Sako: Mantener viva la presencia de los cristianos iraquíes en la tierra de Abraham
El cardenal ha dedicado su trabajo a la defensa de una comunidad que es parte del país y de su historia. El principio de ciudadanía, el diálogo fraterno, pero sincero, con el Islam y el coraje de la “transparencia” son los pilares de su misión. Considera que uno de los momentos más significativos ha sido la visita del pontífice a Irak. Para el Cónclave, espera un Papa que sea capaz, como Francisco, de “captar los signos de los tiempos”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Pastor de una comunidad perseguida, que desde hace años lucha por mantener viva la presencia cristiana en la “tierra de Abraham” reivindicando la igualdad de derechos de todos los iraquíes según el principio de “ciudadanía”, y promotor de un diálogo sincero, pero abierto, con el mundo musulmán. El cardenal Louis Raphael Sako, patriarca de Bagdad de los caldeos, desde que era arzobispo de Kirkuk – fue nombrado en 2003, año de la invasión estadounidense y la caída de Saddam Hussein – ha vivido en su misión las dificultades y desafíos de una nación atormentada por guerras y yihadismo. No obstante, ha sabido responder con coraje y fidelidad, hasta el punto de ser anfitrión del Papa Francisco en su primer viaje apostólico post pandemia en marzo de 2021, cuando el Covid-19 todavía representaba una amenaza para la salud y la economía global. De aquella histórica visita del pontífice con escala en Mosul – antiguo bastión del ISIS – y el encuentro con la máxima autoridad chiita Ali al-Sistani nació una iglesia en Ur que acaba de ser inaugurada, testimonio de la raíz común de las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e Islam.
Nacido el 4 de julio de 1948 en Zakho, en el norte de Irak, cursó sus primeros estudios en Mosul e ingresó luego en el seminario local de San Juan, fundado por los dominicos; fue ordenado sacerdote el 1 de junio de 1974 en Mosul, donde prestó servicio en la catedral hasta 1979. Luego se trasladó a Roma y a París, donde obtuvo dos doctorados en Patrística Oriental e Historia, y en 1979 regresó a Irak como rector del seminario patriarcal, cargo que desempeñó hasta 2002. Llamado nuevamente a Mosul, el futuro primado se hizo cargo de la parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, hasta que fue elegido arzobispo de Kirkuk en 2003.
Diez años después fue elegido patriarca caldeo en el Sínodo que convocó en Roma Benedicto XVI, sucediendo a Emmanuel Delly III, que había renunciado por límite de edad. Como prelado primero, y luego como máxima autoridad de la Iglesia iraquí, denunció reiteradamente el éxodo de los cristianos y lanzó llamamientos al Ejecutivo central y a las administraciones locales para que se les garantizara un futuro en su tierra de origen. El Papa Francisco lo elevó al rango cardenalicio en el Consistorio del 28 de junio de 2018 y actualmente es miembro de los dicasterios para las Iglesias Orientales, para la Cultura y la Educación y para el Diálogo interreligioso, además de formar parte del Consejo para la Economía.
El pasado mes de febrero el cardenal habló sobre la inminente inauguración de la iglesia de Ibrahim Al-Khalil en Ur de los caldeos, y afirmó que el lugar de culto era un “mensaje”, un “signo de apertura” y un “lugar de peregrinación internacional” para cristianos y musulmanes. Al igual que la iglesia del Bautismo en el Jordán y la Casa Abrahámica en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), es un “signo” que “hoy necesitamos”, porque “une a la humanidad y constituye un punto de encuentro para todas las religiones”. El edificio polivalente – que también es un centro social y cultural – quiere ser al mismo tiempo un aliento para la comunidad cristiana iraquí, diezmada en los últimos veinte años hasta el punto de que, si en el pasado se contaban al menos 1,5 millones de fieles, hoy quedan pocos cientos de miles.
La iglesia de Ur también evoca uno de los momentos más significativos que han vivido los cristianos iraquíes – y el propio patriarca – en los últimos veinte años: la visita de Francisco, primer Papa peregrino en la tierra de Abraham y mensajero de paz, de diálogo y de esperanza para una comunidad que trataba de superar la locura yihadista del Estado Islámico (SI, ex ISIS). “Con su presencia – contó el patriarca caldeo – el Santo Padre ha devuelto dignidad y visibilidad a una población cristiana que en los últimos 20 años ha sido diezmada por las guerras, el desplazamiento y la emigración forzada”. “Al venir entre nosotros – siguió diciendo – él envió un mensaje a los iraquíes y a todas las naciones de la región de Oriente Medio: basta de guerras, basta de violencia. Y afirmó una vez más la necesidad de respetar la dignidad humana y la libertad de las personas, sumado a su aliento a la minoría cristiana, exhortándola a permanecer en su tierra. Francisco fue para nosotros un profeta que vino a decirnos: "Ánimo, no tengan miedo”.
En estos años el cardenal Sako ha experimentado en primera persona los desafíos de una nación en la que los cristianos son víctimas de intereses externos y de luchas políticas encubiertas bajo el manto de la religión, lo que le llevó a realizar también algunos gestos clamorosos. El caso más evidente fue hace dos años, cuando el primado caldeo decidió trasladar la sede patriarcal de Bagdad a Erbil, en respuesta a la campaña “deliberada y humillante” del presidente Abdul Latif Rashid para anular el reconocimiento del decreto patriarcal. La medida minaba el papel y la autoridad del propio cardenal y desautorizaba una tradición secular para atacar a la máxima autoridad católica. Detrás de la decisión del presidente había una “guerra de poder” desatada por un autoproclamado líder cristiano que, apoyado por milicias pro iraníes en Irak, se proponía tomar el control de los bienes y propiedades cristianas.
En una entrevista con AsiaNews el cardenal Sako había calificado la retirada del decreto como un “asesinato moral” y afirmó que el traslado de la sede patriarcal constituía una “protesta extrema”. “A Bagdad – había añadido – volveré solo cuando se restablezca”. El asunto se resolvió entre abril y junio de 2024, cuando el primer ministro Mohammed Shia al-Sudani restituyó “plenos poderes” y autoridad al purpurado. “Fue muy bonito regresar – recuerda el cardenal – después de haber llevado adelante esta batalla, fundada en la justicia”. De esta protesta “firme y pacífica” [conceptos que están en la base de la decisión y que él ha reiterado varias veces y con fuerza] se desprende que la Iglesia “no debe tener miedo” y al mismo tiempo debe ser “transparente”.
Este enfoque marcado por el rigor y la transparencia le ha valido el respeto y, en algunos casos, una verdadera amistad con líderes religiosos musulmanes, sunitas y chiitas y confirma que se puede construir una relación salvaguardando la propia presencia y dando testimonio de la propia fe, sin caer en el proselitismo, que es el enfoque de algunas sectas protestantes. En esta perspectiva fue fundamental, una vez más, la visita del Papa Francisco a Irak, que “cambió la mentalidad musulmana - observó el cardenal - y proporcionó además las claves para una mayor comprensión de nuestra fe”. En una perspectiva del diálogo interreligioso, añadió, “creo que el encuentro con al-Sistani puede dar un nuevo impulso. Hay algo que se está moviendo dentro del Islam, y los pasos que se han dado con el mundo sunita en al-Azhar pueden replicarse con el Islam chiita en Nayaf. Un diálogo que no se base sólo en las palabras, sino en la amistad y el amor. El Papa ha sembrado, ahora nos toca a nosotros, como Iglesia local y como cristianos, regar y hacer crecer esa semilla”.
El cardenal Sako dedicó una última reflexión al recuerdo del Papa Francisco y a su último encuentro con él en octubre del año pasado, en el que “me dijo que Irak está en su corazón. Una frase que me impresionó mucho, porque hablaba de todo el país, de los cristianos y de los iraquíes en general”. “Las palabras de Francisco – concluyó el purpurado, que se prepara para participar en el Cónclave – son un recordatorio también para el futuro Papa: debe ser para todos, no solo para los cristianos sino también para los que no creen. Debe ser un mensajero de paz y de fraternidad. El Papa Francisco ha sabido leer y captar mejor que nadie los signos de los tiempos”.
17/12/2016 13:14