29/08/2023, 10.14
KAZAJISTÁN-KIRGUISTÁN
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Tensiones fronterizas por los recursos hídricos entre Biskek y Astana

de Vladimir Rozanskij

La crisis de abastecimiento debida a la sequía envenena las relaciones con Kazajistán, cuyos productores de remolacha azucarera corren el riesgo de arruinarse. Como protesta, Astana bloquea las fronteras a los transportes comerciales kirguises. Dos países histórica y culturalmente muy similares, pero cuyas políticas también suelen ser divergentes en sus relaciones con Moscú.

Astana (AsiaNews) - A causa de la sequía que dura desde hace meses, Kirguistán no ha podido hasta ahora suministrar agua adicional, según los acuerdos vigentes, a los agricultores que cultivan remolacha azucarera en el sur de Kazajistán. A su vez, Astana está bloqueando las fronteras a los transportes comerciales de kirguís, gran parte de ellos con destino a Rusia, en una forma de eludir las sanciones internacionales. En Internet circulan vídeos muy angustiosos de los agricultores kazajos, que corren el riesgo de arruinarse.

No todos los agricultores culpan a Kirguistán, que también se ha visto bastante afectado por las adversas condiciones meteorológicas, y muchos culpan a las autoridades regionales y a las de Astana, que supuestamente no tomaron a tiempo las contramedidas necesarias. El Ministerio de Agricultura de Biskek, por su parte, ha hecho declaraciones en el sentido de que se han cumplido todos los compromisos con los vecinos kazajos, cuyos territorios fronterizos se encuentran aguas abajo de las aguas ahora secas de Kirguistán; como no hay agua de reserva, los kirguís no se consideran responsables de la situación. Según los datos del ministerio, el embalse de Kirov, en el noroeste de la región de Talas, se encuentra actualmente al 3% de su capacidad, lo que también confirman las imágenes por satélite de la zona.

Muchos kirguís creen que, a pesar de todo, Kasajistán ha decidido castigarles, con el bloqueo de los pasos fronterizos de "Ak-Tilek", "Ken-Bulan" y otros, donde cientos de vehículos llevan varios días parados. Los camioneros afirman que los guardias fronterizos kazajos están alargando indefinidamente los controles de las cargas, permitiendo el paso de un máximo de cinco o seis coches al día, cuando la media es de al menos 20 por hora. El viceprimer ministro kazajo, Erulan Žamaubaev, declaró a los periodistas que el Comité de Seguridad (Knb) está llevando a cabo una operación para combatir el narcotráfico en las fronteras del país, sin aclarar cuánto durará.

Aumentó aún más la tensión la visita a Astana, el 25 de agosto, del presidente tayiko Emomali Rakhmon, principal oponente de Kirguistán en la política centroasiática. Según muchos observadores, se trataría de una señal de Astana para expresar su descontento con Biskek. De hecho, la situación no es en absoluto nueva, y la lucha por los recursos hídricos en estas zonas ha dado lugar en el pasado a diversas alianzas y desencuentros entre estos países; las cosas habían mejorado algo desde 2016, con la llegada al poder en Uzbekistán de Šavkat Mirziyoyev, que había adoptado posturas muy pacificadoras en la cuestión, mientras que su predecesor Islam Karimov era conocido por todo lo contrario, amenazando incluso con un conflicto armado por el acceso a los recursos transfronterizos.

Fue el propio Mirziyoyev quien había interpelado a sus vecinos ya en abril, debido a las previsiones muy negativas para el tiempo estival, y se habían tomado medidas en Uzbekistán para economizar las reservas de agua, las mismas medidas que los campesinos kazajos pensaban que debía tomar también el gobierno de Astana. Biskek había advertido a los kazajos en las negociaciones a principios de verano, pronosticando graves problemas de abastecimiento de agua, y que no sería posible ir más allá de las cuotas mínimas de los acuerdos. Las autoridades kazajas no formularon acusaciones formales contra los kirguizos, pero un informe del Ministerio de Ecología de Astana había constatado, no obstante, un desajuste en los niveles declarados de las cuencas kirguizas.

Kazajistán y Kirguistán son dos países histórica y culturalmente muy similares, pero sus políticas son a menudo divergentes, y a uno le recuerda el anterior conflicto de 2017, cuando el presidente saliente de Biskek, Almazbek Atambaev, había arremetido contra Nursultán Nazarbaev, acusándole de inmiscuirse en los procesos electorales en curso, calificándole de "autócrata decrépito" y afirmando que el clan gobernante en Kazajistán estaba robando a sus propios ciudadanos. La reacción entonces fue muy similar a la de hoy: inmediatamente se formaron colas kilométricas en las fronteras, y los servicios kazajos dijeron que estaban librando una "guerra contra los contrabandistas". Atambaev dijo descaradamente que "las colas desaparecerán en cuanto cerremos los grifos a Kazajistán durante un par de días", pero todo se resolvió con bastante rapidez. Ahora incluso hay quien sospecha que detrás de la "reticencia hídrica" kirguís está la mano de Moscú, que intenta de esta forma obligar a los kazajos a cooperar más para eludir las sanciones.

 

Foto: el embalse de Kirov (gov.kz)

 

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