29/12/2022, 12.45
SIRIA
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Párroco de Alepo: la Navidad ilumina la oscuridad de la guerra y la pobreza

El P. Bahjat Karakach, de la iglesia de San Francisco de Asís, compara las casas de la gente con la cueva donde nació Jesús, un lugar "oscuro y frío". Los niños sufren y los padres se sienten impotentes porque no pueden hacer nada. La "luz de la fe" para revivir una nación moribunda. ONG cristiana organiza una rifa para entregar regalos a los niños y las personas sin recursos.

 

Alepo (AsiaNews)- Las casas donde se celebró la Navidad en Alepo son muy parecidas “a la gruta donde nació Jesús: un lugar oscuro y frío, donde los niños sufren y los padres están desesperados porque se sienten imponentes”. En una reflexión que envió a AsiaNews con motivo de las fiestas, el p. Bahjat Karakach, párroco de la iglesia de San Francisco de Asís, lanza un grito de alarma sobre la situación en la que se encuentra la ciudad que fue la capital económica y comercial de Siria antes de la guerra. El sacerdote extiende su mirada sobre un país que “parece moribundo” y “no muestra signos de mejoría”. Sus palabras confirman una realidad marcada por el conflicto y las sanciones internacionales que han detonado la "bomba de la pobreza", donde los niños se ven obligados a revolver en la basura para sobrevivir.

En este momento alrededor del 90% de la población siria -según datos oficiales, aunque la situación sobre el terreno podría ser mucho peor- vive en la pobreza con menos de dos euros por día. Hay más de 6,5 millones de niños que necesitan ayuda humanitaria urgente, la cifra más alta desde que comenzó la guerra en marzo de 2011; toda una generación lucha denodadamente todos los días para sobrevivir. A ellos se suman los 12,4 millones de personas que se encuentran, según estimaciones de la ONU, en una condición cotidiana de "inseguridad alimentaria".

“Después de haber sufrido una guerra demencial durante 10 años, una guerra que sembró el miedo y la destrucción, hoy nos encontramos -dice el párroco de Alepo- en peores condiciones todavía: frío, pobreza, falta de electricidad y combustible para la calefacción o gas para cocinar, deterioro de la moneda local y un estricto embargo económico". Las consecuencias del desastre, sigue diciendo, “afectan a los sectores más pobres de la población, gente que se quedó y no se lanzó al mar con sus hijos para escapar de la muerte, pero que debe afrontar una muerte más lenta”.

Sin embargo el sacerdote no se queda en la situación crítica, en la oscuridad de la gruta, sino que mira al Niño Jesús como signo de esperanza: “La buena noticia de la que habla el Evangelio nos la anuncia San Juan: 'la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron'. Hay una luz más fuerte - continúa el p. Karakach - que las tinieblas del mal: es la luz de la fe que impulsa a miles de personas a vivir el Evangelio de manera coherente y concreta". La fiesta de Navidad enseña que Dios es "extremadamente concreto", un hombre que "podemos oír, ver y tocar". En el mundo sigue habiendo "muchos portadores de luz, que iluminan la oscuridad de nuestras duras condiciones".

Un signo de esperanza son las donaciones de los que no ceden a la desesperación sino que interceden por su prójimo -un "pueblo que sufre"- y se ponen a su servicio. Estos gestos asemejan a quienes los realizan a los Reyes Magos que “ofrecen sus dones al Niño Jesús”. Como ellos, dice el párroco, “ustedes también nos regalan cercanía, amistad, interés por nuestro sufrimiento. Incluso si no tienen la capacidad para superar las distancias, como lo hicieron los Reyes Magos, no escatiman esfuerzos para que podamos sobrevivir y conservar la esperanza". Desde Alepo que "yace en la oscuridad", concluye, y "desde el corazón de sus familias que tiemblan de frío [...] deseamos que el mundo entero sea invadido por la luz y el calor del Salvador".

Una de las iniciativas que llevaron a cabo en esta fiesta de Navidad las organizaciones y asociaciones cristianas es la rifa de SOS Chrétiens d'Orient, que comenzó el pasado 14 de diciembre y finalizará con el sorteo final el 22 de enero. Hasta el momento se han vendido cientos de números y la recaudación se utilizará para entregar un regalo a los niños y a los pobres, pero sobre todo a los ancianos. Un regalo con motivo de la fiesta pero sobre todo para fortalecer los vínculos con una comunidad relegada durante demasiado tiempo y olvidada en el sufrimiento.

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