Papa: es triste que los cristianos piensen en hacer la guerra entre ellos

En el Ángelus, Francisco comentó la invitación del Evangelio a poner la otra mejilla: “No es la retirada del perdedor, sino la acción de aquel que tiene la fuerza interior más grande, que vence el mal con el bien, que abre una brecha en el corazón del enemigo". El agradecimiento a los médicos, enfermeras y voluntarios de los hospitales: héroes cotidianos, incluso después de la pandemia.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - “Qué triste es que personas y pueblos que se sienten orgullosos de ser cristianos vean a otros como enemigos y piensen en declararse la guerra entre sí”. Mientras el mundo está en vilo por las noticias de Ucrania, el Papa Francisco volvió a repetir hoy su invitación a la paz cuando habló a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus.

El papa comentó el pasaje evangélico de la liturgia de hoy y la invitación de Jesús "Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian", seguida de la imagen aún más concreta "Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra” (Lc 6, 27-29). “El Señor – reflexionó el Papa Francisco – parece pedir lo imposible. Además, ¿por qué amar a los enemigos? Si no reaccionamos ante los prepotentes, todos los abusos tienen luz verde y eso no es justo. ¿Realmente el Señor nos pide cosas imposibles, incluso injustas?”.

El pontífice invitó a volver a leer esta invitación a la luz de las palabras que Jesús le dirige al guardia que lo había abofeteado durante la Pasión: “Si he hablado mal, muéstrame en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me golpeas?" (Juan 18:23). "Poner la otra mejilla - explicó Francesco - no significa sufrir en silencio, ceder ante la injusticia. Con su pregunta, Jesús denuncia lo que es injusto. Pero lo hace sin ira ni violencia, más bien con amabilidad. No quiere provocar una discusión sino apaciguar el resentimiento, apagar juntos el odio y la injusticia, tratando de recuperar al hermano culpable”. La mansedumbre de Jesús es entonces una respuesta más fuerte: "Poner la otra mejilla - prosiguió el Papa - no es la retirada del perdedor, sino la acción del que tiene la fuerza interior más grande, que vence el mal con el bien, que abre una brecha en el corazón del enemigo, desenmascarando lo absurdo de su odio. No está dictada por el cálculo, sino por el amor”.

Pero, ¿se puede amar así a los propios enemigos? “Si dependiera solo de nosotros -respondió Francesco- sería imposible. Pero recordemos que cuando el Señor pide algo, lo quiere dar. Cuando me dice que ame a mis enemigos, quiere darme la capacidad de hacerlo”. Es por tanto gracias al Espíritu de Jesús que “podemos responder al mal con el bien, amar a los que nos hacen daño. Eso es lo que hacen los cristianos”.

Esto es válido para la vergüenza de las guerras, pero también para muchas otras situaciones cotidianas en las que guardamos rencor a quienes nos han hecho daño. “Rezar por los que nos han tratado mal -concluyó el Papa- es el primer paso para transformar el mal en bien. Que la Virgen María nos ayude a ser pacificadores con todos, especialmente con aquellos que son hostiles con nosotros y nos desagradan”.

Después de la oración mariana, Francisco saludó a los grupos presentes y quiso expresar su cercanía a las poblaciones afectadas por las catástrofes naturales en el sureste de Madagascar y en la zona de Petrópolis en Brasil. Por último, recordó el Día Nacional del Personal Sanitario que se celebra hoy en Italia. “Debemos recordar - comentó - a tantos médicos, enfermeras y voluntarios que están al lado de los enfermos, los curan, los ayudan. Lo demostraron con su heroico comportamiento en los tiempos del Covid, pero ese heroísmo se mantiene todos los días”.