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VATICANO
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Papa: el centro de la fe es el amor de Dios, no la 'burocracia' de los preceptos y tradiciones

A los "nuevos fundamentalistas" les da miedo el camino y "retroceden porque se sienten más seguros, buscan la seguridad de Dios y no el Dios de la seguridad". Francisco bendijo dos campanas destinadas a Ecuador y Ucrania. "Que su sonido anuncie al mundo el 'Evangelio de la vida', despierte la conciencia de los hombres y el recuerdo de los no nacidos. Encomiendo a sus oraciones a todos los niños concebidos, cuya vida es sagrada e inviolable”.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - No se puede captar la belleza de la fe en Jesús "partiendo de demasiados mandamientos y de una visión moral que, desarrollándose en muchas corrientes, puede hacernos olvidar la fecundidad original del amor, alimentado por la oración que da paz y del testimonio gozoso", ni "la vida del Espíritu que se expresa en los sacramentos "puede ser sofocada por una" burocracia" que impide el acceso a la gracia del Espíritu y que a veces la hacemos "nosotros mismos: obispos y curas".

Continuando con el ciclo de catequesis sobre la Carta de Pablo a los Gálatas, el Papa Francisco habló sobre el tema de “Los frutos del Espíritu” a las ocho mil personas que se encontraban en la sala Pablo VI para la audiencia general.

Francisco señaló que a los gálatas, "tentados de basar su religiosidad en la observancia de preceptos y tradiciones", Pablo les recuerda que el centro de la salvación y de la fe es la muerte y resurrección del Señor. “Todavía hoy - agregó - muchos buscan la seguridad en la religión antes que al Dios vivo y verdadero, centrándose en rituales y preceptos en lugar de abrazar al Dios del amor con todo su ser. Y esta es la tentación de los nuevos fundamentalistas”, el camino que deben recorrer les asusta y "retroceden porque se sienten más seguros, buscan la seguridad de Dios y no al Dios de la seguridad". "Por eso Pablo pide a los gálatas que vuelvan a lo esencial, al Dios que nos da la vida en Cristo crucificado".

“Preguntémonos: ¿qué ocurre cuando nos encontramos con Jesús Crucificado en la oración? Sucede lo que ocurrió al pie de la cruz: Jesús entrega el Espíritu (cf. Jn 19, 30), es decir, entrega su propia vida. Y el Espíritu, que brota de la Pascua de Jesús, es el principio de la vida espiritual. Él es quien cambia el corazón, no nuestras obras, no lo que hacemos, ¡sino la acción del Espíritu Santo en nuestro corazón! Él es quien guía a la Iglesia, y nosotros estamos llamados a obedecer su acción, que obra donde y como quiere. Por otro lado, fue precisamente la constatación de que el Espíritu Santo descendía sobre todos y que su gracia actuaba sin exclusión alguna lo que convenció, incluso a los más reacios, de que el Evangelio de Jesús estaba destinado a todos y no a unos pocos privilegiados. Como a los que buscan la seguridad, a los pequeños grupos”.

Y siempre es gracias al Espíritu - siguió diciendo - que “alimentamos nuestra vida cristiana y llevamos adelante nuestra lucha espiritual. Precisamente el combate espiritual es otra gran enseñanza de la Carta a los Gálatas. El Apóstol presenta dos frentes opuestos: por un lado las «obras de la carne», por otro el «fruto del Espíritu». ¿Qué son las obras de la carne? Son comportamientos contrarios al Espíritu de Dios. El Apóstol las llama obras de la carne no porque en nuestra carne humana haya algo malo o incorrecto; por el contrario, hemos visto cómo insiste en el realismo de la carne humana llevada por Cristo en la cruz. Carne es una palabra que indica al hombre en su dimensión terrenal, cerrado en sí mismo, en una vida horizontal donde se siguen los instintos mundanos y se cierra la puerta al Espíritu, que nos eleva y nos abre a Dios y a los demás. Pero la carne también recuerda que todo esto envejece, que todo esto pasa, se marchita, mientras que el Espíritu da vida”.

En Pablo las "obras de la carne" se refiere al "uso egoísta de la sexualidad, a las prácticas mágicas que son idolatría y a lo que socava las relaciones interpersonales, como «discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias…» (cf. Gál 5,19-21). El fruto del Espíritu, en cambio, es «amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí» (Gál 5,22). Los cristianos, que en el bautismo se han «revestido de Cristo» (Gál 3,27), están llamados a vivir de esta manera. Puede ser un buen ejercicio espiritual leer la lista de san Pablo y mirar la propia conducta, para ver si se corresponde, si nuestra vida es verdaderamente según el Espíritu Santo, si tiene estos frutos. Por ejemplo, los tres primeros que enumera son el amor, la paz y la alegría: en esto reconocemos a una persona habitada por el Espíritu de Dios. Una persona que está en paz, que es alegre y que ama. Esta enseñanza del Apóstol también plantea un hermoso desafío a nuestras comunidades. A veces, los se acercan a la Iglesia tienen la impresión de encontrarse ante una densa mole de mandatos y preceptos. Pero, en realidad, no se puede captar la belleza de la fe en Jesucristo partiendo de tantos mandamientos y de una visión moral que, desarrollándose en muchas corrientes, puede hacernos olvidar la fecundidad original del amor, alimentado por la oración que da paz y por el testimonio gozoso. Del mismo modo, la vida del Espíritu que se expresa en los sacramentos no puede ser sofocada por una burocracia que impida el acceso a la gracia del Espíritu, autor de la conversión del corazón. Y cuántas veces nosotros mismos: obispos y curas, anteponemos tanta burocracia”.

“Tenemos, entonces, la gran responsabilidad - concluyó - de anunciar a Cristo crucificado y resucitado animados por el soplo del Espíritu de amor. Porque este Amor es el único que tiene el poder de atraer y cambiar el corazón del hombre”.

Por último, el Papa volvió a afirmar el carácter sagrado de la vida en su saludo a los fieles polacos, cuando dijo que "a pedido de la fundación polaca 'Sí a la vida', hoy he bendecido las campanas que llevan el nombre de 'La voz de los no nacidos'. Están destinadas a Ecuador y Ucrania. Que para estas naciones y para todos sean un signo de compromiso en favor de la defensa de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural. Que su sonido anuncie al mundo el "Evangelio de la vida", despierte la conciencia de los hombres y el recuerdo de los no nacidos. Encomiendo a sus oraciones a todos los niños concebidos, cuya vida es sagrada e inviolable”.

 

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