cuales la caridad cristiana ha tomado forma y el amor de Cristo, testimoniado por sus discípulos, se ha vuelto más creíble. Pienso sobre todo en los habitantes de las zonas más pobres del planeta, donde a veces hay que recorrer largas distancias para encontrar centros de asistencia sanitaria que, a pesar de contar con recursos limitados, ofrecen todo lo que tienen a su disposición. Aún queda un largo camino por recorrer y en algunos países recibir un tratamiento adecuado sigue siendo un lujo. Lo demuestra, por ejemplo, la falta de disponibilidad de vacunas contra el virus del Covid-19 en los países más pobres; pero aún más la falta de tratamientos para patologías que requieren medicamentos mucho más sencillos”.

“¡Cuántos fundadores de familias religiosas - agrega - han sabido escuchar el grito de hermanos y hermanas que no disponían de acceso a los tratamientos sanitarios o que no estaban bien atendidos y se han entregado a su servicio! Aún hoy en día, incluso en los países más desarrollados, su presencia es una bendición, porque siempre pueden ofrecer, además del cuidado del cuerpo con toda la pericia necesaria, también aquella caridad gracias a la cual el enfermo y sus familiares ocupan un lugar central. En una época en la que la cultura del descarte está muy difundida y a la vida no siempre se le reconoce la dignidad de ser acogida y vivida, estas estructuras, como casas de la misericordia, pueden ser un ejemplo en la protección y el cuidado de toda existencia, aun de la más frágil, desde su concepción hasta su término natural".

 

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