01/04/2022, 14.44
SIRIA
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Trapenses de Azeir: Ucrania, el dolor de una 'nueva Siria' en el corazón de Europa

En una carta, las monjas relatan la situación del país tras 11 años de guerra. En Idlib, controlada por rebeldes y yihadistas, los cristianos están "sometidos a duras privaciones". La situación en el noreste kurdo también es "trágica" para las minorías. El drama de "familias enteras" que huyeron del conflicto sirio y se refugiaron en Ucrania, y hoy son víctimas de "un nuevo éxodo". Esperanzas en la conferencia de Damasco.

Damasco (AsiaNews)- Un dolor renovado “por la perspectiva de una 'nueva Siria' en el corazón de Europa”, mientras hoy seguimos “viendo partir a nuestros jóvenes hacia tierras prometidas que ya no existen”. Así describen la situación en Siria las monjas trapenses de Azeir, en una extensa carta firmada por sor Marta Luisa - que se publicó en el blog OraproSiria - con motivo de los 11 años del conflicto, que "ha pasado un poco desapercibido por los nuevos dramas y preocupaciones que aquejan al mundo”. Se refiere a la invasión rusa de Ucrania, un nuevo conflicto y en el corazón de Europa. “Conocemos a jóvenes, familias enteras -dice la religiosa - que dejaron atrás la guerra en Siria y se fueron como refugiados a Ucrania. Ahora tienen que afrontar un nuevo éxodo para seguir huyendo de la guerra”.

Desde su monasterio en el pequeño pueblo maronita del centro-oeste de Siria, situado entre las ciudades de Tartous y Homs, las monjas trapenses representan un observatorio privilegiado para describir lo que ocurre en un país, que sigue dividido y marcado por el conflicto. La guerra "desgraciadamente todavía no ha terminado", confirma sor Marta Luisa, aunque la mayor parte del territorio "ya está consolidado bajo el control del Estado". Sin embargo, sigue existiendo un foco fundamentalista en la zona de Idlid, en la frontera con Turquía. "En este momento - explica - ya es casi un pequeño estado en sí mismo, que utiliza la lengua y la moneda turca, una zona donde los cristianos que quedaron están sujetos a duras condiciones y privaciones".

También se registran problemas en el noreste con mayoría kurda, donde la situación de las minorías cristianas se considera "trágica" porque se encuentran "atrapadas entre fuerzas enfrentadas" y en condiciones de "inseguridad". Es una zona a la que se puede llegar "solo en avión" con pequeños vuelos internos, porque "las carreteras siguen bajo la amenaza de los yihadistas". Además, la crisis libanesa ha hecho "aún más difícil la ya precaria situación", debilitando a la clase empresarial y reduciendo las posibilidades de trabajo y de abastecimiento.

Las monjas trapenses ofrecen datos que trazan el panorama de una realidad durísima: “El 85% de la población vive por debajo del umbral de pobreza, con dificultad para conseguir incluso la comida de todos los días. Al menos 14 millones y medio de personas - continúa - necesitan la ayuda de los subsidios y algunas estimaciones dicen que son muchas más. La vida es muy cara, todo ha aumentado: un cartón de huevos hoy cuesta 13 mil libras sirias (casi 4,7 euros), una garrafa de gas 110 mil (poco menos de 40 euros), ¡cuando un salario básico es de 100 mil! (unos 36 euros)".

A la crisis económica y la guerra se suman la delincuencia y las sanciones: “Imperan las mafias, esas bandas de chacales que todo conflicto, toda guerra produce… Mafias que prosperan, favorecidas incluso por las sanciones internacionales que, a pesar de los constantes llamamientos de expertos en geopolítica, estadistas, innumerables obispos y laicos sirios que luchan todos los días contra los efectos de la pobreza, no solo continúan sino que son regularmente renovadas por nuestros Estados europeos e incluso, "mejoradas", agravadas, con banal desprecio, no digo de la solidaridad humana, sino también de simple sentido común”. Porque las sanciones, incluida la infame Caesar Act, confirman las trapenses, "nunca afectan a los poderosos, sino sólo a los pobres". Luego está la cuestión del suministro de armas que terminan en manos de las bandas, un peligro más para la estabilidad y la seguridad, porque "los ejércitos regulares pueden ser controlados, las armas en manos de civiles, no".

En esta difícil realidad, ha sido un signo de esperanza el reciente Congreso de la Iglesia Siria en Damasco, que reunió por primera vez a cardenales, obispos, sacerdotes, laicos, asociaciones locales e internacionales, cristianos y musulmanes como la Media Luna Roja. . El objetivo, explica sor Marta Luisa, ha sido "construir juntos una conciencia, una visión precisamente de lo que estamos viviendo, de cuál es el núcleo de la experiencia dolorosa de nuestra gente, pero también de sus esperanzas, de las posibilidades reales de construir, después de tanta destrucción".

Una respuesta a las dificultades y desafíos viene precisamente de las iniciativas emprendidas por las mismas religiosas: “En nuestra pequeña realidad, nosotras tratamos de favorecer los encuentros formativos con los huéspedes cada vez más numerosos que vienen al Monasterio. Tratamos de apoyar económicamente a niños y jóvenes para que estudien, dar trabajo a algunas mujeres que se quedaron solas o con dificultades familiares, y apoyamos algunos microproyectos", como la compra de ganado para los jóvenes que regresan después de 10 años de servicio militar y que se encuentran "sin nada en la mano, para darles la oportunidad de empezar un trabajo que genere un pequeño ingreso".

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