09/02/2020, 13.32
VATICANO
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Papa: ser luz y sal, sin miedo de vivir en el mundo. Llamamiento y Ave María por Siria

“Jesús nos invita a no tener miedo de vivir en el mundo, aún cuando a veces uno se tope con condiciones de conflicto y de pecado”. “En la Última Cena, Jesús no le pidió al Padre que quitase a los discípulos del mundo, sino que los protegiera del espíritu del maligno”. En la trata de personas, “las organizaciones criminales usan medios de comunicación cada vez más modernos para atraer a las víctimas con el engaño”. Para Siria, urge reanudar un “diálogo y negociaciones en un marco de respeto del Derecho Humanitario Internacional, para salvaguardar la vida y el destino de la población civil”.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Jesús nos invita a no tener miedo de vivir en el mundo, aún cuando a veces uno se tope con condiciones de conflicto y de pecado”. En el Ángelus de hoy, el Papa Francisco exhortó de esta manera a los cristianos, a vivir en el mundo “la presencia y el testimonio” siendo “sal” y “luz”. Luego de la oración mariana, el Santo Padre hizo un nuevo llamamiento, pidiendo encarecidamente por el noroeste de Siria (Idlib), donde desde hace varias semanas, el ejército sirio está tratando de tomar un bastión de los milicianos del Estado Islámico. 

Al referirse al Evangelio de la misa de hoy (5° del Tiempo Ordinario ciclo A, Mateo 5,13-16), Francisco explicó: “La sal es el elemento que da sabor, a la vez que conserva y preserva los alimentos de la corrupción. Por tanto, se llama al discípulo a mantener alejados de la sociedad los peligros, los gérmenes que corroen y contaminan la vida de las personas. Se trata de resistir al pecado, a la degradación moral, dando testimonio de valores como la honestidad y la fraternidad, sin caer en las adulaciones mundanas del arribismo, del poder y de la riqueza. Es “sal” el discípulo que, a pesar de las equivocaciones cotidianas, se levanta del polvo de sus errores, y vuelve a comenzar con coraje y con paciencia, todos los días, buscando el diálogo y el encuentro con los demás. Es “sal” el discípulo que no busca el consenso y el aplauso, sino que se esfuerza en ser una presencia humilde y constructiva, siendo fiel a las enseñanzas de Jesús, que ha venido al mundo, no para ser servido, sino para servir. ¡Y hay tanta necesidad de esta actitud”. 

“La segunda imagen que Jesús propone a sus discípulos – continuó - es la de la luz: «Ustedes son la luz del mundo». La luz disipa la oscuridad y permite ver. Jesús es la luz que ha disipado las tinieblas, pero éstas aún permanecen en el mundo y en las personas en singular. Es tarea del cristiano dispersarlas, haciendo resplandecer la luz de Cristo y anunciando su Evangelio. Se trata de una irradiación que también puede derivar de nuestras palabras, pero que debe brotar, sobre todo, de nuestras «buenas obras» (v. 16). Un discípulo y una comunidad cristiana son luz del mundo cuando guían a los demás hacia Dios, ayudando a cada uno a vivir la experiencia de su bondad y de su misericordia. El discípulo de Jesús es luz cuando sabe vivir su fe, fuera de los espacios restringidos, cuando contribuye a eliminar los prejuicios, las calumnias, y a hacer que entre la luz de la verdad en las situaciones que están viciadas por la hipocresía y por la mentira”. 

“Jesús – concluyó - nos invita a no tener miedo de vivir en el mundo, aún cuando a veces nos topemos con situaciones de conflicto y de pecado. Frente a la violencia, la injusticia y la opresión, la Iglesia no puede encerrarse en sí misma o esconderse en la seguridad de su propio círculo; no puede abandonar su misión de evangelización y de servicio. 

En la Última Cena, Jesús no pidió al Padre que quitase a los discípulos del mundo, sino que los protegiera del espíritu del maligno. La Iglesia se dedica con generosidad y ternura a pobres y pequeños,... escucha el grito de los últimos y de los excluidos, porque es conciente de ser una comunidad peregrina, llamada a prolongar en la historia la presencia salvífica de Jesucristo. Que la Santísima Virgen nos ayude a ser sal y luz en medio de la gente, llevando a todos, con la vida y con la palabra, la Buena Noticia del amor de Dios”. 

Después de la oración mariana, Francisco recordó que ayer, día en que se celebró la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, también se celebró la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas. “Para poner remedio a este flagelo que explota a los más débiles,  – dijo el Papa - es necesario un compromiso de todos: instituciones, asociaciones y agencias educativas. En el frente de la prevención, me urge señalar que varias investigaciones constatan que las organizaciones criminales usan medios de comunicación cada vez más modernos para atraer a las víctimas con el engaño. Por tanto, es necesario, por una parte, educar en el sano uso de los medios tecnológicos, y por otra, vigilar y exigir a los prestadores de dichos servicios telemáticos que cumplan con su responsabilidad”. 

Poco después, el pontífice subrayó el dolor que siente tras saber las últimas noticias del noroeste de Siria, “en particular, sobre la situación que atraviesan muchas mujeres y niños, pues la gente se ha visto obligada a huir a causa de la escalada militar”. “Nuevamente, pido encarecidamente a la comunidad internacional y a todas la partes involucradas – dijo - a valerse de los instrumentos diplomáticos, del diálogo y de las negociaciones, en un marco de respeto del Derechos Humanitario Internacional, para salvaguarda la vida y el destino de los civiles. Roguemos por esta amada y atormentada Siria”. Y junto a los fieles, entonó un Ave María. 

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